Las Aventura de los Niños en Egipto



En un pequeño pueblo, vivía un grupo de amigos inseparables: Sofía, Mateo y Lucas. Un día, decidieron explorar un antiguo libro que encontraron en la biblioteca de su escuela. Este libro hablaba de un antiguo Egipto y de unas extrañas e increíbles plagas que habían ocurrido en tiempos lejanos.

"¿Qué son esas plagas?" preguntó Mateo, con curiosidad.

"No sé, pero deben ser interesantes. Dejame leer más," respondió Sofía emocionada.

"Me gustaría ver una de esas plagas en acción!" agregó Lucas con picardía.

De repente, una luz brilló sobre el libro y, en un parpadeo, los tres amigos se encontraron en medio de Egipto, vestidos como antiguos egipcios.

"¿Dónde estamos?" dijo Lucas, mirando alrededor atónito.

"Parece que estamos en el Antiguo Egipto, ¡mira esas pirámides!" exclamó Sofía.

Decidieron caminar por las calles llenas de gente, pero pronto comenzaron a escuchar murmullos preocupados.

"¡El río se ha vuelto sangre!" decía una mujer.

"Los peces han desaparecido, nadie puede beber!" gritó un hombre.

"¿Eso es una de las plagas del libro?" preguntó Mateo.

"Sí, ¡exactamente! Vamos a ayudar!" respondió Sofía entusiasmada.

Los amigos decidieron investigar cómo podían ayudar a los egipcios. Caminaron hasta el río y vieron que todos estaban muy preocupados.

"¿Cómo podríamos arreglar esto?" le preguntó Sofía a un anciano sabio.

"Necesitamos que alguien sea lo suficientemente valiente como para hacer que las aguas vuelvan a ser puras. Pero nadie se atreve a acercarse a las criaturas mágicas que viven en el río," explicó el sabio.

"¡Yo puedo hacerlo!" gritó Lucas, lleno de coraje.

Lucas se acercó al río, y mientras lo hacía, comenzó a sentir que algo especial ocurría. Con una gran mentalidad y corazón valiente, tocó las aguas, y de repente, el río recuperó su color cristalino.

"¡Bravo! ¡Lo lograste!" aplaudió Mateo.

"¿Qué sigue?" preguntó Sofía.

Cruzaron al pueblo y se encontraron con que ahora había ranas por todas partes.

"¡Están por todas partes!" exclamó Mateo riendo.

"Debemos hacer algo para que se vayan. Quizás debamos encontrar su hogar y devolverlas allí," sugirió Sofía.

Después de deambular, encontraron un hermoso punto de agua en el bosque. Con mucha paciencia, lograron guiar a las ranas hasta su hogar natural.

"¡Qué divertido!" dijo Mateo al ver cómo las ranas saltaron felices al agua.

"¡Sí! Creo que podemos hacer esto!" añadió Lucas.

Más tarde, se encontraron con una nube de insectos, zancudos que aturdían a todos.

"¡Ayuda! ¡No podemos salir de casa!" dijeron los campesinos.

"¡Vamos!" gritaron los amigos.

Con un ingenioso plan de hacer mucho ruido con tambores y pitos, lograron ahuyentar a los insectos. La gente salió a aplaudir y estuvieron agradecidos por el ingenio de los niños.

Después de ayudar a la gente del pueblo, hicieron más misiones heroicas. Con cada plaga, se volvieron más creativos, encontraron soluciones únicas y aprendieron a trabajar juntos como equipo.

Finalmente, se enfrentaron a la última plaga, que era la más impresionante: un gran grupo de langostas que devoraban todo a su paso.

"¿Y ahora?" preguntó Sofía.

"Debemos unir a todos para enfrentar esto juntos," respondió Mateo.

Juntos, organizaron a todos los habitantes del pueblo, creando una gran cadena humana con palabras de aliento y música para espantar a las langostas. Al final, las langostas se dieron la vuelta y se fueron, felices de haber sido entretenidas.

Contentos, los habitantes comenzaron a celebrar.

"Gracias, pequeños héroes, sin ustedes no lo habríamos logrado!" dijeron todos.

De pronto, la luz del libro volvió a brillar, y los amigos sintieron que estaban siendo llevados de vuelta a su hogar.

Y así, al cerrar el libro, Sofía, Mateo y Lucas aprendieron que en equipo, con valentía y creatividad, podían enfrentar cualquier desafío que se les presentara.

"Esto ha sido increíble," dijo Mateo.

"Sí! Ahora sabemos que la amistad y el trabajo en equipo nos hacen más fuertes," añadió Sofía.

"¿Qué será nuestra próxima aventura?" cuestionó Lucas con una sonrisa.

Los amigos miraron el libro y rieron, sabiendo que había muchas más historias por descubrir.

Y así concluyó su primera gran aventura, ¡y no fue la última!

La moraleja de la historia es que siempre con valentía, ingenio y unión, cualquier problema puede ser resuelto.

FIN.

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