Las Aventura de los Tres Amigos y el Cubo Mágico



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, tres amigos inseparables: Lía, un valiente gato naranja; Bruno, un muy curioso hamster y Kiara, una inquieta tortuga. Un día, mientras exploraban el bosque, encontraron un objeto brillante entre las hojas. Era un cubo mágico que resplandecía con colores vibrantes.

- Miren lo que encontré - dijo Lía, mientras movía la patita para despejar el lugar.

Bruno se acercó corriendo, intrigado.

- ¡Es hermoso! - exclamó. - ¿Qué será? ¿Podemos jugar con él?

Kiara, más cautelosa, miró el cubo con atención.

- Ustedes saben que siempre pasan cosas extrañas con objetos así. ¡Cuidado!

Pero Lía, impulsiva como siempre, tocó el cubo con una de sus patitas. En un instante, el cubo empezó a girar y un destello de luz los envolvió. Cuando la luz se desvaneció, se dieron cuenta de que estaban en un lugar completamente diferente.

- ¿Dónde estamos? - preguntó Bruno, con los ojos muy abiertos.

Frente a ellos había un paisaje lleno de colores brillantes, como si cada objeto tuviera su propio brillo. Arriba, volaban criaturas que parecían hechas de estrellas y abajo, multitudes de plantas bailaban al ritmo de una música que solo ellos podían escuchar.

- Esto es increíble - dijo Lía, mientras daba vueltas emocionada.

- ¡Miren! - señaló Bruno. - Allí hay algo que se parece a un puente.

Se acercaron al puente, que parecía hecho de cristal, y al cruzarlo, el cubo empezó a brillar nuevamente. Con cada paso que daban, se dieron cuenta de que el espacio a su alrededor cambiaba. A veces, las cosas se movían arriba o abajo, a un lado o al otro, y hasta adelante y atrás de formas inesperadas.

- ¡Esto es un laberinto mágico! - gritó Kiara.

- ¡Y podemos aventurarnos a cualquier lugar! - dijo Lía emocionada.

Decidieron seguir explorando ese nuevo mundo, pero pronto se dieron cuenta de que el cubo tenía un poder especial. A medida que jugaban, quedaron atrapados en diferentes dimensiones. Lía se encontró en un cielo lleno de nubes suaves que la llevaban a volar; Bruno se metió en un lugar con enormes ruedas que rodaban constantemente; mientras que Kiara quedó en un mundo lleno de gigantescas hojas que la llevaron a un océano de juegos.

Ahora cada uno debía encontrar la manera de regresar al cubo para reunirse.

- ¡Lía, ayúdame! ¡Estoy atrapado! - gritó Bruno desde una rueda que seguía girando.

- ¡No te preocupes! - respondió Lía, volando a su lado. - ¡Sigue la dirección de los colores! Parece que te guiarán a su salida.

Bruno siguió los colores pero se volvió a desviar. Kiara, que estaba muy concentrada en su propio mundo, recordó que solo con unidades de valor, podían ayudar a su amigo.

- ¡Bruno! ¡Usa la fuerza de tu curiosidad! - gritó Kiara. - ¡Conéctate con el movimiento y no temas! Tu curiosidad te llevará hasta donde necesitas estar.

Bruno, alentado por los consejos de sus amigos, comenzó a rodar por las ruedas como si estuviera en la montaña rusa más divertida.

Mientras tanto, Lía voló en círculos alrededor de su lugar, pensando en cómo podría ayudar a Kiara.

- Kiara, desde donde estoy puedo ver el camino que te lleva a la salida. Solo tienes que imaginar que corres - le dijo Lía.

- ¡Tengo una idea! - respondió Kiara. - ¡Voy a dejarme llevar por la corriente de las hojas y visualizar mi camino!

Mientras tanto, Bruno también estaba muy cerca. Con cada giro y movimiento, se acercaba. Finalmente, los tres amigos, energizados por su amistad, lograron reunirse en el cubo que los transportaba de nuevo al lugar donde todo había comenzado.

Unidos por la experiencia, se prometieron nunca dejar de explorar juntos, y aprendieron que sus habilidades individuales eran la clave para enfrentar cualquier desafío juntos.

- ¡Lo logramos! - gritaron al unísono.

Ellos comprendieron que, aunque cada uno podía enfrentar sus obstáculos, siempre era mejor hacerlo en compañía.

- ¡Volvamos, hay un mundo entero por descubrir! - sugirió Kiara.

Y así, los tres amigos continuaron su aventura, llenando sus vidas de risas, aprendizajes y exploraciones en cada rincón de su imaginación.

Los tres comprendieron que, aunque el mundo estaba lleno de dimensiones extrañas y caminos inesperados, juntos podían superar cualquier desafío que se les presentara.

FIN.

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