Las Aventura de Lulú, la Osita Alegre



Érase una vez en un hermoso bosque, donde los árboles brillaban como esmeraldas y los pájaros cantaban dulces melodías, vivía Lulú, una osita muy alegre y feliz. Siempre sonriendo y explorando, Lulú tenía un corazón lleno de amor, pero había un detalle especial en su vida: sus papás, el oso Ramón y la osa Clara, estaban separados.

Un día, Lulú decidió que quería organizar una tarde de juegos en el parque forestal. Pero un dilema la asaltó: -¿A quién invito? -se preguntó-. Si invito a mi papá, ¿qué pasará si mamá se siente triste? Y si invito a mamá, ¿será que papá se sentirá solo?

Lulú pensó que lo mejor sería hablar con ambos sobre sus sentimientos. Así que se acercó a su papá Ramón:

- Papá, quiero que todos mis amigos vengan a jugar, pero no sé si te gustaría que mamá estuviera también. -

- ¡Claro que sí, Lulú! – respondió Ramón con una gran sonrisa –. Aunque mamá y yo no estemos juntos, siempre queremos lo mejor para vos. El amor que sentimos por vos no cambia. -

Contenta, Lulú fue a buscar a su mamá.

- Mami, quiero hacer una fiesta y a papá también le gustaría venir. ¿Podrías venir? -

- Por supuesto, mi amor - respondió Clara, acariciando suavemente la cabecita de Lulú. - Aunque papá y yo no estemos juntos, nuestro amor por vos siempre estará presente. -

Esa tarde, Lulú se sintió más ligera y optimista, así que comenzó a preparar todo. Hizo carteles coloridos, juntó sus juguetes y preparó ricos bocadillos de miel.

Cuando llegó el gran día, el lugar estaba lleno de risas y alegría. Los amigos de Lulú no tardaron en llegar, así como sus papás, que a pesar de sus diferencias, sonrieron al ver la felicidad de su pequeña.

- ¡Bienvenidos a la fiesta! – exclamó Lulú mientras se llenaba de entusiasmo. – ¡Vamos a jugar! -

Los juegos comenzaron: había carreras de sacos, una búsqueda del tesoro y hasta una competencia de baile. Mientras tanto, Lulú observaba a sus papás. Al principio se sintió un poquito nerviosa, pero luego comenzó a ver algo sorprendente:

- Mira mami, papá y vos están riendo juntos. - se dijo.

De repente, un giro inesperado ocurrió. Mientras jugaban, la pelota de la fiesta salió volando y se quedó atrapada en un árbol alto.

- ¡Oh no! - gritó uno de sus amigos. - No podremos seguir jugando sin la pelota. -

Al escuchar esto, Ramón y Clara intercambiaron miradas, y juntos se acercaron al árbol.

- ¿Podemos ayudar? - preguntó Clara.

- ¡Claro! – respondió Ramón. - Juntos podemos solucionar esto. -

Ambos trabajaron en equipo, utilizando una escalera y mucha creatividad, y después de un rato, lograron recuperar la pelota.

- ¡Lo logramos! - gritaron todos al unísono.

Lulú no podía creer lo que veía.

- ¡Qué bueno que pueden trabajar juntos! - dijo emocionada. - Podemos ser un gran equipo. -

- Así es, Lulú - dijo Ramón. - Trabajar juntos es lo mejor que podemos hacer por vos.

- Así es - agregó Clara, dándole un abrazo a su hija. - Te queremos, y eso es lo más importante.

Desde ese día, Lulú entendió que aunque sus papás vivieran en casas diferentes, el amor que se tenían se manifestaba de maneras diferentes.

- Amo tener dos casas - exclamó sonriendo. - ¡Obtengo el doble de abrazos y amor! -

La fiesta continuó entre risas y juegos, y cada vez que veía a sus papás interactuar, su corazón se llenaba de felicidad. Había aprendido que aunque las familias a veces cambian, el amor siempre está presente.

Al final del día, Lulú abrazó a sus papás y les dijo:

- ¡Gracias por hacer de mi día algo especial! -

Al ver la inmensa sonrisa de su hija, el oso Ramón y la osa Clara se miraron, recordando que el amor por Lulú siempre uniría sus corazones. Y así, entre juegos y risas, Lulú, la osita alegre, siempre encontraría la manera de hacer que el amor brillara.

FIN.

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