Las Aventura de Lupita en el Reino del Agua
Era un día gris y lluvioso en la ciudad. Las gotas caían sin parar, formando pequeñas corrientes en las calles. La pequeña Lupita, con su pelo rizado y brillantes ojos llenos de curiosidad, se asomó por la ventana de su habitación.
- ¡Mamá! -exclamó- ¿Cómo será sentir una gota de lluvia?
Su mamá, mientras acomodaba unos libros, le contestó con una sonrisa.
- No sé, querida. Pero seguramente se siente refrescante y divertida.
Lupita no podía dejar de pensar en eso, así que decidió asomarse un poco más. Y fue en ese momento, cuando una gota enorme tocó su nariz, que todo cambió. Un destello intempestivo la absorbió, y de repente, se encontró en un lugar completamente diferente.
Era un mundo vibrante y azul, lleno de ríos que chisporroteaban y nubes que danzaban en el cielo. A su lado, una pequeña gota de agua con ojos amistosos la miraba.
- ¡Hola! Soy Gota, la aventurera -dijo con una sonrisa-. Bienvenida al Reino del Agua.
Lupita, asombrada, no podía creer lo que veía.
- ¡Hola, Gota! -respondió emocionada- ¿Qué es este lugar?
- Este es el ciclo del agua. Aquí es donde comienza la aventura de cada gota. ¿Te gustaría conocerlo?
- ¡Sí, por favor! -dijo Lupita, ansiosa por aprender.
Gota saltó de alegría y, con un movimiento de su pequeña mano, comenzó a levitar.
- Primero, ven conmigo a las nubes -anunció Gota mientras volaba-. ¡Súbete a mi espalda!
Lupita, con un poco de miedo pero mucha emoción, se aferró a su nueva amiga. Volaron juntos hacia el cielo y, cuando llegaron, comenzaron a ver cómo se formaban nuevas gotas.
- Verás, Lupita -explicó Gota- cuando el aire se enfría, el vapor de agua se condensa y se transforma en nubes. ¡Es como magia!
- ¡Increíble! -exclamó Lupita. - ¿Y luego qué pasa?
- Luego, cuando las nubes se llenan mucho, las gotas caen como lluvia. ¡Vamos, es hora de volver a tierra!
En ese momento, una ráfaga de viento hizo tambalear a Lupita y Gota. Ambas comenzaron a caer y aterrizaron en un hermoso jardín lleno de flores.
- ¡Ay, me dio un poco de miedo! -dijo Lupita.
- ¡No te preocupes! -tranquilizó Gota- Ahora somos gotas que están en la tierra. Solemos filtrarnos en el suelo.
Ambas se deslizaron por la tierra y se metieron en una fuente. Allí, encontraron a un grupo de animalitos sedientos.
- ¡Hola! -saludó un pequeño sapo-. ¿Vienen de las nubes?
- ¡Sí! -dijo Gota-. Estamos explorando el ciclo del agua.
- Es un viaje fundamental, porque si no hay agua, no hay vida -agregó el sapo mientras bebía.
- ¿Qué sucede después? -preguntó Lupita, fascinada.
- Después, las gotas que están en la tierra se convierten en ríos, y esos ríos finalmente vuelven al mar. Todo es un ciclo que nunca termina -dijo Gota.
Lupita pensó por un momento y luego preguntó:
- Pero, ¿y el sol?
Gota rió suavemente.
- El sol juega un papel muy importante. Cuando calienta el agua, se transforma en vapor y vuelve a las nubes. Es el ciclo del agua, siempre en movimiento.
- ¡Quiero conocer al sol! -dijo Lupita con emoção.
Ambas, entonces, comenzaron a viajar hasta llegar a una gran colina, donde podían ver el sol brillar. Gota empezó a elevarse, y Lupita la siguió.
- ¡Mirá! -dijo Gota-. Ahí está el sol.
El sol sonrió y les habló con calidez.
- ¡Hola, pequeñas aventureras! Bienvenidas al ciclo. Sin mí, el agua no podría regresar a las nubes.
- ¡Hola, señor sol! -respondió ligeramente tímida Lupita- ¿Es verdad que usted ayuda a las gotas a volver al cielo?
- Así es, pequeña. Miro hacia abajo y cuido de cada gota que viaja. Y tú, ¿qué aprendiste en este viaje?
Lupita pensó un poco y luego dijo:
- Aprendí que cada gota de agua es preciosa y que todas tienen una aventura que contar. Todo está conectado.
- Exactamente -contestó el sol con satisfacción-. Recuerda siempre lo importante que es el agua y cómo esta da vida.
Lupita sintió una punzada de nostalgia; sabía que pronto debía regresar a casa. Pero antes de irse, Gota la abrazó.
- Gracias por compartir esta aventura conmigo. Nunca olvides lo que hiciste hoy.
Y en ese momento, una nueva gota de lluvia la llevó de vuelta a su habitación. Cuando Lupita abrió los ojos, el sonido de la lluvia en su ventana sonaba diferente, casi como si le contara secretos.
Desde aquel día, cada vez que veía llover, recordaba su maravillosa aventura y los incontables viajes que el agua realiza en su ciclo. Y así, la curiosidad de Lupita la llevó a convertirse en la protectora del agua en su hogar, recordando siempre que cada gota cuenta.
- ¡Gracias a todas las gotas! -gritó a la ventana uno de esos días de lluvia.
Y el mundo siguió brillando con el conocimiento de una niña curiosa que ahora sabía que el agua, y todo lo que la rodea, tenía historias maravillosas por contar.
FIN.