Las Aventura de María en el Bosque Mágico



Era un hermoso día soleado en la pequeña ciudad de Río Verde. María, una niña curiosa y aventurera de diez años, decidió que era el momento perfecto para explorar el bosque que estaba justo al lado de su casa. Con una mochila llena de bocadillos, una linterna y su fiel cuaderno de dibujos, se adentró en el bosque.

Mientras caminaba, escuchó unos ruidos extraños. Se acercó con cautela y descubrió a un grupo de ardillas que estaban jugando entre los árboles.

"¡Hola, ardillitas! ¿Qué están haciendo tan alegres?" - preguntó María.

"¡Hola, María! Estamos buscando nueces para preparar una gran fiesta hoy a la noche!" - respondieron las ardillas, saltando de rama en rama.

Intrigada por la idea de una fiesta, María decidió unirse a las ardillas.

"¿Puedo ayudar?" - preguntó emocionada.

"¡Por supuesto! Pero primero tenemos que encontrar a nuestro amigo, el búho sabio. Él debe saber dónde hay más nueces. ¿Te gustaría acompañarnos?" - dijeron las ardillas.

María asintió con entusiasmo. Continuaron su camino y pronto llegaron a un viejo roble en el que habitaba el búho. María miró hacia arriba y lo vio dormitando entre las ramas.

"¡Búho, búho! – la niña gritó – ¡Despierta! Necesitamos tu ayuda para encontrar nueces!" -

El búho abrió un ojo y se asomó con curiosidad.

"¿Qué sucede, pequeñas?" – dijo con voz profunda.

"María quiere ayudarnos a organizar una fiesta. Necesitamos más nueces, pero no sabemos dónde buscar!" - dijeron las ardillas.

"Ah, buenas nueces hay un poco más adentro del bosque, en el claro junto al lago. Pero tengan cuidado, ahí vive el travieso conejo. Suele esconder todas las nueces que encuentra" - aconsejó el búho.

María, decidida a superar cualquier desafío, respondió:

"No hay problema, ¡yo hablaré con él!" -

Las ardillas la miraron sorprendidas.

"¿Crees que puedas hacerlo?" - cuestionó una ardilla.

"¡Claro que sí! Cada uno de nosotros tiene una forma de resolver las cosas, y la mía es siempre hablar y preguntar!" - dijo María con confianza.

Así que se pusieron en marcha hacia el claro donde vivía el conejo. Cuando llegaron, lo vieron sentado en una roca, mirando pensativo. María se acercó lentamente.

"Hola, señor conejo. Soy María, y estas son mis amigas las ardillas. Nos dijeron que tal vez tuvieras algunas nueces que podrías compartir con nosotros. Estamos organizando una fiesta" – explicó con una sonrisa.

El conejo la miró con desconfianza.

"¿Y por qué debería ayudarte?" - replicó el conejo, cruzando las patas.

María pensó unos segundos.

"Porque compartir es mucho más divertido que tener todo para uno solo. Además, podrías venir a la fiesta y disfrutar con nosotros. ¡Habrá juegos y canciones!" - planteó.

El conejo, intrigado por la propuesta, finalmente sonrió y asintió.

"Está bien, puedo compartir algunas nueces. Pero solo si me dejas contarles un secreto…"

"¡Sí, queremos escucharlo!" – gritaron las ardillas emocionadas.

El conejo se acercó y susurró:

"El secreto del bosque está en la amistad y la alegría que compartimos entre nosotros. Siempre que uno ofrezca su mano, el bosque florecerá".

Con eso, el conejo llevó a María y las ardillas a su escondite, donde había un montón de nueces. Juntos, cargaron todas las nueces hacia el lugar de la fiesta.

Al caer la tarde, el bosque se llenó de risas y música. Las ardillas, el conejo, María y otros animalitos del bosque llegaron para disfrutar del festín.

"Este es nuestro primer encuentro juntos, ¡y me alegra tanto haberlos conocido!" - dijo María mientras repartía las nueces.

"Gracias, María. Eres una gran amiga!" - respondieron las ardillas y el conejo al unísono.

La fiesta continuó hasta que el sol se escondió y las estrellas comenzaron a brillar en el cielo. María se sintió feliz, supo que había hecho nuevos amigos y que cada aventura trae consigo una lección valiosa.

"Recuerden, siempre que compartamos y ayudemos a otros, viviremos grandes aventuras juntos" - dijo María mientras se despedía de todos, lista para regresar a casa con su corazón lleno de alegría.

Y así, María regresó a casa cantando y llenando su cuaderno con dibujos de su emocionante día en el bosque mágico.

FIN.

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