Las Aventura de María y el Rincón Escondido



María vivía en un pequeño departamento, donde las paredes eran como grandes oyentes de sus susurros. Su papá, Juan, trabajaba mucho y siempre llegaba cansado. En las horas que pasaban juntos, la atención de Juan estaba en su teléfono, su computadora o el televisor. María, a pesar de tener solo ocho años, sentía que la vida pasaba muy rápido y que ella se quedaba atrapada en un rincón de su propia casa, sin poder salir a explorar el mundo.

Un día, mientras jugaba sola, decidió investigar en el desván. Después de un esfuerzo impresionante, logró abrir la puerta y se encontró en una habitación polvorienta, llena de cajas y recuerdos olvidados. Allí, entre sombras y telarañas, encontró un viejo mapa.

"¿Qué será esto?" - exclamó emocionada, casi gritando de alegría.

El mapa parecía mostrar un camino hacia un lugar mágico, donde había un árbol que brillaba. María no podía creer lo que veía: tenía que encontrar ese árbol. Los días pasaron, y mientras su papá seguía inmerso en su trabajo, María realizó un plan.

Con un lápiz y un cuaderno, comenzó a anotar todo lo que necesitaba y a trazar su ruta. Finalmente, un sábado por la mañana, cuando Juan aún estaba dormido, María se armó de valentía y salió de casa.

Después de caminar un rato, sintió que la aventura realmente comenzaba. En el parque, conoció a un grupo de niños que jugaban a la pelota.

"¡Hola! Soy María. Estoy buscando un árbol especial, ¿quieren ayudarme?" - les preguntó.

Los niños, intrigados, aceptaron. Comenzaron a explorar juntos por el parque, entre risas y juegos, y se dieron cuenta de que habían creado un equipo. A medida que avanzaban, cada niño compartía una historia o un sueño, y María se sentía cada vez más feliz. Ella nunca había hablado tanto con otros niños.

Tras descubrir algunos secretos del parque, escucharon rumores de que el árbol mágico estaba más allá de un pequeño bosque. Se despidieron de la pelota y siguieron el mapa. Mientras caminaban, el camino se volvía más denso y lleno de plantas y animales.

"¿De verdad creen que existan los árboles que brillan?" - preguntó María, un poco insegura.

"¡Por supuesto!" - respondió una niña llamada Sofía. "La imaginación es el motor de la magia, si tenemos fe, ¡seguro lo encontraremos!"

Siguiendo el mapa, en un claro del bosque, finalmente encontraron al famoso árbol. Era enorme y sus hojas parecían iluminarse con reflejos dorados.

- “¡Lo encontramos, lo encontramos! ” - gritaron todos emocionados. De repente, María sintió que no sólo había hallado un árbol especial, sino que también había hecho nuevos amigos, lo que la llenó de una felicidad nunca antes experimentada.

Decidieron hacer un picnic bajo el árbol para celebrar su aventura. Con bocadillos que habían traído, contaron historias y se rieron juntos. María nunca había sentido una conexión tan fuerte con otros, y comprendió que la amistad era igual de valiosa que cualquier descubrimiento.

- “María, ¿podemos hacer esto más seguido? ” - preguntó Lucas, otro niño del grupo.

- “Sí, me encantaría,” - respondió María, sintiendo que algo había cambiado en su vida.

Antes de regresar, ella pidió un deseo al árbol mágico:

- “Espero que mi papá y yo podamos pasar más tiempo juntos, como lo hicimos hoy.”

Cuando María volvió a casa, encontró a su papá sentado en la sala, con el teléfono apagado por primera vez.

- “¡Papá! ¡Hoy fue el mejor día de mi vida! Encontré un árbol mágico y nuevos amigos, ¡tenés que escucharme! ”

Juan, curioso, dejó de lado su cansancio y escuchó.

- “Contame todo, María. Parece que disfrutaste mucho.”

Esa noche, los dos hablaron por horas. María, sintiendo que había un mundo más allá de las cuatro paredes de su hogar, se dio cuenta de que podía compartir su alegría con su papá.

Desde ese día, Juan hizo un esfuerzo por estar presente en la vida de su hija. Juntos exploraron el parque, compartieron historias y también se volvieron amigos. María había encontrado su lugar en el mundo, y, sobre todo, había aprendido que la magia no solo existía en los árboles, sino en los momentos que compartía con las personas que quería.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!