Las Aventura de Mario y Gael en el Parque
Había una vez un niño llamado Mario que iba a la guardería todos los días. A Mario le encantaba jugar con sus amigos, pero su mejor amigo de todos era Gael.
Un día soleado, al salir de la guardería, Mario le dijo a Gael:
"¡Vamos al parque! ¡Hoy quiero jugar en el tobogán!"
Gael sonrió y asintió con la cabeza.
"¡Sí! ¡Y después podemos jugar a las escondidas!"
Mario y Gael corrieron hacia el parque. Al llegar, los dos amigos se llenaron de alegría al ver el enorme tobogán, el columpio y la gran explanada verde.
Sin embargo, cuando llegaron al tobogán, vieron que había una enorme cola de chicos esperando para jugar. Mario se frustró un poco y dijo:
"¡Uf! Nunca voy a poder jugar si hay tanta gente..."
Pero Gael, que siempre tenía buenas ideas, dijo:
"No te preocupes, Mario. ¡Podemos hacer algo diferente mientras esperamos!"
Mario lo miró intrigado.
"¿Qué te parece jugar a crear una historia?"
"¡Me encanta! ¿De qué se trata?"
"Vamos a inventar una historia de piratas. ¡Tú puedes ser el capitán y yo el cocinero!"
"¡Siiii! ¡Voy a encontrar un tesoro mágico en esta isla!"
Los dos amigos se pusieron a jugar con gran entusiasmo, hablando en voz alta y riendo, mientras otros niños que esperaban para usar el tobogán se unieron a su juego.
Después de un rato, cuando por fin les tocó jugar en el tobogán, ambos estaban llenos de energía. Mario subió primero y gritó desde arriba:
"¡Mira, soy el capitán de los piratas! ¡Voy a deslizarme hacia el tesoro!"
Mario se lanzó por el tobogán y aterrizó en el césped con una sonrisa gigante.
"¡Es tu turno, Gael! ¡Vamos!"
Gael subió rápidamente y gritó:
"¡Voy a cocinar el banquete de los piratas!"
Ambos se turnaron, riendo y disfrutando hasta que se hicieron amigos de todos los que esperaban.
De repente, una niña que jugueteaba con una muñeca se acercó y dijo:
"¿Puedo jugar con ustedes?"
Mario, siempre amable, le respondió:
"¡Claro que sí! ¡Tú puedes ser la pirata que encuentra el mapa del tesoro!"
La niña se iluminó de felicidad y los tres comenzaron a crear una historia aún más grande, donde el tesoro era una caja llena de caramelos y sorpresas. Cada vez que alguien se unía, Mario y Gael los incluían en su juego.
Pero poco después, vieron a un chico que estaba sentado solo en un columpio, mirando al suelo. Mario se acercó y le preguntó:
"¿Por qué no juegas con nosotros?"
El chico, un poco tímido, respondió:
"No sé jugar, siempre estoy solo..."
Mario miró a Gael y rápidamente tuvo otra idea.
"¿Sabes qué? Puedes ser nuestro pirata aprendiz. ¡Estamos en una misión muy especial!"
El chico se animó y, después de unos minutos, se unió a ellos, riéndose y jugando hasta el atardecer.
Al final del día, Mario y Gael se despidieron de sus nuevos amigos con sonrisas radiantes.
"¡Fue un gran día, Mario!"
"Sí, y nos hicimos amigos nuevos. ¿Viste cómo incluimos a todos en el juego?"
Gael asintió.
"Es más divertido jugar cuando todos están incluidos. ¡La vida es una gran aventura!"
Mario sonrió y, mientras caminaban hacia casa, pensó en lo importante que era compartir y ser amable.
Desde ese día, cada vez que iban al parque, se aseguraban de invitar a los demás a unirse a sus juegos y aventuras. Nunca olvidaron que jugar era mejor cuando lo hacían juntos. Y así, Mario y Gael aprendieron que los mejores tesoros no eran solo de caramelos y juguetes, sino las amistades que construían y el cariño que compartían.
Colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.