Las Aventura de Martha y sus Amigos



En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, vivía una niña llamada Martha. Era curiosa y soñadora, siempre lista para una nueva aventura. Un día, decidió que quería construir la mejor cabaña en el árbol del parque. Martha rápidamente invitó a sus amigos: Carlos, un niño muy ingenioso; Luis, que tenía una increíble habilidad para encontrar materiales; y María, que siempre tenía buenas ideas.

"¡Chicos! ¿Quieren ayudarme a construir nuestra cabaña en el árbol?" - preguntó entusiasmada Martha.

"¡Claro! Suena divertido, contá conmigo!" - dijo Carlos mientras sonreía.

"Sí, yo puedo encontrar madera y cosas útiles en la ferretería de mi papá." - agregó Luis.

"Y yo puedo dibujar los planos!" - exclamó María con alegría.

Los amigos se pusieron manos a la obra. El primer día, recopilaron materiales: tablas, hilos, y varias latas vacías que encontraron. Estaban tan concentrados que no se dieron cuenta de que se había nublado el cielo.

Cuando empezaron a construir, de repente, comenzó a llover, y todos corrieron a refugiarse bajo un gran árbol.

"¡No podemos dejar que la lluvia nos detenga!" - dijo Carlos.

"Podríamos usar la lluvia a nuestro favor" - sugirió María, con una chispa de ingenio.

"¿Cómo?" - preguntó Luis, un poco confundido.

"Podemos recolectar agua de lluvia para regar las plantas alrededor de nuestra cabaña una vez que la terminen, así será un lugar hermoso y verde" - explicó María.

Después de la lluvia, decidieron meterse bajo las cobijas (de la abuela de Martha que eran viejas pero suaves) y pensar en nuevas ideas mientras esperaban a que el agua se detuviera.

"Quizás podemos pintarla de colores bonitos una vez que la terminen" - dijo Martha.

"Y podríamos hacer una mesa y sillas para invitar a más amigos a jugar" - agregó Luis.

"Así sería un lugar genial para hacer picnics" - coincidió Carlos.

Con toda la energía acumulada, el cielo se despejó y continuaron con su proyecto. Sin embargo, se dieron cuenta de que no podían levantar una gran tabla por sí solos.

"No puedo, es muy pesada" - dijo Martha, agotada.

"Yo también estoy cansado... ¿qué hacemos?" - comentó Luis.

De repente, escucharon un ruido. Era un grupo de niños que pasaba jugando. Martha se acercó a ellos:

"¡Hola! Estamos construyendo una cabaña en el árbol, ¿quieren ayudarnos?"

Los nuevos amigos se unieron al grupo, y juntos comenzaron a trabajar. A medida que avanzaban, se dieron cuenta de que era mucho más divertido trabajando todos juntos.

"¡Miren qué rápido avanzamos!" - gritó María emocionada.

"Sí, creo que esta cabaña va a ser la mejor del mundo" - le siguió el juego uno de los nuevos chicos.

Finalmente, después de mucho esfuerzo, la cabaña quedó terminada. Estaba pintada de colores, rodeada de plantas y decorada con dibujos y fotos. Martha y sus amigos estaban felices.

"¡Miren, lo hicimos!" - gritó Luis con alegría.

"Esto es aún mejor de lo que imaginaba," - dijo Martha sonriendo.

"¡Ahora tenemos el lugar perfecto para jugar!" - exclamó Carlos mientras se subía al árbol.

Y así, todos los niños se reunieron en la cabaña, jugaron, rieron e incluso organizaron un picnic. Comieron galletitas, jugaron a las escondidas y compartieron historias.

Aquella cabaña terminó siendo más que solo un refugio; se convirtió en un símbolo de lo que pueden lograr cuando trabajan juntos y se apoyan mutuamente.

Así, los amigos aprendieron que la colaboración y la creatividad son la clave para superar los desafíos, y que cada aventura es más divertida cuando se comparte con los amigos. Desde ese día, el árbol se llenó de risas y recuerdos, y Martha supo que siempre había algo nuevo por descubrir.

Cada vez que se encontraban bajo su cabaña, recordaban aquella primera vez cuando, en medio de la lluvia, no se rindieron y transformaron un contratiempo en una oportunidad.

FIN.

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