Las Aventura del Bosque de las Normas



En un hermoso bosque lleno de árboles altos y animales amigables, vivía un grupo de amigos: Lila la liebre, Tico el pajarito, Luna la tortuga y Roco el zorro. Todos disfrutaban de jugar juntos, pero a veces, las cosas no salían como esperaban. Por eso, un día decidieron que necesitaban seguir unas normas de convivencia para que todos se sintieran felices y seguros.

"Creo que deberíamos tener algunas normas," propuso Lila, moviendo sus orejas con entusiasmo.

"¿Normas? ¿Por qué?" preguntó Tico, revoloteando alrededor.

"Porque a veces, cuando jugamos, no todos estamos de acuerdo y eso puede hacer que alguien se sienta mal," explicó Lila.

Todos asintieron, así que decidieron tener una reunión en el claro del bosque. Después de un rato de charla, encontraron varias normas que todos podían seguir.

"Primera norma: siempre preguntar antes de usar los juguetes de otro," dijo Luna.

"Segunda norma: si alguien se siente triste, debemos preguntar qué le pasa y ayudarle," agregó Roco.

"Y la tercera norma: tenemos que turnarnos en los juegos para que todos puedan participar," sugirió Tico.

Así, las normas fueron acordadas y todos se sintieron contentos. Sin embargo, al día siguiente, mientras estaban jugando, ocurrió un giro inesperado. Roco, emocionado, decidió correr por el bosque, pero olvidó preguntar a Lila si podía usar su pelota.

"¡Roco, espera!" gritó Lila, pero él ya había comenzado a jugar. Al instante, la pelota se fue rodando colina abajo. Roco, al darse cuenta de que no había seguido la norma, se sintió triste.

"Lo siento, Lila. No quise hacerte enojar. No recordé la norma," dijo Roco, mirando al suelo.

"Está bien, Roco. Todos cometemos errores," contestó Lila con una sonrisa. "Puedes volver a jugar con nosotros si prometes preguntar la próxima vez."

Roco asintió con la cabeza, aliviado. Después de eso, cada vez que jugaban, se aseguraban de recordar las normas. Pero un día, Luna se sintió un poco sola porque quería jugar a un juego diferente al que estaban jugando todos.

"¿Qué pasa, Luna?" le preguntó Tico.

"Quiero jugar a algo diferente, pero no quiero interrumpir," respondió ella con un suspiro.

"Podríamos turnarnos!" sugirió Lila. "Primero jugamos un rato a lo que quiere Luna y luego seguir con lo que estábamos."

Así fue como decidieron hacer una ronda de juegos, donde todos podrían proponer un juego diferente. La palabra —"turnos"  hizo que el día se llenara de risas y alegría.

Sin embargo, no todo fue fácil. Un día, Tico se sintió frustrado porque pensaba que los otros no le prestaban atención cuando hablaba. Fue entonces que decidió volar alto y alejarse, dejándolos solos.

Al notarlo ausente, todos se comenzaron a preocupar.

"¿Dónde está Tico?" preguntó Luna.

"No lo sé, pero deberíamos ir a buscarlo," dijo Roco.

"Solo quiero que me escuchen!" gritó Tico desde lo alto de un árbol. n

Lila, al escuchar eso, decidió hablar.

"Tico, estamos aquí para escucharte! ¿Podés bajar para charlar?"

Al oír eso, Tico descendió lentamente.

"Perdón, sentí que nunca me prestaban atención cuando hablaba",

"Te escuchamos, Tico. Nunca fue nuestra intención. Siempre eres parte de nuestras aventuras," le contestó Lila.

Tico sonrió, sintiéndose aliviado.

"Gracias, amigos. La próxima vez que me sienta así, les diré en vez de volar."

La etapa de resolver los problemas y pensar en las normas les enseñó a ser mejores amigos. Con el tiempo, todos se dieron cuenta de que las normas de convivencia, aunque parecieran simples, eran clave para mantener la paz y la felicidad en su bosque.

Y así, Lila, Tico, Luna, y Roco continuaron disfrutando sus juegos y siempre recordaron lo que habían aprendido: que convivir en armonía es el mejor juego de todos.

¡Y así, el bosque siempre sonó con risas y amistad!

FIN.

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