Las Aventura del Bosque Encantado
Era un día soleado cuando Tomás y Sofía decidieron salir a explorar el bosque que estaba al lado de su casa. Habían escuchado rumores sobre un lugar mágico donde los árboles cantaban y los animales podían hablar. Con una brújula hecha de papel y una mochila llena de galletas, se pusieron en marcha.
"¿Crees que encontramos el lugar mágico?" – preguntó Sofía emocionada mientras recogía flores del camino.
"¡Claro que sí! Si seguimos este sendero, seguro que llegamos." – respondió Tomás con confianza.
Después de caminar un buen rato, comenzaron a escuchar un sonido extraño.
"¿Qué es eso?" – murmuró Sofía, mirando a su alrededor.
"¡Puede ser el canto de los árboles!" – exclamó Tomás, haciendo una mueca de emoción.
Decidieron seguir el sonido, que se hacía más fuerte a medida que avanzaban. De repente, se encontraron con un claro iluminado por los rayos del sol, donde un grupo de ardillas estaban bailando en círculos.
"¡Mirá, Sofía!" – gritó Tomás. – "Las ardillas están teniendo una fiesta."
"¡Hola, amiguitos!" – saludó Sofía con la mano.
Las ardillas, sorprendidas, dejaron de bailar y se acercaron a los niños.
"¡Hola! No muchos humanos vienen por aquí!" – dijo una ardilla que se llamaba Rita. – "¿Qué los trae a nuestro bosque?"
"Estamos buscando el lugar mágico donde los árboles cantan y los animales hablan," respondió Tomás.
"¡Están muy cerca!" – dijo Rita. – "Solo necesitan cruzar el Puente de los Susurros. Pero cuidado, hay que ser amables y ayudar a los que lo necesiten."
Intrigados, Tomás y Sofía decidieron ir al Puente de los Susurros. Al llegar, se dieron cuenta de que había un pequeño pato atrapado entre las piedras.
"¡Pobre pato!" – dijo Sofía, preocupada.
"Debemos ayudarlo," dijo Tomás resolutivo.
Ambos comenzaron a mover las piedras con todas sus fuerzas, y tras un rato, lograron liberar al pato.
"¡Gracias, chicos!" – dijo el pato, emocionado. – "Soy Paco, y les debo una. ¿Quieren cruzar el puente?"
Los niños asintieron y, en agradecimiento, Paco los llevó al otro lado del puente.
Al cruzar, sintieron una brisa fresca y escucharon un suave canto proveniente de los árboles. Ante ellos se extendía un bosque lleno de colores vibrantes y árboles que parecían hablar entre ellos.
"¡Mirá, Sofía! Las hojas están moviéndose al compás de la música!" – gritó Tomás.
Ellos se adentraron más en el bosque, y cada vez que un árbol hablaba, compartía una historia sobre la amistad y la importancia de cuidar la naturaleza. Los árboles los alentaban a nunca dejar de explorar y a siempre ayudar a los demás.
"Esto es increíble, Tomás.¡No quiero volver nunca a casa!" – dijo Sofía, maravillada.
El tiempo pasó rápidamente, y cuando el sol comenzó a ocultarse, Rita y Paco se acercaron a los niños.
"Es hora de que vuelvan a casa. Pero recuerden, la magia está en cada pequeño acto de bondad que hagan afuera," dijo Rita con una sonrisa.
"Y siempre cuiden el bosque!" – agregó Paco.
Tomás y Sofía se despidieron con un fuerte abrazo y prometieron regresar pronto. Mientras salían del bosque, comprendieron que la verdadera magia no estaba solo en las leyendas, sino en la amistad y en cuidar del mundo que los rodea.
Al llegar a casa, se sentaron en la escalera, mirando las estrellas que comenzaban a brillar.
"Hoy fue un día inolvidable," dijo Sofía.
"Sí, y siempre vamos a tener estos recuerdos. ¡El bosque tiene magia y es nuestra!" – respondió Tomás, sonriendo.
Y así, entre risas y aventuras, Tomás y Sofía se prometieron seguir explorando y cuidando la naturaleza. La magia del bosque quedaría en sus corazones para siempre, inspirándolos a ser mejores amigos y guardianes de su mundo.
FIN.