Las Aventura del Curichi Resplandeciente
Érase una vez un curichi en un hermoso bosque llamado Don Bosque Alegre. Este curichi, que se llamaba Gato, era un lugar mágico donde vivían muchos animales, plantas y ríos relucientes. Aunque era pequeño, Gato había vivido muchas aventuras con sus amigos.
Un día, mientras Gato exploraba con su amiga Lila, la tortuga, y su amigo Pipo, el loro, encontraron un lugar hermoso para jugar.
"¡Miren, amigos! Este lugar es perfecto para jugar al escondite!" - dijo Gato, emocionado.
"¡Sí! ¡Vamos a jugar!" - respondió Lila, moviendo su pequeña cola.
"Pero primero debemos asegurarnos de que está limpio y seguro" - insistió Pipo, mirándose alrededor.
Y así, jugaron un rato hasta que se dieron cuenta de algo terrible. Ruidos de maquinaria rompían la calma de la naturaleza. Al acercarse, vieron que un grupo de humanos estaba tirando basura y contaminando su querido curichi.
"¡No! ¡Esto no puede estar pasando!" - gritó Lila con tristeza.
"Tenemos que hacer algo, amigos. Gato no puede estar así" - agregó Pipo, preocupado.
Los tres amigos decidieron que debían actuar. Se sentaron a pensar en cómo podían conseguir que el curichi volviera a ser lo que era.
"¿Y si hacemos carteles para que la gente sepa que estamos en peligro?" - sugirió Lila.
"¡Buena idea!" - exclamó Gato. "Podemos dibujar dibujos que muestren lo hermoso que es Gato. ¡Así la gente querrá ayudar!"
"Pero necesitamos más ayuda de otros animales" - dijo Pipo. "Si unimos a todos, ¡podemos hacer ruido!"
Así que todos los animales del curichi se unieron. Hicieron carteles enormes, prepararon un gran grito de protesta y se pusieron a trabajar. Un grupo de ardillas empezó a recolectar hojas y flores para decorar el lugar. Las ranas croaban fuerte para que todos escucharan. Las aves volaban alto, llevando mensajes a otros animales del bosque.
Cuando los humanos llegaron al día siguiente y vieron todo aquel bullicio, se detuvieron.
"¿Qué está pasando aquí?" - preguntó uno de ellos, sorprendido.
Los animales se unieron y fueron a hablar con ellos.
"¡Por favor, no contaminen nuestro hogar!" - gritó Gato. "Este curichi es nuestro refugio y queremos preservarlo."
"¡Así es!" - agregó Lila. "Miren cuán hermoso podía ser. ¡Déjennos ayudar a limpiarlo!"
Los humanos quedaron tan conmovidos por la valentía de los amigos y el amor que sentían por su hogar, que decidieron cambiar sus planes. Se unieron a los animales y comenzaron a recoger la basura.
"¡Estoy tan feliz!" - dijo Pipo mientras ayudaba a limpiar. "Mirad, el agua está volviendo a brillar!"
"¡Y las flores están volviendo a nacer!" - exclamó Lila mientras veía cómo todo se transformaba.
Después de días de trabajo conjunto, el curichi tomó su forma maravillosa. Los colores resplandecían, los animales jugaban felices y los humanos aprendieron una valiosa lección sobre el cuidado de la naturaleza.
"¡Lo logramos, amigos!" - celebró Gato. "¡Nuestro curichi está resplandeciente otra vez!"
"¡Y juntos podemos protegerlo para siempre!" - añadió Lila, llena de alegría.
Los amigos decidieron que cada mes se reunirían para cuidar el curichi, asegurándose de que siempre estuviera limpio. Y así, Gato, Lila y Pipo siguieron viviendo aventuras en su hogar, cuidándolo con amor y enseñando a otros sobre la importancia de proteger la naturaleza.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.