Las Aventura Emocional de la Escuela San Martín



Era una mañana soleada en la Escuela San Martín. Los alumnos de la sala de quinto grado estaban sentados en sus pupitres, ansiosos por la clase de hoy. La maestra Sofía, con su sonrisa brillante y su voz cálida, comenzó a hablar.

"¡Buenos días, chicos! Hoy vamos a explorar nuestras emociones de una manera muy especial", dijo ella mientras se movía de un lado a otro en el aula.

Los alumnos se miraron entre sí, intrigados. Todos sabían que la señora Sofía siempre tenía algo interesante bajo la manga.

"Hoy haremos un juego que se llama 'El Mapa de las Emociones'. Cada uno de ustedes va a dibujar un mapa que muestre cómo se sienten. Pero no solo eso, quiero que dibujen situaciones que les hagan sentir felicidad, tristeza, enojo y todo lo que les pase por la cabeza. ¡Vamos, manos a la obra!"

Los niños comenzaron a dibujar con fervor. Con lápices de colores, hacían paisajes de risas y momentos tristes. Pero luego, Juanito, el más inquieto de la clase, levantó la mano.

"Señora Sofía, ¿puedo dibujar un dragón?" preguntó, con una chispa de emoción en sus ojos.

La maestra sonrió ante la originalidad de su alumno.

"Claro que sí, Juanito. Pero asegúrate de que el dragón represente una emoción. ¿Qué te hace sentir?"

Juanito pensó por un momento y respondió:

"Creo que es para mostrar mi enojo cuando no me dejan jugar en el patio. El dragón se ve enfadado y escupe fuego."

Los demás niños comenzaron a reír, pero la señora Sofía vio una gran oportunidad en eso.

"¡Excelente, Juanito! Veremos cómo esos dragones pueden ayudarnos a hablar de lo que sentimos en lugar de guardarlo."

Después de trabajar en sus mapas, que estaban llenos de colores y símbolos, la maestra les pidió que formaran grupos y compartieran sus dibujos. Cada niño relataba su historia y sus compañeros escuchaban con atención. La clase estaba llena de risas y, a veces, también de lágrimas.

"A mí me hace muy feliz jugar al fútbol con mis amigos," dijo Valentina, mostrando su dibujo de una cancha iluminada. "Pero a veces me da mucha bronca cuando pierdo."

Al escuchar esto, otro niño, Lucas, decidió compartir su historia.

"Yo me siento triste cuando mis amigos no me invitan a jugar juntos. A veces, siento que no me quieren."

La señora Sofía se dio cuenta que estas conversaciones estaban ayudando a los chicos a comprenderse mejor entre sí. Pero había algo más que quería hacer.

"Chicos, tengo una idea divertida. ¿Qué tal si hacemos un teatro de emociones con nuestros mapas? Así podremos expresar lo que sentimos de una manera diferente."

Todos se entusiasmaron con la propuesta, y en los días siguientes, cada grupo preparó una pequeña obra escrita y representada por ellos mismos. Cada niño actuaba su papel y compartía su emoción a través de personajes distintos.

Sin embargo, llegó el día de la presentación y algunos niños comenzaron a sentir nervios. Valentina, por ejemplo:

"Ay, no sé si puedo hacerlo. Me pone muy nerviosa hablar frente a todos."

La señora Sofía, percibiendo la tensión, se acercó a ella.

"Valentina, ¿qué tal si tomamos una respiración profunda juntas? Recuerda que estamos aquí para apoyarnos unas a otros. Además, tú eres muy valiente por intentar."

Valentina asintió, y mientras respiraban juntas, se sintió un poco mejor. El teatro de emociones comenzó y cada grupo brilló en el escenario. Los dragones de Juanito rugieron, los campos de fútbol de Valentina se llenaron de risas y las historias de tristeza de Lucas tocaban el corazón de todos.

El espectáculo fue un éxito, y al finalizar, los aplausos resonaron fuertemente en el aula. La señora Sofía estaba emocionada.

"Estoy muy orgullosa de cada uno de ustedes. Hoy no solo compartieron sus emociones, sino que aprendieron a expresarse y apoyarse entre amigos. ¡Eso es lo más importante!"

Los niños se miraron felices. E incluso aquellos que habían sentido miedo al principio se dieron cuenta de que compartir sus sentimientos los unía más que nunca. Así, en la Escuela San Martín, las emociones ya no eran un tema tabú, sino que se había convertido en un colorido mapa que llevaban en el corazón.

Y así, la maestra Sofía continuó su labor, ayudando a sus alumnos a navegar por las aguas de lo que implica ser humano, haciendo que cada día fuera una aventura emocional llena de color y significado.

FIN.

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