Las Aventura en el Aula Mágica



Era un día soleado en la escuela primaria "El Arcoíris", donde Amatista, una niña de cabello rizado y colorido, esperaba a su mejor amigo Alan en la entrada. "¡Alan! ¡Llegaste! ¡No puedo esperar a contarte lo que descubrí!" - exclamó Amatista, llenando su voz de emoción.

"¿Qué descubriste, Amatista?" - preguntó Alan, ajustándose la mochila.

"Hoy, mientras exploraba la biblioteca, encontré un libro antiguo. ¡Era enorme y tenía una portada dorada! Al abrirlo, vi dibujos de criaturas mágicas y palabras que brillaban. ¡Parece que tiene poderes!" - dijo Amatista, con los ojos muy abiertos.

"¡Amo las criaturas mágicas! ¿Qué vamos a hacer con ese libro?" - dijo Alan, entusiasmado.

Decidieron que durante el recreo, usarían el libro para descubrir sus secretos. Llegó la hora del descanso, y los niños se sentaron bajo un viejo árbol en el patio. Amatista abrió el libro y, al tocar una palabra, de repente, una luz resplandeciente llenó el aire.

"¡¿Qué está pasando? !" - gritó Alan, cubriéndose los ojos.

Cuando la luz se disipó, frente a ellos había un pequeño dragón de colores brillantes. "¡Hola! Soy Rayo, el Dragón de la Imaginación!" - dijo el dragón, batiendo sus alas.

Amatista y Alan se miraron boquiabiertos. "¡Esto es increíble!" - dijo Amatista, sin poder contener su sonrisa.

Rayo les explicó que había sido liberado gracias a su curiosidad y amor por la aventura. "Necesito su ayuda para recuperar las hojas de magia que se han perdido en la escuela. Sin ellas, la imaginación se apagará en este lugar" - dijo el dragón.

"¡Estamos listos! ¿Qué tenemos que hacer?" - contestó Alan, con determinación.

La primera pista llevò a Amatista y Alan al laboratorio de ciencias, donde descubrieron que una hoja de magia se había escondido dentro de un frasco de pociones.

"¡Debemos encontrar la fórmula correcta para liberarla!" - propuso Amatista.

Ambos comenzaron a mezclar ingredientes, siguiendo las pistas que Rayo les daba. Después de varias pruebas, su mezcla burbujeante reveló la hoja dorada que brillaba intensamente. "¡Lo logramos!" - gritaron al unísono.

Con la primera hoja en mano, Rayo sonrió. "¡Una más y será un paso grande!" - dijo, emocionado.

La siguiente pista los llevó a la biblioteca. Allí, encontraron a un grupo de estudiantes que habían encerrado una hoja de magia en una estantería, queriendo usarla para hacer trucos de magia.

"¡Debemos hablar con ellos!" - sugirió Alan.

Se acercaron al grupo y compartieron la historia. "La magia no es solo para nosotros, ¡es para todos!" - dijo Amatista con sinceridad.

Los otros niños, conmovidos por las palabras de Amatista, decidieron liberar la hoja. "¡Tienen razón! La magia es para compartirla" - acordó uno de ellos.

Así, lograron obtener la segunda hoja. Rayo danzó de felicidad, pero aún faltaba una última hoja. La última pista los llevó a la sala de arte, donde un mural estaba cubierto de pintura. Allí, encontraron la última hoja escondida detrás de una obra maestra.

"¡Es hermosa! Y está llena de imaginación... ¿Cómo la sacamos de aquí?" - preguntó Alan, frunciendo el ceño.

Amatista recordó la historia del libro. "Quizás si pintamos algo juntos, la hoja se unirá a nuestra creación."

Así que con pinceles y colores, comenzaron a pintar un gigantesco mural lleno de dragones, castillos, y todo lo que les inspiraba. Cuando terminaron, la hoja de magia voló hacia ellos, uniendo dos mundos y liberando un estallido de luz.

"¡Lo logramos!" - gritó Rayo, lleno de alegría. "Gracias, amigos. Ahora la imaginación florecerá en toda la escuela. Recuerden, la magia está en compartir y crear juntos."

Amatista y Alan se abrazaron, felices por la aventura. Pero al cerrar el libro, algo maravilloso sucedió: cada niño en la escuela comenzó a soñar, a contar historias, y sobre todo, a compartir su creatividad.

"¡Volveremos a vivir aventuras, Rayo!" - prometió Amatista.

"¡Definitivamente!" - contestó Alan. "Esta fue solo la primera de muchas. Juntos, podemos hacer magia donde sea."

Y así, cada día en la escuela, Amatista y Alan siguieron compartiendo su imaginación y creando nuevos lazos entre amigos. De esta manera, hicieron de "El Arcoíris" un lugar lleno de aventuras, risas y, sobre todo, mucha magia creativa.

FIN.

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