Las Aventura en el Laboratorio de Computación



En el Colegio San Pedro de Barquisimeto, había un grupo de chicos que adoraban la computación. Eran Víctor, Máximo y Paola. Un día, cuando llegaron al laboratorio de computación, se encontraron con un gran cartel que decía: "Normas del Laboratorio".

"¡Mirá, las normas!" - dijo Paola emocionada, saltando de un pie al otro.

"¡Sí! Pero ¿qué pasaría si no las seguimos?" - preguntó Máximo, con una mirada traviesa.

"¡Vamos a averiguarlo!" - respondió Víctor, sonriendo.

Así, decidieron entrar al laboratorio sin prestar atención a las normas. Con programas volando por las pantallas y sonidos de píxeles por doquier, los chicos comenzaron a experimentar:

"¡Voy a programar un juego!" - gritó Víctor, mientras tecleaba rápidamente.

"Yo quiero hacer un dibujo animado" - añadió Paola.

"Yo haré una animación de un pajarito volando" - dijo Máximo.

Pero de repente, algo extraño ocurrió. Las computadoras comenzaron a parpadear y a hacer ruidos raros.

"¿Qué está pasando?" - preguntó Paola, mientras se sujetaba la cabeza.

"¡Yo no sé!" - respondió Víctor, intentando recordar las normas.

"¡Tal vez es por no seguir las reglas!" - sugirió Máximo, que ya estaba asustado.

Entonces, las pantallas comenzaron a llenarse de letras y números que formaron un enorme dragón pixelado que escupía códigos de error.

"¡Auxilio! ¡Un dragón de código!" - chilló Paola.

"Tenemos que detenerlo, pero ¿cómo?" - dijo Víctor con nerviosismo.

"¡Sigamos las normas! Eso nos guiará para resolver esto" - exclamó Máximo, recordando lo que habían leído.

Así, juntos revisaron las normas y encontraron que una de ellas decía: "Si hay un problema, permanece tranquilo y usa las herramientas adecuadas".

"¡Eso es! Usemos las herramientas del laboratorio!" - se emocionó Paola.

Agarraron distintos dispositivos y comenzaron a trabajar en equipo.

"Yo usaré el software para desactivar el dragón" - dijo Víctor, mientras escribía rápidamente.

"Yo dibujaré un nuevo código en la pantalla para que se calme" - dijo Paola, concentrada en su tarea.

"Y yo crearé un lazo que lo una a las normas para que aprenda a comportarse" - añadió Máximo, decidido a ayudar.

Con gran esfuerzo, lograron hacer que el dragón dejara de escupir errores y comenzara a parpadear de manera más tranquila.

"¡Lo hemos logrado!" - gritaron los tres a la vez, llenos de felicidad.

"Todo fue gracias a seguir las normas" - comentó Paola.

"Sí, nunca más volveremos a ignorarlas" - dijo Víctor, mirando con admiración al dragón que ahora estaba mostrando un comportamiento amigable.

"Y prometo que haré un dibujo de nuestro dragón amistoso como recuerdo" - finalizó Máximo, contento por su nuevo amigo.

Desde ese día, Víctor, Máximo y Paola aprendieron que las normas estaban para protegerlos y guiarlos. Siempre recordaron aquella aventura en el laboratorio, nunca olvidaron seguir las reglas, y se convirtieron en los mejores amigos del dragón de código que ayudaban en el laboratorio.

Y así, una simple clase de computación los unió por siempre.

FIN.

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