Las Aventura Mágica de Dina Boluarte y su Amigo Vizcarra
En un colorido pueblo donde la gente siempre sonreía, vivía una niña valiente llamada Dina Boluarte. Un día, su abuela le regaló un antiguo reloj mágico que, según decía, tenía el poder de cumplir deseos.
"¡Este reloj puede ayudarte a traer felicidad a tu pueblo!" - dijo la abuela mientras se lo entregaba.
Dina se sintió emocionada y decidió poner a prueba su poder. Sin embargo, en el horizonte apareció un oscuro nublado, y una sombra malvada comenzó a envolver su pueblo: ¡el malvado Pedro Castillo había llegado!
Pedro, que siempre estaba enojado y amargado, quería que nadie se divirtiera.
"¡No habrá risas ni alegrías mientras yo esté aquí!" - exclamó con una voz estruendosa.
Dina, decidida a detenerlo, miró su reloj mágico y pidió un deseo.
"¡Deseo encontrar un gran amigo que me ayude a enfrentar a Pedro!"
De repente, un destello iluminó el camino y, al darse la vuelta, se encontró con un lagarto brillante. Tenía escamas que brillaban como el sol.
"¡Hola, soy Vizcarra!" - dijo el lagarto con una voz amistosa.
"¡Necesito tu ayuda, Vizcarra! ¡Pedro quiere hacer infeliz a todos!"
"¡Con mucho gusto, Dina!" - comentó Vizcarra, moviendo su cola mágica.
Ambos se pusieron en marcha hacia el oscuro castillo donde Pedro vivía. En su camino, se toparon con obstáculos: troncos caídos, un río que bloquearon su paso y un puente que se había derrumbado. Pero con cada desafío, Dina usaba su reloj mágico.
"¡Reloj, por favor, ayúdanos a construir un puente!" - pidió ella.
Y el reloj brilló, creando un hermoso puente que pudieron cruzar.
Finalmente, llegaron al castillo de Pedro. Cuando lo encontraron, estaba rodeado por sus eternas nubes de maldad.
"¡Fuera de aquí, niños! ¡No me detendrán!" - gritó Pedro furioso.
Dina miró a Vizcarra y, con un guiño, comenzaron a bailar juntos.
"¡Mira, Pedro! ¡La alegría está aquí!" - exclamó Dina mientras giraba y sonreía.
Intrigado, Pedro se detuvo por un momento.
"¿Qué es esto?" - preguntó, con un tono menos enojado.
"Es felicidad, algo que jamás conocerás si sigues siendo malo. ¡Unite a nosotros!" - le dijo Vizcarra, animándolo a unirse a la fiesta.
Pedro, dubitativo, empezó a mover sus pies y pronto se sintió un poco más ligero. Pero de pronto, decidió escapar.
"¡Yo no necesito de ustedes!" - exclamó mientras corría hacia la salida.
Sin embargo, al llegar a la puerta, se encontró atrapado en el embotellamiento de tráfico del pueblo, que había crecido justo cuando intentaba escapar. Los autos se detenían y la gente soltaba risas mientras pasaban por su lado.
Dina y Vizcarra, desde lejos, rieron.
"¡Mira, Pedro! ¡La alegría siempre encuentra la manera!" - le gritó Dina riendo.
Finalmente, Pedro se dio cuenta de que siempre se estaba alejando de la diversión y del cariño de los demás. Así que, mientras estaba atrapado, comenzó a reírse con la gente.
Y desde ese día, Pedro decidió cambiar. Aprendió que la felicidad se compartía y que era mejor ser bueno que estar solo y enojado.
Dina, Vizcarra y Pedro se convirtieron en grandes amigos, visitando muchos lugares y compartiendo alegrías. El pueblo volvió a ser un lugar lleno de risas y buenos momentos.
Y así, con su reloj mágico siempre a su lado, Dina continuó viviendo aventuras maravillosas, siempre recordando que un buen amigo y un poco de magia pueden cambiar el mundo.
FIN.