Las Aventura Mágica de Edwin en el Mártir de la Medicina
Edwin era un niño curioso que vivía en San Juan de Lurigancho. Tenía un corazón lleno de sueños y siempre estaba dispuesto a explorar el mundo que lo rodeaba. Un día, mientras caminaba hacia su colegio, el Mártir de la Medicina, notó algo inusual en el aire. Había una especie de chispa que brillaba en el cielo. Edwin, intrigado, siguió el rastro de luz hasta que encontró una pequeña puerta dorada en una vieja pared del colegio.
"¿Y si entro?", se preguntó.
Sin pensarlo dos veces, Edwin empujó la puerta y, para su sorpresa, se encontró en un mágico jardín lleno de colores nunca antes vistos. Las flores reían, los árboles bailaban y había mariposas que hablaban entre sí.
"¡Bienvenido, Edwin!", exclamó una mariposa de colores brillantes.
"¿Cómo sabes mi nombre?", preguntó Edwin, asombrado.
"Este es un lugar especial donde todos los amigos del conocimiento se reúnen. Solo los que están dispuestos a aprender y explorar pueden encontrar esta puerta. Aquí, cada aventura es una lección", explicó la mariposa.
Edwin, emocionado, decidió que quería vivir una aventura que le enseñara muchas cosas. De repente, un búho anciano saltó de un árbol y se acercó.
"¡Hola, Edwin! Soy Don Sabio, el guardián de este jardín. ¿Te gustaría aprender a volar?", preguntó el búho.
Edwin, con los ojos brillando, asintió y dijo:
"¡Sí, por favor! Pero... ¿cómo se vuela?"
"Cada uno vuela de manera diferente, pero primero hay que aprender a soñar. Cierra los ojos y piensa en un lugar adonde te gustaría ir", aconsejó Don Sabio.
Edwin cerró los ojos y soñó con un mar lleno de islas coloridas. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que estaba flotando en el aire, rodeado de nubes suaves.
"¡Estoy volando! ¡Esto es increíble!", gritó. Entonces voló hacia las islas, donde conoció a una tortuga llamada Tula, que le enseñó sobre la importancia de la paciencia.
"A veces, te toma tiempo llegar a donde quieres, pero cada paso cuenta", le dijo Tula mientras nadaban juntos.
Luego, voló hacia una isla llena de libros voladores que había traído un pajarillo sabio. Edwin aprendió sobre la historia de su país y los inventores más brillantes.
"La curiosidad es la clave del conocimiento, Edwin. Nunca dejes de hacer preguntas", le recomendó el pajarillo.
Edwin se sentía más fuerte y más inteligente con cada aventura. Cuando finalmente volvió al jardín, Don Sabio le sonrió.
"Ahora que has aprendido a volar en tus sueños y adquirir conocimientos por ti mismo, es tiempo de regresar a tu clase, Edwin. Recuerda siempre que el verdadero vuelo está en tu mente y en tu corazón."
Edwin asintió con seriedad y se despidió de sus nuevos amigos en el jardín mágico. Regresó por la puerta dorada y se encontró de vuelta en el patio del colegio Mártir de la Medicina, justo a tiempo para el recreo.
Desde ese día, Edwin comenzó a compartir sus aventuras y aprendizajes con sus compañeros de clase.
"¡Chicos, volé en mis sueños y aprendí tantas cosas! El conocimiento y la curiosidad son nuestras alas", contaba con entusiasmo.
Gracias a su valentía y deseo por aprender, Edwin inspiró a sus amigos a explorar y curiosidad, creando un espacio donde todos compartían sus sueños y descubrimientos. El Marítir de la Medicina se convirtió en un lugar donde cada rincón era una oportunidad para aprender y soñar más grande.
Y así, Edwin comprendió que la verdadera aventura estaba en el deseo de conocer, porque cada pregunta que hacían era como abrir una puerta a un nuevo mundo lleno de magia y descubrimientos. Desde entonces, nunca dejó de volar con la imaginación y el aprendizaje. Y, a través de sus historias, ese preciado secreto viajó por el aire, de corazón a corazón, haciendo que todos en San Juan de Lurigancho soñaran un poco más cada día.
FIN.