Las Aventura Mágica de la Miss Lila
Era una mañana brillante en el Jardín de Infantes "La Estrellita Brillante", donde un grupo de cinco años se preparaba para su primer día de primero básico. Todos estaban emocionados y un poco nerviosos. La nueva maestra, la Miss Lila, era conocida por su energía contagiosa y su sonrisa siempre presente.
-Buenos días, chicos -dijo la Miss Lila al entrar al aula, con su vestido colorido y unas grandes gafas de sol.
-¡Buenos días, Miss Lila! -respondieron todos al unísono, mientras un pequeño llamado Tomás, con un gorro de pirata, daba un pequeño salto.
La Miss Lila los saludó uno a uno, mientras entregaba unas chapitas con sus nombres y una estrellita dorada para cada uno, como señal de que ese año sería especial.
-¿Listos para las nuevas aventuras? -preguntó la Miss Lila con un brillo en sus ojos.
-¡Síii! -gritaron todos.
La primera actividad del día fue aprender a leer. La Miss Lila les presentó un libro mágico que, según decía, tenía el poder de contar historias increíbles.
-Abramos el libro y veamos qué nos dice hoy -dijo mientras pasaba las páginas.
-¿Y si está vacío? -preguntó Sofía, con sus ojos grande y curiosos.
-Nada está vacío, Sofía. Solo hay que llenarlo de nuestras propias historias -respondió la Miss Lila emocionada.
Ese día comenzaron a inventar su propia historia. Cada uno aportaba un personaje y un lugar, mientras la Miss Lila anotaba todo en la pizarra. En un momento, Miguel, el más travieso, dijo:
-¡Quiero un dragón rosa que hable!
-¡Y que sea amigo de una princesa pirata! -añadió Tomás, entusiasmado.
Todos comenzaron a aportar locuras e ideas, y el aula se convirtió en un verdadero torbellino de risas y creatividad.
-Y así, en un reino lejano, el dragón rosa y la princesa pirata se hicieron amigos -concluyó la Miss Lila, cerrando el libro mágico.
-¿Cuándo seguimos contándolo? -preguntó Valentina, impaciente.
-Mañana, pero solo si estudian sus letras -dijo la Miss Lila.- Aprenderemos a leer cada palabra de nuestra historia.
-¡Sí! -gritó la mayoría, ya planeando cómo le contarían a sus familias.
Después del recreo, la Miss Lila los llevó a una pequeña aventura por el jardín de la escuela.
-¿Sabían que los árboles también tienen historias? -preguntó mientras tocaba un tronco viejo.
-¿Cómo? -preguntó Lucas.
-Cada árbol ha visto pasar años y años de cosas increíbles. ¡Hoy vamos a aprender a contar esas historias!
-¿Y eso cómo se hace? -inquirió Sofía, intrigada.
-Con matemáticas. Para contar los anillos del árbol, contamos en grupos. -Y así, con piedras y hojas, la Miss Lila enseñó a contar y sumar.
Cuando volvieron al salón, ya habían aprendido a sumar tres piedras con dos hojas. Todos estaban tan entusiasmados por sus logros:
-¡Miren, hicimos cinco! -gritó Miguel mostrando su mano llena de objetos.
Al finalizar el día, la Miss Lila les dio una tarea especial:
-Mañana, cada uno de ustedes tiene que traer algo que tenga una historia.
-¿Cómo un cuento? -preguntó Tomás.
-Sí, o un objeto que les cuente algo sobre ustedes.
-¡Yo traeré mi juguete favorito! -dijo Valentina.
-Yo mi dibujo -agregó Sofía.
Esa noche, los chicos se fueron a casa emocionados, preparando sus objetos para compartir.
Al día siguiente, el aula estaba llena de historias. Cada uno compartió su objeto mientras la Miss Lila los escuchaba con atención, haciendo preguntas y ayudándolos a contar sus propias historias.
-¿Vieron cómo cada cosa tiene un cuento? -dijo la Miss Lila sonriendo.
A medida que pasaron las semanas, los niños aprendieron más que solo letras y números. También aprendieron a ser amigos, a compartir y a valorar las historias de cada uno. La Miss Lila los había enseñado que la aventura del aprender no tiene fin, y que cada día era una nueva oportunidad para descubrir algo extraordinario.
Al final del año, los chicos no solo sabían leer y sumar, sino que también habían creado un libro de cuentos juntos, lleno de sus aventuras y aprendizajes.
-La Miss Lila dijo que con cada libro que leamos, partimos a nuevas aventuras -reflexionó Sofía al cerrar el libro en una asamblea con todos los padres presentes. -Eso es lo que hemos hecho este año, ¡hemos viajado sin movernos de la clase!
Los padres sonrieron, y la Miss Lila estaba orgullosa. Había logrado cumplir su misión: enseñar a sus alumnos que aprender era una de las mejores aventuras de la vida.
-Y así, la Miss Lila se despidió de su primera promoción, pero sabía que las historias seguirían creciendo y que sus corazones siempre llevarían un pedacito de su magia.
FIN.