Las Aventuras de Abi y sus Amigos
Era una hermosa mañana en el bosque, el sol brillaba y los pájaros cantaban melodías alegres. Abi, una pequeña ardilla de pelaje suave y brillante, estaba corriendo de un lado a otro recolectando pequeñas nueces. Sus amigos Teresa, la coneja de suaves orejas largas, y Pedro, el castor de dientes afilados, se unieron a ella.
- ¡Hola, Abi! - gritó Teresa mientras saltaba alegremente. - ¿Preparada para jugar?
- ¡Claro! - respondió Abi entusiasmada. - ¿Qué tal si jugamos a construir una cueva?
- Me encanta la idea - dijo Pedro, moviendo su cola de castor. - Pero debemos asegurarnos de que todos aportemos algo.
Los tres amigos se pusieron manos a la obra. Teresa buscó ramitas y hojas grandes, mientras que Abi recolectó pequeñas piedras y Pedro cortó troncos con sus potentes dientes. Cuando terminaron, se sorprendieron al ver la hermosa cueva que habían construido juntos.
- ¡Es increíble! - exclamó Abi. - ¡Miren lo que logramos colaborando!
- Sí, pero también es importante cuidar de nuestra cueva - dijo Pedro. - No podemos dejar basura alrededor.
- ¡Cierto! - acordó Teresa. - Es nuestra responsabilidad mantenerla limpia y linda.
Los amigos decidieron hacer un picnic dentro de su cueva. Sacaron frutas, nueces y zanahorias, y se sentaron a disfrutar de la comida. En medio de las risas, de repente escucharon un crujido. Abi se asomó al exterior de la cueva y vio a un pájaro pequeño atrapado en una rama.
- ¡Oh no! - gritó Abi. - ¡Debemos ayudarlo!
- Pero, ¿y nuestra comida? - preguntó Teresa con preocupación.
- No importa, debemos ser responsables y ayudar a quien lo necesita - respondió Abi decidida.
Pedro asintió, y los tres fueron hacia el pájaro. Con cuidado, comenzaron a despejar las ramas que lo atrapaban. Juntos, lograron liberar al pequeño pájaro, que agradecido comenzó a revolotear a su alrededor.
- ¡Gracias, gracias! - trinó el pájaro. - No sé qué hubiera hecho sin ustedes.
- Fue un trabajo en equipo - dijo Abi sonriendo. - Todos debemos ayudarnos mutuamente en el bosque.
Después de ayudar al pájaro, los amigos volvieron a su cueva. Se dieron cuenta de que habían dejado sus frutas afuera.
- Oh no, ¡mi zanahoria! - exclamó Teresa, al ver que sus comida había desaparecido.
- Debemos haberla dejado tirada mientras hablamos con el pájaro - dijo Pedro.
- No hay que preocuparse - dijo Abi, intentando calmar a sus amigos. - Podemos compartir mi comida. El amor entre amigos significa cuidar uno del otro.
- ¡Sí! - dijeron Teresa y Pedro al unísono.
Y así, los tres amigos compartieron lo que tenían y disfrutaron de un almuerzo aún más delicioso, llenos de risas y compañía. Al finalizar, se sentaron alrededor de la cueva, contemplando el atardecer, sintiéndose agradecidos por la lección que habían aprendido.
- Aprendimos sobre el respeto a los demás y la importancia de ayudar - dijo Abi. - ¡Y qué lindo es cuando compartimos!
- Estoy de acuerdo - asintió Teresa. - La cooperación nos hace más fuertes.
- Y la responsabilidad hacia nuestro medio ambiente nos hace buenos amigos - agregó Pedro.
Esa noche, mientras el cielo se llenaba de estrellas, Abi y sus amigos se fueron a casa sintiendo que, juntos, podían superar cualquier obstáculo. Y así, volvieron al bosque cada día, listos para nuevas aventuras y más lecciones que aprender en sus corazones.
Fin.
FIN.