Las Aventuras de Alex en dos Mundos



Era un día soleado y fresco cuando Alex, un nene curioso y lleno de imaginación, decidió explorar los dos mundos que conocía tan bien: su salón de clases en el jardín y su cálida cocina en casa.

Al entrar al jardín, Alex se sintió como un aventurero en una expedición. El salón de clases era su barco, lleno de tesoros y experiencias. "¡Hola, mis amigos!"- saludó a sus compañeros de clase, que estaban jugando con bloques de colores. "Miren este bloque rojo, parece un tomate gigante. ¿Qué les parece?"- dijo mientras levantaba un bloque en forma de cubo.

Los niños rieron y, entre todos, comenzaron a construir una torre enorme con los bloques. Cada uno elegía su color favorito, creando un arcoíris. Mientras apilaban los bloques, Alex comenzó a imaginar que eran las paredes de un castillo. "¡Vamos a hacer un gran castillo para la princesa!"- exclamó emocionado.

Sin embargo, justo cuando la torre estaba a punto de alcanzar el cielo, un pequeño viento sopló y, ¡POOF! , la torre se derrumbó. "Oh, no..."- dijo Alex, desilusionado. Pero su maestra, la señorita Clara, se acercó y sonrió. "No te preocupes, Alex. A veces, de los castillos caídos, surgen nuevas ideas. ¿Qué tal si volvemos a construirlo, pero esta vez más fuerte?"-

Inspirado, Alex comenzó a pensar en cómo podrían hacer un castillo más resistente. "Podemos usar bloques más grandes en la base y construir más despacito"-, sugirió. Todos estaban de acuerdo y comenzaron a trabajar juntos, riendo y compartiendo ideas. Con un poco de esfuerzo, lograron un castillo aún más alto y bonito.

Más tarde, Alex se despidió de sus amigos y corrió a casa. Al entrar a la cocina, el aroma de galletas recién horneadas lo recibió. Su mamá estaba en la mesada, preparando una deliciosa merienda. "Mmm, huelen riquísimo, mamá. ¿De qué son?"-

"Son galletas de chocolate, pero necesito ayuda. ¿Querés ser mi asistente?"- preguntó su mamá. Alex asintió con entusiasmo y se subió a una silla para alcanzar los ingredientes. Juntos, mezclaron la harina, el azúcar y el chocolate. "Esto es como construir nuestro castillo de bloques, pero en la cocina", pensó Alex. "Me encanta ayudar a crear algo rico."-

De repente, mientras revolvían la mezcla, la batidora comenzó a hacer ruidos extraños. "¡Oh no! Creo que se está atascando, mamá!"- exclamó Alex, con un poco de miedo. Pero su mamá lo miró con confianza. "No te asustes, Alex. A veces las cosas no salen como esperamos, pero siempre hay una forma de arreglarlo. Vamos a apagarla y a revisar. ¿Te parece?"-

Con calma, abrieron la batidora y encontraron un pequeño trozo de masa que estaba atorado. "¡Ya está! Ahora podemos seguir!"- dijo Alex con una gran sonrisa. Juntos, arreglaron el problema y volvieron al trabajo, disfrutando cada momento.

Cuando las galletas salieron del horno, la cocina se llenó de un fragante aroma. "¡Listo! Ahora podemos probarlas"- dijo su madre, sacando las galletas. Alex no podía esperar y, tras un bocado, su rostro se iluminó. "¡Son las mejores galletas del mundo!"-

Finalmente, después de un día tan aventurero en sus dos mundos, Alex se dio cuenta de que siempre había algo que aprender. Ya sea en su salón de clases, creando un castillo con sus amigos, o en la cocina, ayudando a su mamá, cada experiencia era una aventura que valía la pena. Y si algún desafío aparecía, sabía que con un poco de colaboración y creatividad, todo se podía resolver.

Y así, Alex aprendió que la vida estaba llena de sorpresas y que cada día era una nueva oportunidad para explorar y crear.

FIN.

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