Las Aventuras de Alma y RosaLupe en Bariloche
Era un bonito día de verano cuando Alma y su amiga RosaLupe se subieron al colectivo con sus mamás, listas para una aventura inolvidable en Bariloche. Las dos niñas estaban llenas de energía y emoción.
"¡No puedo esperar para ver la nieve!" - exclamó Alma, saltando de alegría.
"¡Y hacer un muñeco de nieve!" - agregó RosaLupe, con una sonrisa que iluminaba su rostro.
El viaje fue largo, pero las chicas se divirtieron jugando a contar las nubes y a cantar canciones. Cuando finalmente llegaron, el paisaje les dejó sin aliento: montañas cubiertas de nieve y un lago brillante que reflejaba el cielo azul.
"¡Mirá cuánto hielo!" - dijo Alma, corriendo hacia la orilla del lago.
"¡Es hermoso!" - susurró RosaLupe, con los ojos llenos de asombro.
Las mamás van a la cabaña donde se quedarían y les dan un rato a las chicas para que exploren. Así, decidieron ir a hacer una caminata por el bosque cercano.
Mientras caminaban, notaron algo brillante entre los árboles. Era una pequeña piedra llena de colores.
"¡Mirá, Alma! ¡Es mágica!" - gritó RosaLupe, recogiendo la piedra con cuidado.
Alma sonrió, pero pronto notó que RosaLupe parecía un poco preocupada.
"¿Qué te pasa, RosaLupe?" - le preguntó.
"Es que… Si la piedra es mágica, ¿y si algo malo pasa?" - respondió, con lagrimitas en los ojos.
"No hay que tener miedo. A veces las cosas bonitas vienen con un poco de misterio. Pero juntos podemos enfrentarlo, ¿no?" - le dijo Alma, tomando la mano de su amiga.
Las dos decidieron seguir explorando y se alejaron un poco del sendero. En su aventura, encontraron una pequeña cabaña abandonada.
"¡Mirá! ¿Entramos?" - sugirió Alma, con una chispa de curiosidad.
"No sé… Puede estar peligrosa..." - dudó RosaLupe.
"Vamos, será divertido, ¡y estamos juntas!" - insistió Alma, animando a su amiga.
Finalmente, entraron. Dentro, encontraron juguetes antiguos y un viejo libro cubierto de polvo.
"¡Esto es como un tesoro!" - exclamó RosaLupe, olvidando su miedo.
Mientras hojeaban el libro, un pequeño ratón apareció y se asustó.
"¡Ay! ¡No me asustes!" - chilló RosaLupe, mientras el ratón corría.
"Tranquila, es solo un ratón. ¡Quizás quiera ser nuestro amigo!" - dijo Alma, riendo.
Decidieron salir de la cabaña y continuar su aventura. Cuando miraron la piedra nuevamente, se dieron cuenta de que tenía un brillo especial.
"Quizás esta piedra sí tiene magia después de todo" - reflexionó RosaLupe.
"Sí, la magia del valor y la amistad" - contestó Alma, abrazando a su amiga.
Al final del día, regresaron a la cabaña donde se quedarían con sus mamás, emocionadas por todas las cosas que habían visto y aprendido.
"Hoy fue increíble, ¿no?" - dijo RosaLupe con una gran sonrisa.
"Sí, descubrimos que juntas podemos hacer frente a cualquier cosa" - respondió Alma, feliz de tener una amiga tan especial.
Así, aquellas dos niñas pasaron unos días mágicos en Bariloche, aprendiendo que la amistad y la valentía pueden transformar cualquier aventura en algo extraordinario. Cada día se llenaba de risas, juegos y nuevas experiencias, y las palabras de Alma resonaban en sus corazones: "Siempre que estemos juntas, todo será posible".
FIN.