Las Aventuras de Álvaro, Rebeca y Olivia



Era un día soleado y perfecto para celebrar el quinto aniversario de boda de Álvaro y Rebeca. En su casa, rodeados de globos y serpentinas, la pequeña Olivia, quien ya tenía cinco años, estaba emocionada.

- ¡Mami, papi! ¿Qué vamos a hacer hoy? - preguntó Olivia, saltando de alegría.

Rebeca, con una sonrisa en el rostro, se agachó y le dijo:

- Hoy vamos a celebrar nuestro amor, Olivia. Juntos vamos a recordar todas nuestras aventuras.

- ¡Sí! ¡Aventuras! - gritó Olivia.

Álvaro se unió a la conversación:

- ¿Sabías que cada vez que viajamos, también aprendemos algo nuevo? Todos esos lugares tienen historias distintas. Este año, pensé que podríamos hacer algo diferente.

- ¿Qué es? - inquirió Olivia, mirándolo con curiosidad.

- Vamos a hacer un mapa de nuestros sueños. Cada uno de nosotros hará una lista de lugares que quiere visitar - explicó Álvaro.

Los tres se sentaron en la mesa y comenzaron a dibujar, usando marcadores de colores. Rebeca escribió:

- Quiero ir a Japón y ver los cerezos en flor.

Olivia gritó entusiasmada:

- ¡Yo quiero conocer a los pingüinos en la Antártida! - y luego, con su carita pensativa, dijo - Pero también me gustaría ir a un lugar donde haya dinosaurios.

- ¡Eso no existe, pequeña! - rió Álvaro, acariciándole el cabello.

Pero Olivia no se desanimó. Su mente estaba llena de ideas. Convenció a sus padres de que en lugar de un viaje, harían un juego. Cada semana, elegirían un lugar y aprenderían todo sobre él.

Así, la familia decidió empezar por Egipto:

- ¡Mira, mami! Hay pirámides. - mostró Olivia en una imagen.

- ¡Y los gatos eran sagrados! - dijo Rebeca.

El juego se volvió una tradición. Cada semana exploraban un país diferente. A veces, hacían comida típica, otras, artesanías, o aprendían algunas palabras en el idioma local. Olivia se transformó en una pequeña experta viajera, llena de curiosidad.

Sin embargo, un día, mientras estaban preparados para investigar sobre Brasil, la computadora se rompió.

- ¡Ay no! - exclamó Álvaro. - ¿Cómo vamos a descubrir Brasil ahora?

Rebeca, pensativa, dijo:

- No necesitamos una computadora. Podemos utilizar nuestros libros y, ¿por qué no? , nuestra imaginación.

Olivia, emocionada, agregó:

- ¡Sí! Vamos a hacer una fiesta brasileña en casa.

Ese fin de semana, se vistieron con ropa colorida, cocinaron feijoada y aprendieron a bailar samba. Pronto, todo se volvió una celebración de colores y alegría, llena de risas y alegría.

- Miren, podemos hacer del hogar nuestra aventura - dijo Álvaro.

- Así nunca se acabará la diversión - sonrió Rebeca.

Con cada semana, el mapa de sueños de la familia se llenó de ideas y personajes que aprenderían juntos. Hicieron una lista de nuevos lugares que aún no conocían, pero también celebraron todo lo que habían aprendido en casa. Olivia se dio cuenta de que también podía ser aventurera sin ir muy lejos.

Un día, cuando el mapa estaba lleno y la familia se sentó a contemplarlo, Álvaro dijo:

- ¿Qué tal si en lugar de elegir un lugar, elegimos vivir una aventura aquí mismo?

Olivia se iluminó:

- ¿Qué aventura, papá?

- Podemos convertir nuestro jardín en una jungla de Brasil, con flores y plantas tropicales. ¡Haremos nuestro propio lugar mágico!

Rebeca asintió, sonriendo:

- ¡Me encanta la idea! Vamos a plantar flores, árboles frutales y hacer un lugar donde podamos jugar y aprender.

Así fue como la familia transformó su jardín en un paraíso tropical. Se llenaron de risas al plantar y después, junto a sus vecinos, organizaron pequeñas ferias donde compartían sus comidas típicas, inspirando a otros a explorar el mundo desde su propia casa.

Con cada instante vivido, Álvaro, Rebeca y Olivia no solo celebraron su amor, sino también la magia de la exploración, la curiosidad y el valor de crear recuerdos en familia. No había fronteras para su imaginación, y su corazón siempre estaría abierto para nuevas aventuras, por muchos años más.

- ¡Brindemos por nosotros y por todas las aventuras que aún nos quedan por vivir! - propuso Álvaro, levantando su vaso.

- ¡Por nuestra hermosa familia! - dijo Rebeca.

- ¡Y por los dinosaurios! - concluyó Olivia, y juntos estallaron en risas mientras la celebración continuaba.

FIN.

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