Las Aventuras de Angely y Vicki



En un pequeño pueblo lleno de colores y risas, vivían dos grandes amigas: Angely, con su cabello rizado y su risa contagiosa, y Vicki, la más tranquila del grupo, con su amor por los libros y las historias.

Una soleada mañana, Angely llegó emocionada al parque donde siempre jugaban.

"¡Vicki, escuchaste? Hay un concurso de inventores en la plaza! Necesitamos participar por todo lo alto!"

Vicki, con su libro en mano, sonrió.

"Suena divertido, pero ¿qué vamos a inventar?"

Angely, con chispa en los ojos, le dijo:

"¡Tengo una idea! ¿Y si hacemos un juguete que también ayude al medio ambiente?"

"Me encanta la idea, pero ¿cómo lo hacemos?" preguntó Vicki.

"Construyamos una cometa que limpie el aire mientras vuela, así ayudamos a la naturaleza y nos divertimos!" propuso Angely entusiasmada.

Así, las dos amigas comenzaron a trabajar en su proyecto. Juntaron materiales reciclados: plásticos, papeles y hasta pedacitos de tela. La primera cometa no salió bien. Se les despegó en el primer intento y terminó enganchada en un árbol.

"No te preocupes, Angely, siempre podemos intentar de nuevo" le dijo Vicki, animándola.

"Tenés razón, ¡no hay que rendirse!" exclamó Angely, a quien no le gustaba ver sus planes frustrados. Decidieron estudiar cómo hacían otras cometas.

Día y noche pasaron juntas investigando sobre cometas y reciclaje. Se llenaron de ideas útiles, y al fin, lograron construir una cometa espectacular, decorada con colores brillantes y hecha completamente de materiales reciclados. Consecutivamente, la llenaron de mensajes sobre la importancia de cuidar el medio ambiente.

Finalmente, el día del concurso llegó. Angely y Vicki estaban nerviosas, pero también emocionadas.

"Mirá a todas esas cometas, se ven increíbles!" dijo Vicki. Angely miró a su alrededor y notó que cada una de ellas tenía algo special: unas eran grandes, otras pequeñas, algunas de papel y otras hechas de plásticos.

"Lo importante es que tenemos un mensaje para compartir y eso es lo que realmente cuenta," reflexionó Angely.

Una vez que empezaron las actividades, todas comenzaron a volar sus cometas y el cielo se llenó de colores. Cuando hicieron volar la suya, Vicki se unió:

"¡Mirá, se eleva más alto que las demás!" dijo, casi sin aliento a causa de la emoción. Pero mientras el viento soplaba fuerte, un pequeño grupo de niños empezó a hacer ruido, gritando, burlándose de la cometa de Angely y Vicki, pensando que era diferente.

"¡Miren esa cometa rara!" gritaron.

"¡No es rara, es única!" gritó Angely.

Los niños comenzaron a reírse y a alejarse. Vicki apretó los dientes y pensó que todo había terminado, hasta que Angely, tomando una profunda respiración, dijo:

"Vicki, vamos a abrigar con nuestras palabras. Cada uno tiene derecho a hacer lo que le guste, y nosotros también. ¡Sígamos adelante con lo que hemos creado!"

Con renovada determinación, Angely y Vicki se acercaron a los niños.

"Hola, ¿les gustaría saber cómo hicimos nuestra cometa? ¡Es especial porque ayuda al medio ambiente y está hecha de cosas que normalmente tiraríamos!" propuso Angely con una gran sonrisa.

Los chicos dejaron de reírse, sorprendidos por su propuesta. Vicki se unió y siguió explicando

"No solo vuela, también quiere enseñarle a la gente a cuidar el planeta. ¿Les gustaría que los ayudemos a hacer unas?"

Al principio dudaron, pero luego se mostraron interesados. Así, lo que había comenzado como una broma se transformó en una hermosa oportunidad para compartir conocimientos. Uniendo esfuerzos, algunos niños crearon cometas similares. Al final del día, la cometa de Angely y Vicki se alzó en lo más alto y el jurado la premió por su originalidad, pero más que eso, Angely y Vicki ganaron algo mucho mejor: amigos y la alegría de haber compartido su mensaje.

"Esta fue una gran experiencia, Angely. Nunca pensé que hacer algo bueno podría traer a tantas personas juntas," dijo Vicki, con una gran sonrisa.

"Toda idea puede brillar si la compartimos, y siempre hay que ser valientes." respondió Angely. Y así, entre risas y nuevos amigos, decidieron que su aventura seguía: una nueva cometa estaba en camino y habían plantado las bases para un grupo que iría juntos a cuidar el planeta.

Desde aquel día, la plaza del pueblo resonó con historias de creatividad, y las dos amigas aprendieron que ser distintas no sólo es valioso, sino que también las hace únicas, y que el compañerismo puede transformar cualquier reto en una gran aventura.

FIN.

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