Las Aventuras de Antonela y Airys en el Bosque de los Números
Era un día soleado y brillante en el Bosque de los Números. Antonela y su amiga Airys estaban listas para una nueva aventura.
- ¡Hola, Airys! - saludó Antonela, saltando de emoción. - Hoy vamos a buscar todos los números que se esconden en el bosque.
- ¡Sí! - respondió Airys, con una gran sonrisa. - Me encanta jugar a encontrar números. ¿Por dónde empezamos?
Las dos amigas comenzaron su búsqueda entre los árboles altos y las flores de colores. De repente, Antonela gritó:
- ¡Mira! Hay un número uno detrás de ese arbusto. - Y corrieron hacia allí. Pero cuando llegaron, el número uno se escondió a toda velocidad.
- ¡Esperá, número uno! - chilló Airys corriendo tras él. Pero el número era muy rápido.
- Creo que el número uno quiere jugar a las escondidas - dijo Antonela riendo. - Vamos a contar hasta diez y a buscarlo.
Las niñas cerraron los ojos y contaron:
- Uno, dos, tres... ¡diez! - Al abrir los ojos, no vieron al número uno. - ¿Dónde se habrá ido? - se preguntaron.
De pronto, escucharon un ruidito extraño.
- ¿Qué fue eso? - dijo Airys con un poco de miedo.
- No te preocupes, quizás sea un número que quiere jugar también - la tranquilizó Antonela.
Siguieron el sonido y llegaron a un claro lleno de mariposas. Allí estaba el número dos sentado sobre una piedra, ¡que parecía muy divertido!
- ¡Hola, amiguitas! - les dijo el número dos. - Estoy esperando a que alguien me encuentre.
- ¡Te hemos encontrado! - gritaron las chicas.
- ¿Quieren jugar conmigo a saltar? - preguntó el número dos.
- ¡Sí! - respondieron emocionadas.
Así que empezaron a saltar:
- ¡Uno, dos, tres! - y daban saltitos, mientras el número dos contaba. Pero de repente, Airys cayó en un charquito de barro.
- ¡Ay! - gritó riendo mientras se cubría de barro.
- ¡No te preocupes! - le dijo Antonela, riéndose también - ¡A nosotros nos encanta ensuciarnos!
Luego de un rato, también encontraron al número tres, que estaba escondido entre las flores.
- ¡Contá conmigo! - dijo el número tres. Y así siguieron jugando y buscando números.
De pronto, un fuerte viento sopló entre los árboles, levantando hojas y flores por el aire.
- ¡Mirá, Antonela! - exclamó Airys. - ¡Viene el número cuatro volando!
Y efectivamente, ¡el número cuatro voló hacia ellas como una cometa!
- ¡Hola, soy el número cuatro! - exclamó emocionado. - ¡¿Quieren volar conmigo? !
Las chicas asintieron con alegría, y el número cuatro las llevó por el aire, para luego aterrizar suavemente en un lindo pasto.
- ¡Eso fue increíble! - dijo Antonela. - ¡Vamos por más números!
Al final del día, las niñas habían encontrado los números del uno al cinco.
- ¡Hicimos un gran trabajo! - dijo Airys mientras se sentaban a descansar. - ¡Este bosque es el mejor lugar para jugar!
- ¡Y nosotros somos grandes buscadoras de números! - agregó Antonela.
Con una sonrisa en sus rostros, las dos amigas se llevaron los números y los abrazos como un tesoro del bosque. Y así, prometieron seguir buscando más números en sus próximas aventuras. ¡El Bosque de los Números siempre sería su lugar mágico!
Fin.
FIN.