Las Aventuras de Ardi la Ardilla
Era un día soleado en el aula de 2º C, y Ardi la Ardilla estaba despierta desde temprano, mirando por la ventana. Ella vivía en la biblioteca, un lugar mágico lleno de cuentos y personajes que cobraban vida cuando los niños se iban a casa.
Con su suave pelaje marrón y su cola esponjosa, Ardi bajó de su acogedora repisa, lista para una nueva aventura. Sus amigos, el valiente Caballero de la Mesa Redonda y la astuta Caperucita Roja, ya esperaban ansiosos.
"¡Hola, Ardi!", gritó Caperucita, "hoy quiero descubrir qué hay en el libro de los secretos!".
"¡Sí!", exclamó el Caballero. "He escuchado que dentro hay un mapa que lleva a un tesoro escondido".
Con la emoción en el aire, Ardi asintió con entusiasmo.
"¡Vamos!", dijo. Y así, los tres amigos se dirigieron hacia una de las repisas más altas donde un libro antiguo estaba cubierto de polvo.
Ardi, con su agilidad, subió primero y abrió el pesado libro. En su interior había un mapa lleno de misteriosos símbolos.
"¡Lo encontramos!", exclamó Ardi. "Parece que el tesoro está en el Bosque de las Mariposas".
"Pero, ¿cómo llegaremos hasta ahí?", preguntó Caperucita, algo preocupada.
"No se preocupen", dijo el Caballero, "yo soy un gran explorador, y tengo una espada que puede abrir caminos".
Los tres amigos comenzaron su viaje. Al salir de la biblioteca, se encontraron en un bosque lleno de árboles frondosos y mariposas de colores. Ardi miraba a su alrededor, maravillada.
"¡Es tan hermoso aquí!", dijo.
Tras un rato de caminata siguiendo el mapa, llegaron a un claro donde encontraron una caja dorada.
"¡Miren!", gritó Ardi, saltando de alegría.
Sin embargo, al intentar abrirla, la caja no se movía.
"Esto no puede ser tan fácil", murmuro Caperucita.
"Tal vez necesitemos un código secreto", sugirió Ardi.
Mientras examinaban la caja, un grupo de mariposas se acercó.
"¡Sombrero!", dijo una mariposa dorada.
"¿Qué tiene que ver un sombrero?", preguntó el Caballero.
"Si creen que son amigos, un sombrero deben devorar".
Los amigos no entendieron de inmediato, pero Ardi, recordando un viejo cuento, propuso:
"¡Tal vez necesitamos usar nuestra imaginación!".
Pensaron en su sombrero favorito, un sombrero de papel que habían hecho en el aula. Entonces, comenzaron a dibujar y a cantar una canción que hablaba de su amistad.
Inesperadamente, la caja comenzó a brillar y con un suave clic, se abrió ante ellos. Dentro había tres collares brillantes.
"¡Increíble!", gritó Caperucita.
"Estos collares son símbolos de nuestra amistad".
—"Exacto" , dijo Ardi. "El verdadero tesoro no era oro ni joyas, sino nuestra unión y el valor de compartir aventuras".
Con los collares puestos, sintieron una ola de felicidad.
"Nunca olvidaremos esta aventura", prometió el Caballero.
De regreso a la biblioteca, prometieron seguir explorando y viviendo historias juntos, sabiendo que cada libro tenía algo valioso que enseñarles. Y cuando los niños regresaron, la biblioteca continuaba llena de magia, pero solo ellos conocían el secreto más maravilloso de todos: la amistad.
Así, Ardi, el Caballero y Caperucita decidieron que, juntos, conocerían cada cuento, cada aventura, porque juntos eran invencibles. Y mientras los niños leían cuentos en clase, Ardi y sus amigos aguardaban en la biblioteca, listos para su próxima gran aventura.
FIN.