Las Aventuras de Ardi la Ardilla en la Biblioteca



Era un día soleado en el aula de 2º C, y todos los niños habían salido al recreo. Cada vez que el timbre sonaba, Ardi la Ardilla, una pequeña y curiosa ardillita, despertaba de su siesta en la biblioteca. Desde su hogar en una acogedora hendidura de un viejo libro, siempre estaba lista para una nueva aventura con sus amigos, los personajes de los cuentos.

— ¡Es hora de jugar! — dijo Ardi, moviendo su colita con entusiasmo.

Alrededor de ella, comenzaron a aparecer sus amigos: el valiente caballero de la historia de "La Princesa y el Dragón" y la inteligente ratona de "Los Tres Cerditos". Juntos formaban un equipo increíble, llenos de ideas y ganas de explorar.

— ¿A dónde vamos hoy? — preguntó el caballero, sacudiendo su armadura.

— ¡A la selva del libro amarillo! — exclamó la ratona, señalando un libro con una hermosa tapa dorada.

Ardi, el caballero y la ratona saltaron al interior del libro y en un chasquido de dedos, se encontraron en una selva vibrante, llena de árboles altos y ríos cristalinos.

— ¡Miren esos árboles! — dijo Ardi, emocionada. — ¡Podemos trepar y ver todo desde arriba!

Pero cuando comenzaron a escalar, se dieron cuenta de que las ramas eran inusualmente resbaladizas y frágiles.

— ¡Parece que necesitamos un plan! — sugirió el caballero, pensando en su entrenamiento.

— Yo tengo una idea — dijo la ratona. — ¡Podemos construir una cesta para subirnos y ver todo desde lo alto sin riesgo de caer!

— ¡Genial! — dijo Ardi. — ¡Vamos a buscar los materiales!

Juntos, buscaron hojas y ramas, y pronto comenzaron a construir su cesta. Mientras trabajaban, se toparon con un pequeño problema: una serpiente se había enrollado en las ramas que querían usar.

— ¡Ay, no! — gritó Ardi. — ¿Y ahora qué hacemos?

— Esperen — dijo la ratona, acercándose con cuidado. — Tal vez no necesitemos pelear ni asustarla. ¿Y si le hablamos?

Ardi y el caballero miraron a la ratona con sorpresa, pero decidieron intentarlo.

— ¡Hola, Serpiente! — dijo la ratona con voz suave. — Estamos construyendo una cesta, ¿te gustaría ayudarnos?

La serpiente, sorprendida por la amabilidad, se deslizó y dijo:

— No tengo problemas con eso, pero soy un poco tímida.

— No hay problema, nosotros podemos explicarte cómo hacerlo — dijo el caballero, dándole la mano.

Así fue como la serpiente se unió a su aventura. Con su ayuda, la cesta quedó mucho más fuerte y resistente. Finalmente, todos juntos subieron a la cesta y comenzaron a trepar los árboles.

Desde la cima, pudieron ver toda la selva, un lugar maravilloso lleno de colores y sonidos.

— ¡Es increíble! — exclamó Ardi, disfrutando de la vista. — Nunca hubiera pensado que la serpiente nos ayudaría.

— Sí, a veces los amigos llegan de las maneras más inesperadas — dijo la ratona, sonriendo.

De repente, notaron que había un claro donde otros animales estaban tratando de resolver un problema: un árbol había caído y bloqueaba su camino al río. Sin dudarlo, decidieron ir a ayudar.

— ¿Necesitan ayuda? — preguntó Ardi.

Los animales se miraron entre sí, aliviados de ver a nuevos amigos. Juntos, idearon un plan.

Usando la fuerza del caballero, la agilidad de la serpiente y la inteligencia de la ratona, lograron quitar el árbol del camino. Todos los animales fueron muy agradecidos.

— ¡Ustedes son héroes! — dijo un pequeño loro.

— Todo es más fácil cuando trabajamos juntos — respondió Ardi.

Al final del día, decidieron volver a la biblioteca. Regresaron a su hogar en el libro, donde la serpiente prometió visitarlos a menudo.

— Nunca pensé que hacer nuevos amigos podía ser tan divertido — dijo el caballero.

— ¡Y yo nunca pensé que una serpiente podría ser tan amable! — exclamó Ardi.

Esa noche, antes de dormir, Ardi miró a sus amigos y sonrió.

— Cada día trae una nueva aventura y siempre podemos contar los unos con los otros.

Y así fue como Ardi y sus amigos aprendieron que la amistad, la colaboración y la empatía son lo que realmente hace grandes las aventuras.

FIN.

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