Las Aventuras de Bautista y su Mapa Mágico



Había una vez un niño llamado Bautista que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos. Desde que era muy pequeño, soñaba con conocer el mundo y vivir grandes aventuras. Un día, mientras exploraba el desván de su abuela, Bautista encontró un viejo mapa con dibujos extraños y marcas relucientes.

"- ¡Mirá esto, abuela!" - exclamó Bautista, saltando de emoción.

"- Es un mapa muy antiguo, querido. Dicen que señala tesoros escondidos y lugares fabulosos" - respondió su abuela con una sonrisa.

Bautista decidió que debía seguir el mapa y emprender su viaje hacia lo desconocido. Con una mochila llena de provisiones, un mapa en la mano y su fiel perro, Rocco, a su lado, se despidió de su abuela.

"- ¡Voy a ser un gran explorador!" - gritó mientras corría hacia el horizonte.

El primer destino marcado en el mapa era un bosque encantado. Al llegar, Bautista se encontró con una gran puerta de madera cubierta de hiedra.

"- ¡Hola! ¿Hay alguien ahí?" - preguntó Bautista, aunque no esperaba respuesta.

De repente, la puerta se abrió y apareció una fantástica criatura, un duende miniatura con un gorro puntiagudo.

"- ¡Bienvenido, joven aventurero! Soy Gimo, el guardián del bosque. Para pasar, debes responder una adivinanza" - dijo el duende, sonriendo.

"- Estoy listo, Gimo!" - respondió Bautista con entusiasmo.

"- ¿Qué es lo que camina, corre y vuela, y nunca se cansa de jugar?" - preguntó el duende con picardía.

Bautista pensó durante unos minutos y, de repente, sonrió.

"- ¡Es la imaginación!" - contestó, feliz.

Gimo aplaudió y abrió la puerta.

"- ¡Correcto! ¡Adelante, pequeño explorador!" - exclamó.

Al adentrarse en el bosque, Bautista vio árboles celestes y flores que cantaban melodías alegres. Pero pronto se dio cuenta de que había un problema: un arroyo se había desbordado y bloqueaba el camino.

"- ¿Cómo vamos a cruzar, Rocco?" - preguntó Bautista, mirando al río que rugía.

Rocco, en su sabiduría perruna, comenzó a buscar un lugar seguro. Juntos, encontraron un tronco que lograba hacerse un puente.

"- ¡Vamos, amigo!" - dijo Bautista, animándose así mismo.

Cuando llegaron al otro lado, se encontraban ante una misteriosa cueva. El mapa indicaba que dentro estaba una piedra brillante. Con un poco de miedo, Bautista y Rocco se adentraron. Dentro, las paredes brillaban con una luz mágica. Encontraron la piedra, pero también un pequeño dragón llorando.

"- ¡Hola! No te asustes, amigo" - dijo Bautista.

"- No puedo encontrar mi hogar" - sollozaba el dragón.

"- No te preocupes, yo te ayudaré a regresar. ¿Cómo se llama tu casa?" - preguntó Bautista, decidido.

El dragón explicó que su hogar estaba en la cima de la montaña más alta. Bautista, con su espíritu aventurero, decidió llevar al dragón de vuelta. Juntos, iniciaron el camino hacia la montaña.

"- ¡Estamos cerca, pequeño!" - le decía Bautista al dragón mientras trepaban.

Finalmente, llegaron a la cima, donde el dragón se volvió muy feliz.

"- ¡Gracias, Bautista! Eres un verdadero héroe" - exclamó mientras se acomodaba en su nido.

Bautista sintió alegría al ayudar a su nuevo amigo, y al mismo tiempo, en su corazón, se dio cuenta de que el verdadero tesoro eran las experiencias y las amistades que había hecho en su viaje.

"- ¡Es hora de regresar a casa!" - dijo, mientras saludaba al dragón.

El viaje de vuelta fue rápido y lleno de alegría. Finalmente, Bautista llegó a su pueblo, donde su abuela lo esperaba en la puerta.

"- ¡Abuela! ¡Tuve la mejor aventura de todas!" - anunció Bautista.

"- Cuéntame todo, querido" - dijo su abuela, abrazándolo.

Bautista comprendió que el mundo está lleno de misterios y maravillas, y que, con valor y amistad, se pueden superar todos los obstáculos. Aquella aventura fue solo el comienzo de muchas más por venir, pues siempre hay algo nuevo por descubrir en cada rincón del mundo. Y así, el joven explorador dejó abierta la puerta de su imaginación, listo para vivir más historias mágicas.

Y así termina la historia de Bautista, un niño común que se convirtió en un gran aventurero sin salir de su hogar.

Pero la vida de Bautista está llena de nuevas aventuras. Recuerda, el verdadero tesoro está en el corazón de cada quien y en cada amistad que cultivamos.

FIN.

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