Las Aventuras de Carlitos el Caracol
En un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores, vivía un pequeño caracol llamado Carlitos. A pesar de su lentitud, Carlitos tenía un corazón valiente y soñador. Siempre miraba las mariposas volar por encima de él y deseaba tener aventuras como ellas.
Un día, mientras Carlitos se deslizaba lentamente sobre una hoja verde, escuchó una conversación entre dos mariposas.
"¿Has visto el arcoíris que se formó después de la lluvia?" - preguntó una mariposa.
"Sí, y he escuchado que hay un lugar mágico donde se puede tocar el arcoíris" - respondió la otra.
Los ojos de Carlitos brillaron.
"¡Yo quiero tocar el arcoíris!" - exclamó, emocionado.
A medida que se deslizaba por el jardín, decidió que iría en busca de ese lugar mágico. Sin embargo, sabía que no sería fácil. Así que le pidió ayuda a sus amigos del jardín. Primero, se encontró con la sabia tortuga Tula.
"¡Tula!" - dijo Carlitos. "¿Me ayudas a encontrar el lugar donde se puede tocar el arcoíris?"
"Claro, Carlitos. Pero recuerda, el camino puede ser largo y tendrás que ser muy paciente" - respondió Tula.
Carlitos asintió, decidido a no rendirse. Juntos se pusieron en marcha. Pasaron por un pequeño arroyo donde conocieron a Pipo, el pez.
"¡Hola, Tula! ¿Y tú, Carlitos? ¿Qué hacen?" - preguntó Pipo.
"Vamos en busca del lugar mágico del arcoíris" - respondió Tula.
"Yo sé el camino. Pero necesitarán cruzar el arroyo, ¿pueden hacerlo?" - dijo Pipo.
Carlitos sintió un poco de miedo, pues nunca había cruzado el agua antes. Pero vio a Tula sonriendo y decidió intentarlo.
"Voy a hacerlo, Pipo. ¡Vamos, Tula!" - exclamó.
Pipo los guió hacia una pequeña rama que podía servir de puente. Con un poco de nervios, Carlitos subió encima de la rama y cruzó el arroyo. Una vez del otro lado, se dio cuenta de que había sido muy valiente.
"Lo logré!" - gritó con alegría.
Continuaron su camino y llegaron a un claro lleno de flores. Allí se encontraron con un grupo de hormigas que trabajaban muy duras. Una de ellas, llamada Antonia, les preguntó:
"¿Qué hacen por aquí, amigos?" -
"Vamos en busca del lugar donde se puede tocar el arcoíris" - respondió Carlitos.
"¡Oh! Escuché que se necesita mucha fuerza para llegar hasta allí. Necesitarán ayuda. Si me ayudan a llevar algunas hojas, yo los guiaré" - dijo Antonia.
Carlitos y Tula aceptaron gustosamente ayudar a Antonia. A pesar de su tamaño, Carlitos se esforzó y, aunque su ritmo era lento, lo hizo con mucha dedicación. Tula lo alentaba:
"¡Buen trabajo, Carlitos! Tu esfuerzo vale mucho!"
Después de un rato, Antonia los llevó a un camino lleno de piedras brillantes.
"¡El arcoíris está más cerca!" - exclamó Antonia emocionada.
Pero, justo cuando estaban por llegar, un gran rayo de sol iluminó el camino y una sombra oscura apareció. Era el búho Don Hugo, que miraba con curiosidad.
"¿A dónde van tan apurados?" - preguntó.
"Vamos a tocar el arcoíris!" - dijo Carlitos, algo temeroso.
"¿De veras? Pero, si lo tocan, podrían perder algo importante: su valentía. Siempre hay un precio que pagar" - advirtió Don Hugo.
Carlitos miró a sus amigos y aunque se sintió un poco inquieto, decidió continuar.
"No me importa. Quiero experimentar esta aventura" - dijo con determinación.
Finalmente, llegaron hasta un arenero que llevaba a un hermoso arcoíris que tocaba la tierra. Era como un puente lleno de colores. Estaban a punto de cruzarlo, pero de repente, un fuerte viento sopló y el arcoíris comenzó a desvanecerse.
"¡Rápido, crucen!" - gritó Antonia, corriendo hacia los colores.
"¡Vamos, Carlitos! ¡No te detengas!" - dijo Tula, alentándolo.
Carlitos, con su corazón latiendo rápido, se movió lo más rápido que pudo. Cuando llegó al arcoíris, sintió un escalofrío de emoción. Lo tocó con su pequeño cuerpo y en ese instante, la luz del arcoíris lo envolvió.
"¿Lo ves, Carlitos? ¡Lo lograste!" - gritó Tula.
"¡Sí, lo logré!" - dijo Carlitos, sonriendo, mientras un brillo especial lo invadía.
Cuando el viento se calmó, el arcoíris permaneció allí, brillante y hermoso, mostrándoles que el viaje con amigos es la verdadera recompensa, y que la valentía se encuentra dentro de cada uno.
Carlitos volvió a casa esa noche, cansado pero feliz, y mira el cielo estrellado.
"Hoy aprendí que no importa la lentitud, sino la determinación y la ayuda de tus amigos. ¡Estoy listo para nuevas aventuras!"
FIN.