Las aventuras de Catalina y Tomás mientras esperan a papá Horacio



Era un día soleado cuando papá Horacio se despidió de su familia para ir a un viaje de trabajo. Su esposa, mamá Sami, intentó sonreír mientras él se alejaba, pero sabía que la casa se sentiría un poco vacía sin él. Sin embargo, Catalina, la hija mayor de ocho años, decidió que había que hacer de esos días algo especial.

"Mamá, ¡podemos tener aventuras mientras papá no está!" - exclamó Catalina, saltando de alegría.

"¿Aventuras? ¿Qué tipo de aventuras?" - preguntó mamá Sami, intrigada.

"Podemos explorar el jardín y hacer una búsqueda del tesoro. Encuentra un cofre y lo llenamos con cosas que nos recuerden a papá" - propuso Catalina.

"¡Eso suena genial! Vamos a hacerlo juntos, Tomás. ¿Te gustaría ayudar a tu hermana en la búsqueda del tesoro?" - dijo mamá Sami, viendo el brillo en los ojos de sus hijos.

"¡Sí! ¡Sí!" - gritó Tomás, emocionado, moviendo sus manitos.

Fueron al jardín, donde Catalina le mostró a Tomás cómo hacer una búsqueda del tesoro. Empezaron a cavar con pequeños rastrillos y a buscar entre las flores y los arbustos. Tras un rato, Tomás gritó:

"¡Mira lo que encontré!" - y mostró un viejo baúl de madera que estaba cubierto de tierra.

"¡Ese es nuestro tesoro! Vamos a limpiarlo y a llenarlo con recuerdos de papá" - dijo Catalina, mientras mamá Sami sonreía orgullosa.

Después de limpiar el cofre, empezaron a buscar cosas que les recordaran a su papá. Encontraron una foto de papá en una excursión, un dibujo que Tomás había hecho de él y su gorra favorita que había dejado olvidada.

"Vamos a llenarlo con amor y recuerdos, ¡será nuestro cofre del tesoro!" - propuso Catalina.

Una vez que llenaron el baúl, mamá Sami propuso abrir un viejo álbum de fotos. Pronto, empezaron a recordar las aventuras familiares: el viaje a la playa, las navidades juntos, su primer paseo en bicicleta. La risa y la alegría hicieron eco en el living.

"¡Mira! Aquí estamos todos en la montaña. Yo tenía menos pelo, y vos, Tomás, estabas en la pancita de mamá" - dijo Catalina, señalando una foto.

"¡Sí! ¡Nosotros fuimos a la montaña!" - respondió Tomás, agitando los brazos como loco.

La tarde pasó volando entre risas, historias y un poco de chocolate caliente. Ya casi al caer la noche, mamá Sami decidió que era hora de un cuento especial.

"¿Quieren que les cuente el cuento de la estrella perdida que encontró el camino a casa?" - preguntó mamá Sami.

"¡Sí!" - gritaron los dos.

Con voz suave, mamá Sami empezó a narrar la historia de una pequeña estrella que se sentía sola y perdida, pero que, con la ayuda de sus amigos, encontró el camino de regreso a casa. La historia intrigó a Catalina y Tomás, quienes no podían esperar para descubrir el final.

Cada vez que mamá Sami nombraba a un nuevo amigo de la estrella, Tomás observaba la ventana que daba al jardín, soñando en voz alta.

"¿Y si vemos la luna por la ventana? ¡Es nuestra amiga también!" - dijo Tomás.

"¡Buena idea, Tomás! Vamos juntos a mirar la luna mientras escuchamos el final del cuento" - sugirió Catalina.

Al terminar el cuento, miraron por la ventana y vieron la luna llena iluminando la noche estrellada.

"¡La luna nos está guiando!" - dijo Catalina, sonriendo mientras abrazaba a su hermano.

"Y papá siempre vuelve, como la luna, a casa" - añadió mamá Sami, sintiendo que el amor de la familia siempre permanece, aun cuando uno de ellos no está.

Así, Catalina y Tomás aprendieron que incluso cuando papá Horacio no estaba con ellos, el amor y los recuerdos podían convertir cualquier día en una aventura mágica. Y, con una sonrisa, cada noche esperaban el regreso de su papá, listos para contarle todas las historias y recuerdos que habían creado mientras él no estaba.

FIN.

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