Las Aventuras de Conejito Travieso
Había una vez un conejito llamado Tico, que era conocido en todo el bosque por ser el más travieso de todos. A pesar de los consejos de su mamá Coneja y su papá Conejo, Tico siempre se metía en problemas. Un día, sus padres le dijeron:
"Tico, no vayas muy lejos del nido, el bosque puede ser peligroso."
Pero Tico, en su afán de explorar, decidió ignorar las advertencias. Salió a jugar y pronto se adentró tanto en el bosque que no reconoció el camino de vuelta a casa.
"¡Oh no! ¿En qué lío me he metido?" - exclamó Tico, mirando alrededor con ojos asustados.
Mientras corría tratando de encontrar el camino de regreso, se encontró con una grande ardilla llamada Susi, que estaba recolectando nueces.
"Hola, pequeño conejito, ¿por qué estás tan asustado?" - le preguntó Susi.
"Me perdí y no sé cómo volver a casa. Mis papás me dijeron que no me alejara, pero no les hice caso."
"No te preocupes, yo conozco bien el bosque. ¿Te gustaría que te ayude a encontrar el camino?" - ofreció Susi.
Tico, aliviado, aceptó la ayuda de Susi. Juntos, comenzaron a explorar, pero pronto se encontraron con un río muy caudaloso.
"¿Y ahora qué hacemos?" - preguntó Tico, observando las aguas rápidas.
"Podemos construir un pequeño puente con esas ramas. Vengo haciendo esto a menudo. ¡Vamos!" - respondió Susi, llena de entusiasmo.
Trabajaron juntos, Luchando con las ramas, pero finalmente lograron construir un puente. Tico estaba tan emocionado de cruzarlo que saltó sin pensarlo.
Sin embargo, un tronco se movió y Tico se cayó al agua. ¡Splash!"¡Ayuda!" - gritó Tico, mientras luchaba para salir a la superficie.
Susi, rápidamente, se lanzó al agua y logró arrastrar a Tico a la orilla.
"¡Qué susto! Gracias Susi, casi me convierto en pez" - dijo Tico, temblando de miedo.
"Debes tener más cuidado" - le advirtió Susi.
Después de un rato, continuaron su viaje y llegó la noche. Desesperado, Tico comenzó a llorar.
"No sé si volveré a ver a mis padres nunca más..." - sollozó.
Entonces, aparecieron unas luciérnagas iluminando el camino.
"¡Mira, Tico! Las luciérnagas pueden guiarnos. Sigamos su luz" - sugirió Susi.
Las luciérnagas danzaron y los guiaron hacia una pradera que Tico reconoció como parte del camino a su casa.
"¡Por fin puedo ver mi hogar!" - gritó Tico, llenándose de alegría.
Sin embargo, el camino estaba lleno de espinas. Tico, recordando las advertencias de sus padres nuevamente, decidió concentrarse.
"Susi, necesitamos atravesar esto con cuidado. No quiero volver a perderme."
Así, juntos avanzaron despacio, esquivando las espinas y asegurándose de no hacer ruido.
Finalmente, después de tantas aventuras, llegaron a la entrada de su hogar. Tico estaba exhausto pero muy feliz.
"Muchas gracias, Susi. No sé qué hubiera hecho sin tu ayuda."
"Siempre es mejor viajar acompañado. Y recuerda siempre escuchar a tus padres. Ellos solo quieren lo mejor para ti" - le sonrió Susi.
Tico se despidió de su amiga y entró a su nido.
"Mamá, papá, ¡estoy en casa!" - saltó Tico.
"¿Dónde estuviste, Tico? Nos asustaste mucho."
Tico se sentó y les contó todas sus aventuras, y aunque sus padres se preocuparon, también se sintieron orgullosos de que su pequeño había aprendido una gran lección.
"Prometo nunca más desobedecerles. El bosque es muy grande y lleno de sorpresas, pero también puede ser peligroso" - concluyó Tico.
Y desde ese día, Tico se volvió un conejito más responsable, sin dejar de lado su espíritu aventurero, siempre recordando que escuchar a sus padres podía hacerlo regresar a casa más seguro y feliz.
FIN.