Las aventuras de Dayana y el tesoro perdido
Dayana era una niña muy inquieta y desobediente. Siempre estaba corriendo de un lado a otro, tocando cosas que no debía y desobedeciendo las órdenes de sus padres.
Un día, mientras jugaba en el jardín, Dayana descubrió un mapa antiguo escondido en un viejo baúl. El mapa mostraba un camino que conducía a un tesoro perdido en el bosque. Emocionada por la idea de encontrar un tesoro, Dayana decidió emprender la aventura sin contarle a nadie.
"Voy a encontrar el tesoro más grande del mundo", exclamó Dayana emocionada, mientras seguía el mapa. El camino era largo y lleno de obstáculos, pero Dayana estaba decidida a encontrar el tesoro. En su camino, encontró un río profundo que tenía que cruzar.
A pesar de las advertencias del mapa de no acercarse al agua, Dayana decidió ignorarlas y se lanzó al río sin pensar.
Por suerte, su amigo el pato, que nadaba en el río, la ayudó a llegar al otro lado sana y salva. "Gracias, pato amigo", dijo Dayana, dándole un abrazo.
Finalmente, llegó al lugar indicado en el mapa, pero en lugar de encontrar un tesoro brillante, se encontró con un anciano sabio que le dijo: "El verdadero tesoro está en saber escuchar y seguir las indicaciones, Dayana. La obediencia y la prudencia nos llevan a tesoros más grandes que cualquier oro".
Entonces, Dayana se dio cuenta de que el viaje en sí mismo había sido la verdadera aventura y el verdadero tesoro era aprender a ser obediente y prudente. Desde ese día, Dayana se esforzó por ser más obediente y prudente, sabiendo que ese era el verdadero tesoro que quería encontrar.
Y aunque la niña seguía siendo muy activa, había aprendido una valiosa lección. En lugar de correr sin pensar, aprendió a detenerse y escuchar lo que tenía que hacer. Y así, Dayana vivió muchas más aventuras emocionantes, pero siempre siendo más cuidadosa y obediente.
Y cada vez que recordaba la historia del tesoro perdido, sonreía sabiendo que había encontrado algo mucho más valioso: la sabiduría de la obediencia y la prudencia.
FIN.