Las Aventuras de Delfi, Victoria y Manuela
En un pequeño barrio en el corazón de la ciudad, vivían tres amigas inseparables: Delfi, Victoria y Manuela. Desde el jardín de infantes, siempre se habían prometido que nunca se separarían. Un día, decidieron que era hora de hacer algo grandioso juntas.
"¡Chicas!" -dijo Delfi con una sonrisa radiante"¡Tengo una idea! Vamos a construir la casa del árbol más increíble del barrio!"
"¡Sí!" -exclamó Manuela brillando de emoción"Imagínense todas las aventuras que podríamos vivir ahí."
"Y podemos invitar a los demás chicos, será la cabaña de las mejores amigas. ¡Nadie se quedará afuera!" -añadió Victoria, ya emocionada por el proyecto.
Las tres amigas comenzaron a recolectar materiales: ramas, tablas, cuerdas y un montón de imaginación. Pasaron días trabajando juntas, jugando y riendo, llenando su casa del árbol de secretos y sueños. Sin embargo, llegaron a un momento en que cada una de ellas comenzó a tener diferentes ideas sobre cómo debería ser la casa.
"Yo creo que deberíamos hacerla grande y colorida, con un tobogán!" -dijo Manuela.
"No, no, no. A mí me parece que deberíamos hacerla más pequeña y acogedora, con muchos cojines y luces brillantes" -respondió Victoria.
"Pero chicas, ¿y si hacemos una casa del árbol en dos niveles? Así podemos tener una parte para jugar y otra para descansar" -propuso Delfi, intentando mediar entre sus amigas.
Poco a poco, la tensión comenzó a aumentar entre ellas. Cada vez que trataban de trabajar juntas, terminaban en un pequeño desacuerdo.
"No entiendo por qué no pueden aceptar mis ideas. ¡Siempre tengo que ceder!" -se quejó Manuela, frustrada.
"Lo siento, yo sólo creo que mi idea es mejor" -contestó Victoria, cruzando los brazos.
"Chicas, las tres tenemos buenas ideas. Deberíamos hacer algo que nos guste a las tres" -dijo Delfi, tratando de calmarlas.
En medio de toda esta confusion, un día, mientras jugaban en su nueva casa del árbol, vieron que un grupo de niños del barrio no estaba jugando. Se dieron cuenta de que se estaban sintiendo excluidos.
"¡Miren!" -dijo Victoria"Esa es la razón por la que queríamos hacer nuestra casa del árbol: para que todos nuestros amigos se diviertan juntos!"
"Es cierto... quizás deberíamos pensar en cómo hacer que todos se sientan incluidos" -reflexionó Manuela.
Después de hablar y escucharse, decidieron trabajar juntas para combinar ideas. Hicieron un boceto con espacios para cada una y áreas para compartir. Finalmente, lograron crear una casa del árbol que tuvo un tobogán, un rincón acogedor con cojines y luces brillantes.
Cuando la casa estuvo lista, organizaron una fiesta de inauguración. Invitaron a todos los niños del barrio y la casa del árbol se llenó de risas y juegos. Las tres amigas estaban felices de que su sueño se hubiera hecho realidad, pero lo más importante había sido su capacidad de escucharse y resolver sus diferencias.
"Chicas, esta ha sido la mejor aventura de todas" -dijo Delfi, tomando las manos de sus amigas"Y todo fue gracias a que no nos separamos y trabajamos juntas."
"¡Amo nuestra casa!" -dijo Manuela mientras miraba a su alrededor"Y amo que estemos juntas."
"Y que podemos compartirlo con todos los demás" -concluyó Victoria, sonriendo ampliamente.
Desde ese día, Delfi, Victoria y Manuela aprendieron que la verdadera amistad no solo se trata de compartir momentos felices, sino también de escuchar, respetar opiniones y, sobre todo, entender que juntas podían lograr cosas maravillosas.
Y así, la casa del árbol se convirtió en un símbolo de su amistad, un lugar donde todos eran bienvenidos y donde los sueños podían hacerse realidad.
Y así siguieron viviendo nuevas aventuras, siempre unidas, siempre amigas.
FIN.