Las Aventuras de Deysi y Lucy



Era un hermoso día de verano en la ciudad de Buenos Aires, y Deysi estaba ansiosa por pasar el día con su prima Lucy. Ambas eran inseparables, y siempre se metían en aventuras que las llevaban a descubrir cosas nuevas. Esa mañana, decidieron ir al parque cercano a su casa para disfrutar del sol y jugar un rato.

-Deysi, ¿qué te parece si hacemos un picnic bajo el gran árbol? -propuso Lucy, señalando un enorme ombú que ofrecía sombra y frescura.

-Sí, me encanta la idea. Vamos a buscar unos sándwiches y unas galletitas -respondió Deysi con emoción.

Las chicas se pusieron manos a la obra. Reunieron dos canastas, llenas de frutas, sándwiches de mermelada y galletitas de chocolate. Una vez instaladas bajo el árbol, comenzaron a disfrutar de sus bocados. Mientras comían, Lucy planeó una búsqueda del tesoro.

-Deysi, ¿y si escondemos algunas cosas en el parque y hacemos una búsqueda del tesoro? -sugirió Lucy.

-¡Sí! Eso suena genial. ¿Qué vamos a esconder? -preguntó Deysi.

Decidieron que esconderían varios objetos: una piedra pintada, una flor amarilla, y una moneda brillante. Ambas se separaron para ocultar los tesoros en diferentes partes del parque. Cuando volvieron, Lucy dijo:

-Ya está todo listo. Ahora, hagamos un mapa para que sea más emocionante.

Armando un mapa dibujado a mano, indicaron las posiciones del tesoro. Y así, empezaron la búsqueda, llenas de risas y gritos de emoción cada vez que encontraba algo.

De pronto, mientras caminaban, Deysi tropezó con algo en el suelo.

-¡Lucy, mira esto! -gritó Deysi, levantando lo que parecía ser un viejo cofre de madera muy desgastado.

-¡No puede ser! ¡Ábrelo, Deysi! -exclamó Lucy, con sus ojos brillando de curiosidad.

Deysi abrió el cofre, y su mente se llenó de cuentos de piratas y tesoros escondidos. Dentro, encontraron cilindros de papel.

-¿Qué será esto? -preguntó Deysi, mientras comenzaba a desenrollar uno de ellos.

-¡Son mensajes! -gritó Lucy llena de entusiasmo. -¡Mira! Hay dibujos, y dice que cuentan historias.

Las chicas comenzaron a leer lo que los otros habían escrito hace mucho tiempo. Historias de aventuras, de amistad, de exploraciones lejanas. Era como si los antiguos dueños del cofre les estuvieran hablando. Al finalizar el tercer mensaje, Lucy tuvo una idea brillante:

-¿Y si escribimos nuestra propia historia y la dejamos en el cofre para que alguien más la encuentre algún día? -propuso.

Deysi asintió con la cabeza, emocionada por la idea.

-Sí, eso sería increíble. ¡Vamos a hacerlo! -dijo Deysi, y empezaron a escribir sus propias aventuras, añadiendo detalles sobre sus encuentros en el parque, sus sueños y lo especial que era su prima.

Cuando terminaron, cuidadosamente enrollaron el papel y lo guardaron en el cofre junto con los otros mensajes.

-¿Qué tal si lo enterramos aquí mismo, y prometemos volver a buscarlo? -sugirió Lucy.

-¡Sí! Prometamos que sea un lugar secreto -respondió Deysi mientras marcaban el lugar con unas piedras.

Contentas con su tesoro y su nuevo plan, se sintieron como verdaderas exploradoras. Sin embargo, mientras se preparaban para irse, se acercó una señora mayor que paseaba con su perro.

-¿Chicas, qué hacen con ese cofre? -preguntó la señora curiosa.

-Es un tesoro con historias y mensajes. ¡Queremos dejar uno de nosotras! -explicó Deysi.

La señora sonrió y les dijo:

-¿Saben? Hace muchos años hice lo mismo en este parque, y cada vez que vengo, recuerdo las risas de aquellos que encontraron mis notas. Las historias unen a las personas, y el deseo de compartirlas las hace eternas.

Deysi y Lucy se miraron sorprendidas y felices por lo que la señora les compartió. Sabían que habían hecho algo especial y que su amistad era un tesoro en sí misma.

Así que, antes de irse a casa, Deysi y Lucy juraron que regresarían al parque para seguir sus aventuras y agregar más historias en el futuro. Con una sonrisa en el rostro y un cofre lleno de sueños, se despidieron de esa hermosa tarde soleada, sabiendo que siempre habría nuevas historias por contar.

Y así concluyó otro día fantástico en el parque, pero la amistad de Deysi y Lucy se enriqueció con cada nueva aventura. Nunca dejaron de innovar, de explorar, y de apreciar la belleza de contar historias juntos.

FIN.

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