Las aventuras de El Tuche
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas, un niño muy especial llamado Juan, pero todos lo conocían como El Tuche. Su apodo provenía de su increíble habilidad para hacer reír a la gente con sus ocurrencias y travesuras.
Un día, mientras Juan jugaba en el parque, vio que un grupo de niños estaba muy triste. Se acercó a ellos y les preguntó:
- ¿Qué les pasa, chicos?
-
No tenemos con quién jugar. Todos están ocupados, -dijo Sofía, la más pequeña del grupo.
- No se preocupen, yo tengo una idea genial, -dijo El Tuche, con una sonrisa.
Entonces, comenzó a contar chistes y a hacer figuras con los dedos, transformando el ambiente sombrío en una fiesta llena de risas.
- ¡Eres el mejor, El Tuche! -exclamó Lucas, uno de los niños,- ¿Podemos jugar juntos todos los días?
- ¡Claro que sí! -respondió él entusiasmo.
A partir de ese día, El Tuche decidió formar un Club de la Risa, donde todos los niños del pueblo podían unirse para jugar, contar chistes y compartir momentos de alegría. La emoción fue tan grande que pronto los festejos se hacían cada semana.
Sin embargo, no todo sería un camino de risas. Un día, al llegar al parque para la reunión del club, se dio cuenta de que algo estaba raro. El lugar estaba vacío y no había señales de sus amigos. Intrigado, preguntó a su amigo Lucas:
- ¿Dónde están todos?
-
No lo sé. Me parece que muchos se están quedando en casa, -respondió Lucas con un tono triste.
- ¿Pero por qué? ¡No podemos dejar que eso suceda! -dijo El Tuche, decidido.
Fue entonces cuando El Tuche tuvo una idea brillante. Decidió hacer un gran cartel que decía: “¡La risa es contagiosa! Ven a jugar y ríete con nosotros.” Pasó la tarde haciendo carteles y dibujando caras sonrientes en ellos.
Al día siguiente, Juan y Lucas salieron a pegarlos por todo el pueblo.
- ¡Miren! Hay un club que necesita más amigos. -gritó El Tuche mientras hacía rebotar un cartel.
- ¡Claro! ¡Vamos a contar chistes! -dijo Lucas.
Poco a poco, a medida que repartían los carteles, la noticia del Club de la Risa se esparció por el pueblo y los niños empezaron a sumarse nuevamente. Pero lo más sorprendente sucedió cuando los padres comenzaron a unirse también. Así, El Tuche propuso algo inesperado:
- ¿Y si hacemos un festival de la risa? -sugirió a todos en una reunión.
- ¡Eso sería genial! -gritó Sofía, con los ojos brillando de emoción.
Después de semanas de trabajo en equipo, el día del festival llegó. Había risas, juegos, concursos de chistes y stand-ups improvisados.
- Este es el mejor día de todos, El Tuche. -dijo Lucas mientras reía al lado de Sofía.
- ¡Gracias a todos por venir y por compartir esta alegría! -exclamó El Tuche, contento de ver a su comunidad unida por la risa.
Pero, algo insólito ocurrió:
Durante el festival, El Tuche vio a un niño solitario en un rincón. Era Martín, un nuevo chico en el pueblo, que no se había atrevido a acercarse.
- ¡Hola! -gritó El Tuche, rompiendo la barrera de la timidez entre ellos. - ¡Ven, únete a nosotros!
- Pero… -dijo Martín, con una voz baja.
- ¡No hay peros! ¡La risa es para todos! -respondió El Tuche.
Así, con un poco de valentía, Martín se acercó y se unió al juego. Pronto, se sintió parte del club. Más tarde, le pidió a El Tuche:
- ¿Puedo contar un chiste también?
-
Por supuesto, ¡adelante! -Sonrió El Tuche desde el corazón.
Y así, Martín hizo su primer chiste, haciendo reír a todos.
- ¡Mirá, ya tienes amigos nuevos! -dijo El Tuche, viendo la transformación de Martín.
- ¡Gracias, El Tuche! -respondió emocionado.
Esa noche, después de un día tan espectacular, todos los niños se despidieron.
- ¡Volvemos la próxima semana! -gritó Sofía mientras se iba.
- ¡La risa nunca se detiene! -Exclamó El Tuche, feliz de haber logrado su objetivo de llevar alegría a su comunidad.
Así, El Tuche aprendió que, aunque la tristeza toque a la puerta, siempre hay espacio para una sonrisa y que, compartiendo alegría, se puede transformar el mundo que los rodea. Y así fue como, gracias a su liderazgo y creatividad, el Club de la Risa siguió creciendo, convirtiéndose en el lugar más querido del pueblo.
Fin.
FIN.