Las aventuras de Emotilandia
En un lugar lejanísimo, donde el arcoíris tocaba la tierra, existía un mágico reino llamado Emotilandia. Allí vivían cinco pequeños personajes que representaban las emociones más importantes: Alegría, Tristeza, Miedo, Ira y Sorpresa. Cada uno de ellos tenía un color especial que los hacía únicos.
Un día, mientras jugaban en el Parque de las Sensaciones, la alegría de la fiesta de cumpleaños de Alegría se sentía en el aire.
"¡Este va a ser el mejor cumpleaños de todos!", exclamó Alegría saltando y girando en círculos.
"Sí, pero ¿qué pasa si no les gusta la torta?", preguntó Tristeza con una expresión de preocupación.
"No te preocupes, Tristeza, siempre podemos hacer algo rico juntos", dijo Sorpresa con una gran sonrisa mientras sacaba una caja llena de caramelos.
Miedo asomó su cabecita detrás de un árbol muy frondoso.
"¿Y si, además de la torta, hay sombras que nos asusten?", preguntó con voz temblorosa.
"No, no, eso no va a pasar. ¡Hoy es un día para ser felices!", respondió Alegría con fuerza.
Pero de repente, la sombra de un monstruo apareció sobre ellos. Todos gritaron, y por un momento, la fiesta se detuvo. Era un monstruo enorme y animal, con una gran sonrisa, que se acercaba a ellos con movimientos torpes.
"¿Quién soy yo?", dijo el monstruo en un tono amistoso, pero con una voz que retumbaba como un trueno.
Todos temblaban de miedo, excepto Alegría.
"Yo creo que sos un nuevo amigo. ¿Quieres unirte a nuestra fiesta?", dijo valiente.
"Pero… yo soy el Miedo", respondió el monstruo, encogiendo su enorme cuerpo.
"Y a veces, solo me siento solo."
Miedo, que estaba aturdido por la aparición del monstruo, finalmente se acercó.
"También yo tengo miedo de lo desconocido. Pero juntos podemos enfrentarlo", murmuró.
"Entonces, todos juntos seremos más fuertes ", agregó Siria, que había llegado en ese momento.
Para su sorpresa, el monstruo se iluminó con su propia luz.
"Soy el monstruo de las emociones, y estoy aquí para ayudarles a entender lo que sienten!", exclamó.
"¿Cómo que ayudar?", preguntó Ira, que se había acercado.
"Hoy deberían aprender a enfrentar sus emociones. La alegría y la tristeza, el miedo y la ira… todos son importantes. ¿Quieren jugar conmigo?", dijo el monstruo muy emocionado.
Todos asintieron con entusiasmo. Así que el monstruo les propuso un juego: "La rueda de las emociones". Consistía en girar una rueda gigante que tenía colores, que representaban cada emoción.
Primero giró el monstruo y, cuando la rueda se detuvo, salió el color azul.
"¡Tristeza!", anunció el monstruo.
"Ahora debes decirnos algo que te haga sentir triste", le dijo a Miedo.
"Me duele cuando nadie me escucha", confesó Miedo.
"Eso está bien, a todos nos pasa a veces", dijo Tristeza.
"¿Ves? No somos tan diferentes", dijo Alegría entusiasmada.
Luego, giraron de nuevo y salió el color rojo.
"Ira! ¿Cómo se sienten?", preguntó el monstruo.
"A veces me siento frustrada y eso me pone enojada", respondió Ira.
"Y está bien, porque todos tenemos derecho a sentirnos así", comentó Tristeza.
Así siguieron jugando hasta que todos compartieron sus emociones y aprendieron a aceptarlas.
"Lo importante es saber que todas son parte de nosotros", dijo el monstruo, mientras se desvanecía poco a poco.
"¡No se olviden de mí! Cada vez que se sientan así, ¡recuerden que siempre hay alguien a su lado!"
Aunque el monstruo ya no estaba, los cinco amigos se sintieron más fuertes que nunca. Habían aprendido a compartir y a cuidar de sus emociones.
"¡Celebremos mi cumpleaños!", gritó nuevamente Alegría.
Y así, la fiesta de cumpleaños se llenó de risas y voces alegres. Cada uno, con sus emociones, se unieron como una gran familia.
Y en el horizonte, un nuevo día empezaba para los valientes habitantes de Emotilandia, un lugar donde sus corazones estaban siempre en fiesta, ante cualquier emoción que decidieran sentir.
FIN.