Las Aventuras de Federico en el Bosque



Era una tarde soleada cuando Federico, un niño curioso de diez años, decidió aventurarse en el monte que se extendía detrás de su casa. Con una pequeña canasta en la mano, recorría el camino de tierra buscando setas. Pero no solo las setas eran su objetivo, ¡también quería observar a los animales!

Mientras avanzaba, escuchó el canto alegre de un pájaro.

"¡Hola, pajarito! ¿Cómo te llamás?" - preguntó Federico, levantando la mirada hacia un colorido pájaro que saltaba de rama en rama.

"Soy una calandria, y estoy buscando lombrices para llevar a mi nido" - respondió el pájaro con una voz melodiosa. "¿Estás buscando setas?"

"Sí, ¡las setas son deliciosas! Pero también me gusta conocer a los animales como vos" - respondió Federico con una sonrisa.

La calandria rió suavemente y dijo: "El bosque está lleno de sorpresas, pequeño. Pero cuidado, porque al caer la noche todo cambia aquí. A veces los animales se asustan con el ruido de los humanos".

Federico continuó su camino, disfrutando de la compañía del pájaro. De repente, empezó a notar que la luz se desvanecía y la silueta de los árboles se hacía más oscura. Ya era tarde, pero él quería una última vuelta antes de volver a casa. Entonces vio un movimiento entre los arbustos y se acercó cautelosamente.

Para su sorpresa, un pequeño ciervo salió del bosque.

"¡Hola, ciervo!" - dijo Federico emocionado.

"Hola, niño. Me llamo Dardo. ¿Qué haces por aquí tan tarde?" - respondió el ciervo con su voz suave.

"Busco setas y estoy aprendiendo sobre los animales del bosque" - explicó Federico.

"Ten cuidado, la noche puede ser peligrosa. Los animales nocturnos están despiertos y pueden asustarse fácilmente" - advirtió Dardo.

Federico asintió, sintiendo un escalofrío. A lo lejos, pudo escuchar aullidos de una lechuza.

"Voy a volver a casa, es hora" - dijo, mirando el cielo que comenzaba a oscurecer.

"Sabes, siempre es bueno saber cuándo regresar. La naturaleza tiene sus propias reglas" - le aconsejó Dardo.

Federico se despidió de Dardo y decidió regresar por el camino que lo había traído, pero no sin antes buscar un último rayo de luz. Mientras caminaba de regreso, pensaba en lo que habían dicho tanto el pájaro como el ciervo: el bosque era un lugar mágico pero también lleno de responsabilidad.

De repente escuchó un sonido extraño detrás de él. Era un grupo de zorros, husmeando en la búsqueda de su cena.

"¡Mira, Federico! ¡Son los animales de la noche!" - gritó uno de los zorros al ver la canasta.

"Oh, no quiero asustarlos" - murmuró Federico, retrocediendo un paso.

Los zorros se miraron entre sí y uno de ellos, más atrevido, se acercó.

"No te preocupes. Solo venimos a buscar comida, pero resulta que tú también estás en el bosque. ¿Qué llevas ahí?" - preguntó el zorro curioso.

"Busco setas para cenar" - contestó Federico.

"Las setas no son lo único delicioso del bosque. Pero si no te importa, nosotros preferimos un buen ratón o una rana" - rió el zorro.

Federico rió también.

"No, estos son solo para mí. Pero gracias por ser tan amistosos." - dijo mientras veía cómo se alejaban los zorros.

Alla lejos, las luces de su casa comenzaron a brillar.

"Me tengo que ir... ¡Pero prometo volver a explorar!" - dijo Federico en voz alta.

"Recuerda, siempre es importante proteger el bosque y a los que viven en él. Nos vemos, amigo" - gritó Dardo mientras desaparecía entre los árboles.

A esa altura, Federico había aprendido una valiosa lección: el bosque no solo debían ser explorado, sino también respetado. Para proteger a sus animales y amigos del bosque, decidió que al día siguiente volvería con su papá, no solo para buscar setas, sino también para aprender más sobre el maravilloso entorno natural.

Así fue como esa tarde mágica se convirtió en una gran aventura, recordándole que siempre hay un nuevo aprendizaje en cada rincón del mundo natural.

FIN.

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