Las Aventuras de Feli y su Papá Valerio



Era una mañana soleada en el barrio de Villa Luz, y Feli, una niña de siete años llena de energía, se encontraba en el jardín de su casa. Su papá Valerio, un hombre amable y paciente, estaba intentando dedicar un rato a su pasatiempo favorito: la jardinería. Pero, como siempre, Feli tenía otros planes.

"¡Papá, papá!" - gritó Feli corriendo hacia él. "¿Podemos jugar a las escondidas?"

"Feli, dulce, estoy tratando de cuidar las plantas, quizás después..." - respondió Valerio con una sonrisa mientras le daba un riego a una de las macetas.

Feli no se dio por vencida. Mientras Valerio doblaba la espalda para cortar algunas hojas secas, Feli decidió hacer una pequeña travesura. Llenó un recipiente con agua y, con una expresión traviesa, le salpicó a su papá.

"¡Feli!" - exclamó Valerio mirando hacia arriba con sorpresa, aunque en el fondo sentía un poco de risa. "No hagas eso, por favor. Necesito concentrarme."

Feli, en lugar de sentir culpa por su travesura, empezó a reírse a carcajadas. Su papá, aunque un poco mojado, decidió que era hora de un cambio de enfoque.

"¿Sabes qué?" - dijo Valerio, mientras limpiaba su cara con una toalla. "Si quieres jugar, podemos hacerlo juntos. ¿Qué te parece si hacemos una aventura de jardinería?"

Feli se emocionó, e inmediatamente se puso a saltar de alegría. "¡Sí! ¿Qué hay que hacer?"

"Primero, necesitamos encontrar las herramientas y ver qué plantas vamos a cultivar. Tú puedes ayudarme a sembrar algunas semillas. ¿Te gustaría?"

"¡Sí!" - respondió Feli con entusiasmo.

"Pero, recuerda, tenemos que ser cuidadosos. Las plantas también son seres vivos y necesitan cariño."

"Entendido, papá. ¡Seré la mejor ayudante!"

Así que el día continuó con Feli y Valerio trabajando juntos en el jardín. A medida que cavaban la tierra, Feli empezó a hacer preguntas sobre cómo crecen las plantas.

"¿Papá, por qué siempre tienen que tener agua?"

"Porque el agua es esencial para que las plantas realicen un proceso llamado fotosíntesis, donde crean su alimento. Sin agua, se secan y mueren."

"¡Qué interesante!" - exclamó Feli mientras comenzaba a sembrar las semillas con cuidado y placidez.

De repente, Feli notó que había una planta marchita en una esquina del jardín. Sin pensarlo, se acercó y la tocó.

"Papá, esta planta está triste. ¿Podemos hacer algo por ella?"

"Por supuesto. A veces necesitan un poco de abono y cariño, y podríamos podar las hojas muertas. Pero tú tienes que ser muy delicada. ¿Te animas?"

"¡Sí, papá!"

Después de un rato de trabajo, Valerio miró a su hija, que estaba concentrada y feliz. "Un momento, Feli. ¿Ves cómo está cambiando la planta?"

Feli se sorprendió al ver que la planta, con un poquito de agua y cuidado, había empezado a lucir más verde.

"Así que, ¿también podemos hacer que las cosas que a veces están tristes vuelvan a sonreír?"

"Exactamente, Feli. Pero hay que ser pacientes y tener cariño, igual que hacemos con las plantas."

Después de una larga jornada de jardinería, Valerio se sintió cansado pero feliz. Feli, en cambio, estaba llena de energía.

"Papá, ¡fue el mejor día de todos!"

"Sí, y gracias a tu ayuda también aprendí cosas nuevas. Prometemos hacer esto más seguido, pero ahora, ¿te parece si estamos un rato en casa?"

"¡Como no! Pero no voy a dejar de hacer travesuras..." - dijo Feli, guiñándole un ojo.

Valerio solo sonrió y le dio un abrazo, sabiendo que, aunque Feli podría ser un poco problemática, había en ella un gran corazón y un montón de creatividad.

Y así, cada nuevo día, Feli aprendía más sobre la vida, sobre cuidar lo que ama y, por sobre todo, sobre el valor de compartir esos momentos con su papá Valerio, quien siempre estaría a su lado, listo para una nueva aventura.

FIN.

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