Las Aventuras de Gotita



En las profundas aguas del océano, vivía una pequeña gota de agua llamada Gotita. A pesar de que su hogar era hermoso, con coloridos peces y corales vibrantes, Gotita siempre sentía una extraña curiosidad por lo que había más allá de las olas.

Un día, mientras nadaba entre los peces, Gotita miró hacia la superficie del agua y vio el sol brillando intensamente.

"¿Qué habrá ahí arriba?" -se preguntó Gotita mientras su corazón lata de emoción.-

Impulsada por su curiosidad, decidió que era hora de descubrirlo. Con la calidez del sol, Gotita empezó a sentir un cambio. Pronto, se evaporó en un suave vapor y ascendió al cielo.

"¡Wow! ¡Mira lo alto que estoy!" -exclamó sorprendida.

Una vez en el cielo, Gotita se encontró con una nube blanca y esponjosa.

"Hola, pequeña gota. ¿Qué haces aquí?" -preguntó la nube con una voz suave.

"Quiero explorar el mundo más allá del océano. No sé qué hay, pero tengo muchas ganas de verlo" -respondió Gotita.

"¡Eso suena maravilloso! Estoy aquí para ayudarte. Para que puedas conocer diferentes lugares, primero debemos reunir más gotas" -dijo la nube, mientras hacía un gesto con su —"brisa" .

Con un pequeño soplo, la nube hizo que Gotita se uniera a otras gotas en la formación de una gran nube. Juntas empezaron a flotar, disfrutando de la vista: valles verdes, montañas majestuosas y ciudades brillantes.

"¡Mira esa montaña! Quiero ir para conocer la nieve" -exclamó Gotita.

Las gotas se dirigieron hacia la montaña y, al llegar, Gotita se deslizó desde la nube y empezó a jugar. En su travesura, conoció a un pequeño copo de nieve llamado Copito.

"¡Hola! ¡Soy Gotita!" -saludó Gotita.

"¡Hola! Yo soy Copito. Nunca había visto a una gota de agua antes" -respondió Copito con curiosidad.

"¿Quieres ver cómo fluye el agua cuando el sol brilla?" -invitó Gotita.

Entonces, Gotita, junto a Copito, se deslizaron montaña abajo, divirtiéndose y saltando entre los copos de nieve.

"¡Esto es tan divertido!" -gritó Gotita, con sus gotas brillando de felicidad.

Pero, de repente, el sol brilló intensamente y empezó a derretir a Copito.

"¡No!" -gritó Gotita alarmada."¡No quiero que te vayas!"

"No te preocupes, Gotita. Así es la naturaleza. Yo volveré a ser parte del agua, y tú siempre podrás encontrarme en el río" -tranquilizó Copito.

Gotita observó con tristeza cómo su amigo se convertía en agua. Entonces recordó lo que la nube le había dicho sobre la unión de las gotas.

Decidió seguir viajando, sabiendo que muchas otras aventuras la esperaban, y que siempre habría nuevas amistades.

La nube llevó a Gotita por el mundo, viendo ríos, lagos y hasta selvas.

En un río, conoció a Ricky, un pez chiquito.

"¡Hola! Soy Gotita, y he viajado desde el océano. ¿Te gustaría nadar conmigo?" -preguntó con emoción Gotita.

"¡Claro! ¡Pero antes de que lo hagas, debes saber que el agua necesita ser cuidada!" -advirtió Ricky con sinceridad.

"¿Cuidada? ¿Por qué?" -preguntó Gotita.

"Porque a veces la gente ensucia los ríos y océanos, y eso lastima el hogar de muchas criaturas. Si cada gota se preocupa por el agua, podemos ayudar a que todo esté limpio" -explicó Ricky.

"¡Tienes razón! Debo recordar a todos sobre la importancia del agua" -decidió Gotita con determinación.

Finalmente, Gotita se sintió lista para volver a su hogar en el océano. Con la ayuda de la nube, hizo el viaje de regreso, probablemente más sabias y con un nuevo propósito en su corazón.

Al llegar al océano, Gotita hizo un anuncio a todas las gotas y criaturas marinas.

"¡Amigos! He descubierto que el agua es muy valiosa y necesita ser cuidada. ¡Juntos podemos hacerlo!" -predicaba Gotita mientras los demás la escuchaban con atención.

Y así, Gotita, la pequeña gota curiosa, no solo exploró el mundo, sino que también aprendió la importancia de cuidar el hogar de todos. Su aventura había sido increíble y ahora tenía el desafío más grande: enseñar a otros sobre la maravilla y la protección del agua.

Con sus amigos a su lado, Gotita se convirtió en una heroína del océano, recordando a todos que cuidar el agua es una responsabilidad de todos.

Y así, con el brillo del sol y las olas del océano, Gotita continuó su viaje, lista para más aventuras y más enseñanzas de vida.

FIN.

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