Las Aventuras de Helena Gatubela



En un pequeño barrio lleno de luces y colores, vivía Helena, una gatuvela curiosa y llena de energía. Tiene un pelaje suave como la seda y unos grandes ojos verdes que brillaban como esmeraldas. Helena siempre estaba lista para una nueva aventura, acompañada de sus amigos: Tito, el perro valiente; Lili, la coneja divertida; y Pablo, el pajarito cantante. Juntos formaban un equipo inseparable.

Un día soleado, Helena se despertó con una idea chispeante en su cabeza. "Hoy vamos a explorar el bosque que está al final de la calle!"- exclamó emocionada. Sus amigos se miraron entre sí, un poco nerviosos pero también entusiasmados.

"¡Suena genial!", dijo Tito, moviendo su cola con ganas.

"No olvidemos llevar algo de comida", intervino Lili, que siempre pensaba en lo que podían picar durante sus aventuras.

"Y yo llevaré mi guitarra para cantar si nos damos un buen rato!"- cantó Pablo, llenando el aire de melodías.

Y así, con sus mochilas cargadas de deliciosos bocadillos y una guitarra, los cuatro amigos se pusieron en marcha hacia el bosque. Al llegar, el lugar era mágico: árboles altos, flores de colores y mariposas que danzaban en el aire. Mientras exploraban, comenzaron a contar historias sobre los valientes animales que vivían allí.

"Dicen que existe un árbol mágico que concede deseos. ¡Deberíamos buscarlo!"- dijo Helena entusiasmada.

"Sí, pero… ¿y si está custodiado por algún gigante feroz?"- comentó Tito, un poco asustado.

"¡No temas, Tito! Si vamos juntos, lo podemos lograr!"- respondió Lili, tratando de animarlo.

Y así, decidieron aventurarse más adentro del bosque. Después de un rato, se encontraron con un cruce. Había dos caminos: uno lleno de flores brillantes y otro cubierto de nubes oscuras.

"¡Vamos por el de flores!"- gritó Helena.

"Es más bonito, además nos permitirá hacer un picnic"- sonrió Pablo.

"Sí, pero no perdamos el rumbo. ¡El árbol mágico nos está esperando!"- agregó Lili, emocionada por la posibilidad.

Luego de un momento de diversión recolectando flores y disfrutando de su picoteo, decidieron retomar el camino hacia el árbol.

De repente, se encontraron con un pequeño arbusto que parecía un poco temeroso.

"Hola, ¿quiénes son ustedes?"- preguntó una pequeña ardilla, asomándose entre las ramitas.

"¡Hola! Somos Helena y sus amigos. Estamos en busca del árbol mágico. ¿Lo conoces?"- dijo Helena.

"Sí, lo he visto. Pero está al otro lado del río, y para cruzarlo necesitarán un bote. Pero el último que había quedó dañado por la tormenta. ¡Ustedes podrían ayudarme a repararlo!"- suplicó la ardilla.

Los amigos se miraron, luego a la ardilla, y Helena sonrió. "¡Nos encantaría ayudarte!"- dijo.

"¡Sí, en equipo somos más fuertes!"- agregó Lili.

Así que juntos, comenzaron a recolectar ramas, hojas y todo lo que pudieron para reparar el bote. Después de un rato, lograron armar un bote lo suficientemente fuerte como para cruzar el río.

"¡Listo, ahora sí podemos ir a encontrar el árbol!"- exclamó Tito, sintiéndose mucho mejor.

Cruzaron el río cantando y riendo hasta llegar a un claro donde encontraron un majestuoso árbol. Brillaba con una luz dorada que iluminaba todo a su alrededor.

"¡Miren eso!"- soltó Pablo volando alto.

"Es hermoso, pero… ¿cómo hacemos para pedir un deseo?"- preguntó Lili.

Helena pensó un momento y dijo: "Quizás deberíamos desear algo que beneficie a todos, en lugar de solo a nosotros. ¿Qué les parece desear alegría para todos los animales del bosque?"-

Todos asintieron con entusiasmo.

"¡Sí!"- gritaron, y juntos cerraron los ojos, deseando lo mejor para su nuevo amigo y todos los del bosque.

De repente, un brillo suave los envolvió y una voz profunda resonó desde el árbol. "Gracias, pequeños amigos. Su deseo es noble. La alegría florecerá en este bosque, y todo lo que necesitan estará siempre aquí"-.

Helena y sus amigos se miraron asombrados. Aunque no recibieron un deseo para sí mismos, se sintieron felices al ver cómo el árbol iluminaba el bosque entero. Regresaron a su hogar, contentos de haber hecho algo bonito juntos.

"Lo mejor de las aventuras son los amigos y lo que hacemos por los demás!", reflexionó Helena en voz alta.

Desde aquel día, siempre volvían al bosque, no solo para jugar, sino también para ayudar a los demás, compartiendo la alegría que habían sembrado. Helena se dio cuenta que la verdadera magia está en la amistad y el amor entre los seres que nos rodean.

Y así, Helena Gatubela, Tito, Lili y Pablo continuaron viviendo aventuras, haciendo del mundo un lugar más feliz, un día a la vez.

FIN.

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