Las aventuras de Isboque en la aldea de Santa



Era la víspera de Navidad y la emoción llenaba el aire. En una pequeña casa al borde del bosque, dos hermanos, Isboque y Jhossef, escuchaban cuentos sobre la mágica aldea de Santa, donde los elfos fabrican juguetes y los renos vuelan por el cielo.

"- ¡Quiero ver la aldea de Santa!", exclamó Isboque mientras miraba por la ventana las estrellas brillando en la noche.

"- ¡Yo también! Pero, ¿cómo llegaremos allí?", preguntó Jhossef, sus ojos brillaban con curiosidad.

"- ¡Podemos seguir la estrella más brillante!", sugirió Isboque, señalando hacia el cielo.

Decididos a vivir una aventura, los hermanos prepararon sus mochilas con galletitas de jengibre, una linterna y una manta. Justo antes de salir, su madre les dijo:

"- Recuerden, chicos, siempre es importante tener cuidado y no alejarse demasiado de casa."

Los hermanos asintieron y, con un último vistazo a su hogar, partieron. La estrella brillante parecía guiarlos, iluminando su camino a través del bosque.

Mientras caminaban, se encontraron con muchas maravillas. Primero, conocieron a un zorro que hablaba.

"- ¡Hola, hermanos aventureros! ¿A dónde van con tanta prisa?", preguntó el zorro, moviendo su cola ágilmente.

"- Buscamos la aldea de Santa", respondió Isboque emocionado.

"- ¡Ah! Si siguen este sendero hacia las montañas, llegarán al Valle de la Luz. Pero tengan cuidado, hay una cueva encantada que los puede desviar", advirtió el zorro.

"- Gracias por el aviso, ¡seremos cuidadosos!", dijo Jhossef mientras el zorro desaparecía entre los árboles.

El camino fue difícil, pero la estrella guiaba a los hermanos como una faro. Tras un buen rato de caminata, llegaron al pie de la majestuosa montaña que se alzaba ante ellos. En la cima, podían ver la luz del Valle de la Luz, pero en el medio había una cueva oscura.

"- ¿Entramos?", preguntó Isboque un poco nervioso.

"- Tal vez deberíamos", dijo Jhossef. "Quizás haya algo mágico dentro." Después de dudar, decidieron entrar en la cueva. Al adentrarse, encontraron un paisaje sorprendente: estalactitas de colores brillantes y gotitas que caían como música.

"- ¡Mirá!", exclamó Isboque, señalando un dintel. "¡Hay una inscripción!" Letras antiguas brillaban, y decía: "La valentía se mide en la oscuridad."

"- Eso significa que debemos ser valientes para encontrar la salida", comentó Jhossef, tomando la mano de su hermano.

Un eco resonó en la cueva, de manera inquietante. "- ¡Hola! ¿Quién anda ahí?" Al mirar hacia atrás, vieron que no estaban solos. Una pequeña criatura hecha de luz apareció, parpadeando como un faro.

"- ¡Soy Lúmina! El guardián de esta cueva. Si quieren salir, deben contestar una pregunta", dijo con voz dulce.

"- ¡Claro! ¡Preguntá!", respondió Isboque.

"- ¿Qué es lo más importante en una aventura?", inquirió Lúmina.

Los hermanos se miraron, pensando. Finalmente, Jhossef respondió:

"- ¡La amistad! Sin ella, las aventuras serían mucho menos divertidas."

Lúmina sonrió y dijo: "- Muy bien. Pueden continuar su camino. La salida está a la izquierda. Recuerden, siempre que estén juntos, encontrarán la manera."

Los hermanos avanzaron, sintiéndose más valientes y unidos. Al salir, se encontraron con el Valle de la Luz, lleno de flores brillantes. La estrella guía se hacía cada vez más brillante. Mágicamente, el paisaje cambió y se dieron cuenta que estaban muy cerca de la aldea.

Finalmente, llegaron a una pequeña aldea decorada con luces brillantes, nevadas y risas. Allí, conocieron a elfos y renos que les dieron la bienvenida.

"- ¡Bienvenidos a la aldea de Santa!", gritaron los elfos.

"- ¡Nosotros necesitamos encontrar a Santa!", gritaron los hermanos al unísono.

"- ¡Sigan el camino de dulces! Él los está esperando", les dijeron.

Con los corazones latiendo de emoción, Isboque y Jhossef siguieron el camino, disfrutando de la magia que los rodeaba. Al llegar a la casa de Santa, el gran hombre de barba blanca sonrió.

"- ¡He estado esperándolos!", dijo con voz profunda.

"- ¡Fue una aventura increíble! Aprendimos que la valentía y la amistad son lo más importante!", exclamó Isboque.

"- ¡Eso es maravilloso! La Navidad es sobre ser valientes y compartir amor. ¡Disfruten de la magia!", les dijo Santa, y les ofreció galletitas mágicas.

Y así, Isboque y Jhossef vivieron una Navidad inolvidable, aprendiendo que la verdadera magia no solo se encuentra en los lugares que visitamos, sino también en los lazos que compartimos y en el valor de perseguir nuestros sueños. Cuando regresaron a casa, sabían que su aventura apenas comenzaba.

FIN.

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