Las Aventuras de Jaime y Alicia en la Ciudad
Era un hermoso día soleado en la ciudad de Buenos Aires. Jaime, un niño de siete años, estaba muy emocionado porque su hermana recién nacida, Alicia, había llegado a casa. Aunque Alicia era muy pequeña, Jaime ya se sentía como un hermano mayor lleno de responsabilidad.
"Hola, Alicia, ¡vamos a conocer la ciudad!" - le dijo Jaime con una sonrisa radiante. Alicia, aunque no podía hablar, sonrió y movió sus manitas, como si entendiera.
Jaime se asomó por la ventana del living y vio a sus primos Jorge y Alba jugando en el jardín.
"¡Chicos, vengan!" - gritó Jaime.
Jorge, que tenía ocho años, y Alba, que tenía seis, llegaron corriendo. Jaime los miró con entusiasmo y dijo:
"Hoy vamos a hacer un recorrido por la ciudad. Voy a enseñarles todo lo que sé sobre ella. ¡Incluso les presentaré a Alicia!"
"¿Alicia?" - preguntó Jorge, con curiosidad.
"Sí, ¡ella es mi nueva hermana! Y aunque no pueda hablar, estoy seguro de que le encantará esto." - respondió Jaime.
Los cuatro se sentaron en el suelo, alrededor de la pequeña cuna donde estaba Alicia. Mientras ella los miraba con sus ojos grandes y curiosos, Jaime comenzó a explicarles lo que iba a mostrarles.
"Primero, vamos a conocer la plaza del barrio. Ahí hay un parque con muchas cosas para jugar. Después podemos ir a la heladería, donde hacen los mejores gustos de helado del mundo."
Los primos se emocionaron y, tras preparar unas mochilas con algunas golosinas y juguetes, salieron de casa con Alicia en su carrito.
Al llegar a la plaza, los chicos vieron un gran perro corriendo detrás de una pelota.
"¡Miren eso!" - exclamó Alba, señalando al perro.
"¡Vamos a jugar con él!" - dijo Jorge entusiasmado.
Pero cuando se acercaron, el perro brincó y la pelota terminó justo a los pies de Alicia. Todos se quedaron mirándola.
"¡Alicia! ¡El perro tiene una pelota para vos!" - comentó Jaime riendo. Todo el mundo se rió y, por un momento, Alicia pareció sonreír con sus ojos.
Después de jugar un rato con el perro, decidieron ir a la heladería. Mientras caminaban, Jaime les enseñaba:
"Miren estas casas. Cada una tiene un estilo diferente. Esa de ahí tiene balcones de hierro forjado, ¡y parece de otra época!"
"¡Como en las películas!" - dijo Jorge.
Finalmente, llegaron a la heladería.
"¡Se me hace agua la boca!" - suspiró Alba, mirando el menú lleno de colores.
"¿Qué sabor elegiríamos?" - preguntó Jaime, mirando a sus primos.
"¡Yo quiero frutilla!" - gritó Jorge.
"Y yo, chocolate" - dijo Alba.
"Y para Alicia, un sorbito de crema... ¡para que conozca el mejor helado!" - dijo Jaime, imaginando que Alicia apreciaría el gusto.
Cuando salieron de la heladería, estaban felices disfrutando de sus helados. De repente, se escuchó un ruido fuerte: ¡un globo se había volado en el aire y se había enganchado en un árbol!"¿Vieron eso?" - dijo Jaime, emocionado.
"¡Debemos ayudar a bajarlo!" - propuso Jorge.
Así que, después de un breve debate, decidieron armar un plan. Alba, que era la más pequeña, se subió a los hombros de Jorge mientras Jaime buscaba una rama larga.
"¡Ya casi!" - gritó Jorge, tratando de alcanzar el globo.
"Cuidado, no se caigan!" - advirtió Jaime, con preocupación.
"¡Lo tengo!" - exclamó Alba cuando finalmente pudieron liberar el globo.
Todos celebraron y le enseñaron a Alicia el globo, dándole un pequeño toque en su nariz.
"¡Mirá, esto vuela!" - le dijo Jaime.
Eran tanto las risas y la alegría que ni se dieron cuenta de que el sol comenzaba a ponerse.
"Es hora de volver a casa, pero hoy fue un gran día. ¡Alicia, fuiste nuestra mejor compañera!" - concluyó Jaime, mientras los cuatro regresaban juntos, imaginando nuevas aventuras.
Y así, entre risas y aventuras, el día terminó, pero la historia de Jaime, Alicia, Jorge y Alba apenas comenzaba. ¡La próxima vez, podrían descubrir el zoológico o el museo! Y juntos, serían los mejores exploradores de su ciudad.
FIN.