Las Aventuras de Jenny Mae en la Boca del Río



Era un caluroso día de verano en la Boca del Río. El sol brillaba con fuerza y la brisa fresca traía el aroma salado del mar. Jenny Mae, una niña curiosa y llena de energía, se preparaba para otra emocionante jornada de pesca en la orilla de la playa. Tenía su caña de pescar lista, su sombrero de ala ancha y una mochila llena de bocadillos para disfrutar.

"¡Vamos, mamá! ¡Hoy estoy segura de que atraparé un pez gigante!" - exclamó Jenny Mae mientras corría hacia la playa.

Su mamá la seguía sonriendo, disfrutando de la alegría de su hija. Sabía cuánto le encantaba ese ritual de ir a la playa todos los veranos.

Al llegar a la orilla, Jenny Mae dejó sus cosas y se metió en el agua poco profunda, sintiendo la calidez del océano entre sus pies.

"¡Qué rico se siente!" - gritó ella, mientras salpicaba agua a su alrededor.

Después de un rato de juegos y risas, Jenny Mae finalmente se decidió a pescar. Se sentó en la arena con su caña, mirando atentamente el mar.

"Paciencia, Jenny Mae. Los peces son como los amigos, a veces hay que esperarlos un poco" - le dijo su mamá, mientras le guiñaba un ojo.

Luego, algo inesperado ocurrió. Mientras esperaban, una sombra pasó sobre ellas. Al mirar hacia arriba, vieron un gran pájaro, pero no era un pájaro cualquiera; era un majestuoso pelícano que planeaba al sol.

"¡Mirá ese pelícano!" - exclamó Jenny Mae "¿Crees que venga a saludar?"

Justo en ese momento, el pelícano se lanzó hacia el agua y, con un gran chapoteo, salió a la superficie con un pez en su pico.

"¡Wow! ¡Eso fue impresionante!" - dijo Jenny Mae, admirando la destreza del ave. Pero al ver cómo el pelícano luchaba por llevarse el pez, se le ocurrió una idea.

"¡Ojalá pudiéramos ayudarlo!" - comentó "Pero, ¿cómo haríamos eso?"

Su mamá se agachó y le dijo:

"Podemos aprender a cuidar a los animales, Jenny Mae. A veces, solo necesitan un poco de apoyo."

Con su interés despertado, Jenny Mae decidió que sería un día de aprendizaje y aventura. Juntas, comenzaron a recopilar información sobre las aves y los peces que habitaban en la Boca del Río.

"¡Miraculosos son!" - dijo su mamá mientras hojeaba un libro "Sabías que el pelícano tiene un saco especial para atrapar el agua y, así, filtrar los peces?"

Jenny Mae estaba maravillada con la información nueva que descubría. La idea de ayudar a los animales la llenó de alegría. Decidió que además de pescar, quería hacer algo por el medio ambiente.

"¡Voy a recoger basura de la playa!" - proclamó entusiasmada. Entonces, se levantó y comenzó a caminar por la orilla, recogiendo todo lo que encontraba: plásticos, envoltorios, y latas.

Mientras lo hacía, vio a otros niños jugando en la arena y se les acercó.

"¡Hola, chicos! ¿Quieren ayudarme a limpiar la playa?"

Al principio, los niños se miraron con curiosidad, pero pronto se unieron a Jenny Mae.

"¡Claro, vamos!" - dijeron, entusiasmados por participar en la aventura.

Pasaron la tarde riendo y recogiendo basura, cantando canciones, hasta que la playa se vio más limpia y hermosa. Jenny Mae se sintió orgullosa de lo que habían logrado. Al final del día, se sentaron juntos en la arena, cansados pero felices.

"Hicimos un buen trabajo, ¿no?" - dijo uno de los chicos.

"Sí, y también aprendimos mucho sobre los peces y pájaros!" - contestó Jenny Mae.

Y así, entre risas y juegos, Jenny Mae no solo disfrutó de su día de pesca, sino que también aprendió la importancia de cuidar del lugar donde viven y de ayudar a los animales.

Desde aquel día, cada verano, Jenny Mae regresaba a la Boca del Río no solo con su caña de pescar, sino también con una bolsa para recoger la basura y invitar a otros a unirse a su misión; así, los veranos en la Boca del Río se transformaron en una mezcla de diversión y responsabilidad, donde cada niña y niño podía ser un pequeño protector del medio ambiente.

Y así, presentación tras presentación, Jenny Mae siguió explorando, aprendiendo y compartiendo la magia de su mundo con otros.

FIN.

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