Las Aventuras de José Andrés y sus Hermanos



Era un hermoso domingo y la familia de José Andrés se preparaba para su tradicional reunión familiar. La casa se llenaba de risas y aromas deliciosos mientras mamá cocinaba su famoso guiso, mientras que papá ponía una película en la tele.

José Andrés, el consentido de la familia, miraba a sus cuatro hermanos con una sonrisa desde su lugar en la mesa.

"¿A qué película vamos a ver hoy?" - preguntó emocionado.

"Espero que sea de aventuras, como siempre" - respondió Rosa, mientras servía la comida en su plato.

"Yo preferiría una de dibujos animados" - dijo María, entusiasmada.

"A mí me gustan las de ciencia ficción, donde hay robots y cosas voladoras" - agregó José Ignacio, el hermano mayor.

"A mí me gustan todas, mientras estemos juntos" - dijo Milagros, la más pequeña, con una gran sonrisa que iluminaba su rostro.

Después de comer, se acomodaron en el sillón grande, todos abrazados y con un bol de pochoclo en las manos. La película comenzaba y los ojos de José Andrés brillaban de emoción.

Pero de repente, el televisor se apagó. Todos miraron a papá, quien intentaba encenderlo, pero no había caso.

"¡Oh no! ¿Qué haremos ahora?" - exclamó José Andrés, un poco preocupado.

"Tal vez podamos crear nuestra propia aventura" - dijo Rosa, con un brillo en los ojos.

"¿Cómo?" - preguntó José Ignacio, intrigado por la idea.

"Podemos usar nuestra imaginación y contar una historia juntos. Aquí, en la sala, ¡podemos ser héroes!" - sugirió María.

"¡Sí! Cada uno puede ser un personaje diferente" - exclamó Milagros, saltando de alegría.

Así que se pusieron de acuerdo en quién sería cada personaje. José Andrés se convirtió en un valiente caballero que debía rescatar a una princesa, Rosa sería la astuta princesa, María se transformó en una mágica hada, José Ignacio en un dragón que custodiaba el tesoro, y Milagros en la valiente guerrera que ayudaba al caballero.

"¡Yo voy a ser la princesa que necesita ser rescatada!" - dijo Rosa emocionada.

"Y yo seré el dragón, pero no me preocupen, ¡soy un dragón bueno!" - dijo José Ignacio con una gran sonrisa.

Los cinco comenzaron a crear su historia, donde el caballero José Andrés debía atravesar un oscuro bosque lleno de misterios, y en su camino se encontraba con desafíos, como resolver acertijos de hadas y enfrentarse a pruebas de valentía.

Después de un rato imaginando y riendo, la sala se llenó de magia. Hasta que en un momento, José Andrés exclamó:

"¡Vamos a hacer el juego de la verdad!" - propuso él, generando emoción entre sus hermanos.

"¿De qué se trata?" - preguntó Milagros.

"Cada uno debe contar una verdad interesante sobre ellos. ¡Yo empiezo! Me encanta estar con ustedes y siempre quiero que pasen más días de domingo juntos" - dijo José Andrés con sinceridad.

"A mí también me encanta estar en familia. Por eso, siempre me esfuerzo por ayudar a mamá y papá" - dijo Rosa.

Así, cada uno fue tomando turnos, compartiendo sus sueños, miedos y lo que más les gustaba hacer juntos. José Ignacio confesó su deseo de construir un cohete de cartón y viajar al espacio, mientras Milagros decía que quería aprender a hacer magia.

El tiempo voló entre risas y confesiones, y cuando miraron el reloj, se dieron cuenta de que ya casi era hora de la merienda.

"Fue una aventura increíble, y lo mejor es que no necesitamos un televisor para divertirnos" - comentó María.

"Sí, todo se puede lograr cuando estamos juntos, ¡esto fue genial!" - dijo José Andrés, sintiéndose más firme de lo que jamás imaginó.

Así fue como, sin darse cuenta, aprendieron que la verdadera diversión está en la compañía y en hacer cosas juntos. Y aunque el televisor no funcionara, ese día se volvió uno de los favoritos de la familia, lleno de aventuras e historias compartidas.

FIN.

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