Las Aventuras de la Clase del Segundo A



En el aula del segundo A, la maestra Sofía estaba muy emocionada porque ese día iban a aprender algo muy especial: ¡a entonar preguntas y exclamaciones! Los chicos no podían esperar y, mientras se acomodaban en sus pupitres, el ruido de risas y murmullos llenaba el aire.

- ¡Hoy vamos a divertirnos mucho! - dijo la maestra Sofía, sonriendo.

- ¿De qué se trata, maestra? - preguntó Lucas, con los ojos bien abiertos.

- ¡Así me gusta! Hoy vamos a hacer un juego que se llama "La orquesta de las palabras". - explicó Sofía. - Vamos a dividirnos en grupos y cada uno tendrá que representar una escena utilizando preguntas y exclamaciones.

Los niños aplaudieron emocionados. Matilda, que siempre tenía ideas creativas, dijo:

- ¡Yo quiero hacer un circo! ¡Podemos usar preguntas y exclamaciones para contar una historia increíble!

Y así fue como se formaron cuatro grupos: el circo de Matilda, las aventuras en el bosque de Lucas, la playa de Manuel, y el viaje en el espacio de Sofía. La maestra escribió en la pizarra las reglas:

1. Cada grupo debe utilizar al menos cinco preguntas y cinco exclamaciones.

2. Hay que practicar la entonación correcta.

3. ¡Diviértanse!

Los grupos se pusieron manos a la obra. Matilda guiaba a su equipo con energía:

- ¡A ver, chicos! - gritó. - ¿Qué animales habrían en nuestro circo?

- ¡Elefantes! - exclamó Juan, levantando la mano. - ¡Y payasos! ¡Qué divertido!

- ¡Sí! ¡Y que haya un trapecista! - añadió Flora, emocionada.

En el grupo de Lucas, la historia se desarrollaba en un bosque lleno de criaturas mágicas.

- ¿Qué pasaría si encontramos a un dragón? - preguntó Lucas, haciendo gestos con las manos.

- ¡Sería increíble! - respondió Ana, con la boca abierta. - ¡Quiero verlo!

Mientras tanto, Manuel y su grupo escarbaban en un montón de ideas para la playa.

- ¡Podemos hacer un castillo de arena enorme! - exclamó Manuel. - ¡No debe haber olas inmensas! ¿Qué les parece?

Finalmente, el grupo de Sofía decidió contar una historia sobre un viaje al espacio.

- ¿Qué tal si viajamos a la Luna? - preguntó Sofía, pensando en la enorme aventura que podrían narrar.

- ¡Sería la mejor aventura de todas! - gritó Mateo. - ¡Quiero ver algunos extraterrestres!

A medida que los grupos ensayaban, la maestra Sofía observaba con una sonrisa. Estaba asombrada de cómo los chicos comenzaban a entender la importancia de entonar correctamente las preguntas y las exclamaciones. Sin embargo, algo sorpresivo sucedió. Mientras un grupo estaba ensayando, se dieron cuenta de que alguien estaba falta...

- ¿Dónde está Matilda? - preguntó Lucas, mirando a su alrededor con preocupación.

- ¡No sé! - exclamó Ana, mirando la puerta.

Rápidamente, Sofía decidió intervenir.

- Chicos, ¿por qué no salimos a buscarla? - sugirió la maestra con una mirada decidida.

Todos los estudiantes empezaron a buscar por el pasillo y el patio del recreo. - ¡Matilda! - gritaron al unísono, llenando el aire con sus exclamaciones.

De repente, escucharon una risa proveniente de detrás de un árbol.

- ¡Aquí estoy! - exclamó Matilda, saltando hacia ellos. - ¡Estaba buscando mi sombrero de payaso! -

Todos se rieron, aliviados de encontrarla.

- ¿Estás lista para seguir ensayando? - le preguntó Sofía.

- ¡Amo los circos! - respondía Matilda, mientras se colocaba el sombrero colorido.

Regresaron al aula, listos para presentar cada uno sus obras. El primero fue el grupo de Matilda, lleno de energía y risas, seguido por los demás grupos que demostraron lo que habían aprendido sobre preguntas y exclamaciones. Al finalizar, todos los compañeros aplaudieron.

- ¡Excelente trabajo! - dijo la maestra, orgullosa. - Han demostrado que las preguntas y las exclamaciones son esenciales para contar historias.

Los niños sonrieron, pues no solo habían aprendido, sino que además habían vivido una aventura juntos, superando el imprevisto de la desaparición de Matilda y apoyándose unos a otros.

- ¡Hoy fue el mejor día! - exclamó Lucas al final del día, mientras reunían sus cosas.

- ¡Sí! ¡Amo aprender! - respondió Matilda, sonriendo con su sombrero de payaso aún en la cabeza.

Y así, los niños del segundo A se llevaron no solo un gran aprendizaje, sino también recuerdos inolvidables que siempre los acompañarían.

FIN.

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