Las Aventuras de la Familia Sanz Juan en el Lago



Era una hermosa mañana de primavera, y la familia Sanz Juan estaba lista para emprender su viaje al lago. El padre, don Sanz Juan, había estado planeando esta escapada durante semanas. Su esposa, Alicia, preparó todo lo necesario: un montón de comidas ricas y algunos juegos para los chicos, Ana y David. No podían olvidarse de Tom, su fiel perro, quien movía la cola ansiosamente a la espera de la aventura.

"¡Estamos listos para partir!", exclamó don Sanz Juan, mientras todos subían al auto.

"¿Podemos parar en la heladería?", preguntó Ana emocionada.

"Sí, claro, pero sólo si llegamos a la ruta primero", contestó Alicia riéndose.

Los abuelos, Luis y Raquel, ya estaban esperándolos en el lago con una gran sonrisa en sus rostros.

"¡Hola, chicos! ¡Qué buenos que son, ya casi no quedaba lugar para nosotros en el auto!", dijo el abuelo Luis bromeando.

"¡Y qué buena mañana para explorar!", agregó la abuela Raquel.

Una vez instalados en la cabaña, los abuelos decidieron llevar a los niños a recorrer una ruta que ellos conocían desde hace años.

"Acompáñennos, vamos a ver flores, árboles y tal vez un par de animalitos", animó Luis.

"¡Sí! ¡Quiero ver ranas!", gritó David con entusiasmo.

"Las ranas son muy divertidas", añadió Ana con los ojos brillando de emoción.

Mientras caminaban por el sendero, Luis y Raquel les enseñaban sobre los árboles y las flores del lugar. Cada tanto, David corría adelante, buscando ranas en la pequeña laguna.

"¡Miren! ¡Allí hay una!", gritó, señalando una rana verde que saltó en la orilla. Todos se agacharon para mirarla.

"Es hermosa, David", dijo Ana.

"Quizás podamos atraerla con un poco de hierba", sugirió Raquel, y comenzaron a jugar para ver si podían hacer que la rana se acercara.

En medio de la diversión, de repente, Ana miró hacia atrás y vio algo moverse entre los arbustos.

"¿Vieron eso?", preguntó intrigada.

"Quizás es un lobo, como el que contó el tío el otro día", dijo David, recordando la historia de su tío.

"¡No! Los lobos están en el bosque profundo. Aquí solo hay animales curiosos", dijo el abuelo, intentando calmar un poco el misterio.

Ani y David estaban fascinados, pero también algo asustados.

"¿Y si nos encontramos con uno?", preguntó Ana.

"No hay que tener miedo, los animales suelen ser más tímidos que nosotros. Siempre que los respetemos y mantengamos la distancia, no hay problema", explicó Raquel.

"Además, podemos guiarnos con el silbido que nos enseñó tu papá. ¡El peligro está en los cuentos!", añadió Luis.

Con renovada valentía, continuaron caminando, riendo y jugando, dejando el miedo atrás. Entonces, en un claro del bosque, encontraron un hermoso lugar donde el agua brillaba al sol como miles de diamantes. Decidieron que era un sitio perfecto para hacer un picnic.

"¡Esto es increíble!", exclamó David, entusiasmado.

"Nunca había visto algo tan bonito", acordó Ana.

"Es un regalo de la naturaleza", dijo Raquel, mientras todos se sentaban en la manta.

Después de disfrutar de su comida, los niños jugaron cerca de la laguna, mientras los abuelos los observaban con alegría. Por un momento, se sintieron como una verdadera familia de exploradores.

"¡Vamos a buscar más ranas!", propuso David nuevamente, y todos se lanzaron al agua.

Al regresar a casa, gracias a la supervisión de los abuelos, aprendieron a cuidar el medio ambiente recogiendo toda la basura y dejando todo limpio.

"Cada uno de nosotros tiene el poder de proteger lo que amamos", dijo Luis, mientras se despedían de la laguna.

"Así será, abuelo!", aseguró Ana con una sonrisa.

De vuelta en la cabaña, mientras el sol se ponía, la familia se reunió alrededor de una fogata.

"Esta fue una gran aventura", comenzó Alicia.

"¿Cuál fue su parte favorita?", preguntó don Sanz Juan.

"Las ranas, definitivamente", contestó David.

"Y ver todo lo lindo de la naturaleza", agregó Ana.

"Y que los lobos están solo en los cuentos", rió Luis.

Al final de esa jornada, la familia Sanz Juan se acurrucó junta, cantando y contando historias. Aprendieron que, a veces, los miedos son solo historias del pasado y que la verdadera aventura se vive en familia.

"¡A la próxima, vamos a buscar más ranas!", gritó David, mientras todos se reían a carcajadas.

FIN.

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