Las aventuras de la seño Almu y su hija Gabriela
Era un día soleado en el pueblo de Cuentilandia, donde la seño Almu enseñaba en la escuelita del barrio. La alegría llenaba el aire, y su pequeña hija, Gabriela, siempre la acompañaba en sus aventuras. Esa mañana, la seño Almu decidió organizar una excursión al gran parque de la ciudad, un lugar lleno de árboles frondosos, flores de todos los colores y un enorme lago.
"Mamá, ¿puedo ir con vos al parque?" - preguntó Gabriela con ojos brillantes.
"Claro, Gabi. ¡Te necesito a mi lado!" - respondió la seño Almu con una sonrisa.
Cuando llegaron al parque, los chicos se divirtieron jugando y explorando. La seño Almu les explicó sobre la importancia de cuidar la naturaleza y cómo cada árbol y cada flor cumplían un rol vital en el ecosistema.
"¿Sabían que los árboles nos dan oxígeno para respirar?" - preguntó la seño.
"¡Guau!" - exclamó un niño llamado Juan.
"Y además, son el hogar de muchos animales. Si los cuidamos, ellos nos cuidarán a nosotros también" - agregó Gabriela.
De repente, mientras jugaban cerca del lago, vieron a una familia de patos que parecía estar en problemas. Un pequeño pato había caído en una trampa de basura y no podía salir.
"¡Ay, no! Debemos ayudarlo, seño Almu" - dijo Gabriela angustiada.
"Sí, Gabi. Vamos a hacer algo. Primero, tenemos que reunir a todos y pensar en una solución" - dijo la seño, tomando la iniciativa. Reunió a los niños alrededor del lago y les explicó la situación.
"Chicos, debemos ser un equipo. ¿Alguna idea de cómo podemos ayudar al patito?" - preguntó.
Los niños comenzaron a hablar, aportando distintas ideas. Mirando alrededor, un niño sugirió que podían usar cañas para alcanzarlo, mientras que otro mencionó que podían intentar acercarse despacito para no asustarlo.
"Me gusta la idea de usar las cañas, pero si uno de nosotros se acerca despacito, tal vez pueda ayudar a liberar al patito" - propuso Gabriela.
"¡Eso es!" - exclamó la seño Almu, emocionada por el trabajo en equipo.
Así que, con precaución, un niño se acercó lentamente al pato, mientras el resto de los niños sostenían las cañas, listos para ayudar. Después de un par de intentos, lograron liberar al pequeño pato y este salió nadando hacia su madre. Todos estallaron en aplausos y risas, sintiéndose muy orgullosos de su trabajo en equipo.
"¡Lo logramos!" - gritó Gabriela entusiasmada.
"Sí, pero sobre todo aprendimos que juntos somos más fuertes" - añadió la seño Almu.
Agradecidos por el aprendizaje, los niños decidieron realizar una pequeña limpieza del parque, recogiendo la basura que encontraban y dejando el lugar más lindo de lo que estaba. Esa aventura no solo fue emocionante, sino que también les enseñó sobre la importancia de cuidar el medio ambiente.
Al volver a casa, la seño Almu y Gabriela estaban cansadas pero felices.
"Mamá, hoy fue un día increíble. Aprendí que todos podemos hacer una diferencia, aunque seamos pequeños" - dijo Gabriela con la sonrisa más amplia.
"Así es, Gabi. Nunca subestimes el poder de un corazón noble y un grupo unido" - respondió la seño Almu mientras abrazaba a su hija.
Esa noche, Gabriela se durmió soñando con luciérnagas y nuevos animales que podría ayudar en sus próximas aventuras junto a su mamá. Y la seño Almu, satisfecha por haber sembrado en sus alumnos no solo conocimiento, sino también valores, se sintió agradecida por los momentos vividos.
FIN.