Las Aventuras de Lara y sus Amigos



Era un día soleado en el parque de la ciudad, y Lara, una niña de ocho años con el cabello rizado y brillante, estaba emocionada.

"¡Hoy es el día del picnic!"- gritó Lara mientras corría hacia el parque! La emoción le hacía saltar de alegría y no podía esperar para reunirse con sus amigos.

Lara llegó al parque y vio a su amigo Tomás, que estaba sentado en la manta. Tomás, un niño un poco tímido, parecía nervioso porque había olvidado traer algo para compartir.

"Hola, Tomás. ¿Estás bien?" -preguntó Lara.

"Sí, solo que tengo un poco de miedo porque no traigo comida" -respondió Tomás, apretando su manta.

"¡No te preocupes! Yo traje sándwiches y frutas. Podemos compartir!" -dijo Lara con una sonrisa.

Tomás sintió una ola de felicidad al escuchar a su amiga y su miedo desapareció.

Mientras tanto, llegó Sofía, una niña muy alegre, quien siempre tenía una sonrisa en el rostro.

"¡Hola, amigos!" -gritó Sofía.

"Hola, Sofía!" -contestaron juntos.

"Traje galletas de chocolate!" -dijo Sofía, mientras sacaba una gran bolsa llena de galletas.

Lara y Tomás saltaron de alegría. La combinación de galletas y sándwiches era perfecta.

"¡Este picnic va a ser increíble!" -exclamó Tomás, ya sintiéndose muy feliz.

Después de disfrutar de su comida, Lara tuvo una idea:

"¿Por qué no jugamos a buscar tesoros?" -propuso emocionada.

"¡Sí, eso suena divertido!" -respondió Sofía.

Así que los tres amigos empezaron a buscar por todo el parque. Encontraron hojas, piedras y hasta un juguete viejo.

Pero, en un momento, Lara vio algo brillante en un arbusto.

"¡Miren eso!" -dijo mientras se acercaba.

"¿Qué es?" -preguntó Tomás, sintiéndose un poco asustado.

Lara se agachó y al sacar el objeto brilloso se dio cuenta que era un pequeño espejo.

"¡Es un espejo!" -gritó emocionada, sosteniéndolo en alto.

Pero abruptamente el espejo se le cayó y se rompió. El sonido hizo que Tomás se sintiera frustrado y Lara se sintió un poco triste.

"Oh no, lo rompí..." -susurró Lara, con lágrimas en los ojos.

"No llores, Lara" -dijo Tomás, intentando ayudarla a sentirse mejor.

"Es solo un espejo, lo que importa es la diversión que tuvimos juntos" -agregó Sofía.

Lara se secó las lágrimas y empezó a reír.

"¡Tienen razón! ¡Somos un gran equipo! ¡No necesitamos un espejo para divertirnos!" -dijo mientras se limpiaba la cara con su mano.

Decidieron continuar con su búsqueda de tesoros y de pronto comenzaron a jugar a un juego de adivinanzas.

"Yo empiezo, veo algo que es redondo y amarillo" -dijo Tomás, sonriendo.

"¡Es una pelota!" -gritaron Lara y Sofía al unísono.

Después de varias adivinanzas y risas a carcajadas, alguien tuvo otra idea:

"¿Y si hacemos una obra de teatro?" -propuso Sofía.

Los tres se emocionaron y empezaron a actuar como si fueran animales del bosque. Lara fue una mariposa, Tomás un conejo y Sofía una ardilla.

El parque estaba lleno de risas y aplausos de otros niños que se sumaron.

Al final del día, cuando el sol comenzaba a ponerse, Lara, Tomás y Sofía se sentaron juntos en la manta y compartieron lo que les había enseñado el día.

"Hoy aprendí que a veces las cosas se rompen, pero eso no significa que debamos estar tristes" -dijo Lara, sonriendo.

"Yo aprendí que siempre puedo contar con mis amigos" -contestó Tomás, mirando a sus amigos.

"Y yo aprendí que la diversión está en lo que hacemos juntos y no en lo que traemos" -concluyó Sofía, abrazando a sus amigos.

Al caer la tarde, los tres amigos regresaron a casa, recordando lo increíble y divertido que había sido su picnic lleno de aventuras, risas y la magia de compartir emociones.

FIN.

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