Las Aventuras de las Emociones en la Escuela
Era un día soleado en la Escuela de las Emociones, donde vivían Happy, Angry, Sad y Scared. Cada uno de ellos representaba una emoción que todos los niños sentían. Happy siempre iba saltando y cantando, Angry no perdía la oportunidad de mostrar su fuerza y valentía, Sad solía quedarse un poco apartado, a veces observando las nubes, y Scared siempre pensaba en lo que podría salir mal.
Un día, el maestro del colegio, el Señor Corazón, anunció una gran competencia: el Concurso del Mejor Proyecto. Los grupos debían presentar algo grandioso en una semana.
"¡Esto va a ser genial!" - dijo Happy. "Podemos hacer un mural enorme lleno de colores y risas."
"Pero, ¿y si alguien no le gusta nuestro mural?" - respondió Sad, un poco inseguro.
"No te preocupes, Sad. Siempre hay algo bueno en lo que hacemos" - le guiñó Happy.
"¡Sí, vamos!" - agregó Angry. "Yo me encargaré de que nadie nos moleste."
"No se olviden de que eso no es lo más importante" - dijo Scared. "A veces puede que se sientan abrumados."
El grupo se puso a trabajar, pero pronto comenzaron los problemas. Angry, entusiasmado por lo que quería hacer, se descontroló varias veces durante las reuniones, haciéndole sentir a Sad que no pertenecía.
"¡Basta, no puedo entenderte, Angry!" - se quejó Sad. "Siempre tienes que gritar."
"No estoy gritando, estoy motivando!" - replicó Angry, un poco ofuscado.
Entonces, Scared intervino, un poco titubeante: "Chicos, quizás deberíamos hablar de nuestros roles. Cada uno de nosotros puede aportar algo diferente."
Pero la atmósfera seguía tensa. Sad se quedó callado, preocupado por lo que podría pasar si seguían así. Casi a punto de rendirse, decidió hablar con Happy.
"Happy, ¿y si hacemos algo que a todos nos guste? A veces siento que no se escuchan mis ideas."
"Claro, Sad. Tu idea puede ser tan importante como la de Angry" - respondió Happy, decidido a ayudar.
Fueron juntos a conversar con Angry.
"Angry, ¿podemos encontrar una manera de expresar nuestras emociones que no lastime a nadie?" - preguntó Sad.
"Tal vez podríamos usar colores diferentes para mostrar cómo nos sentimos. ¿Qué pensás?" - sugirió Happy.
Angry asintió.
"Eso está bien, pero también quiero que nuestra voz se escuche. Quiero que todos sepan de lo que somos capaces."
Finalmente, decidieron juntar sus ideas y crear un mural que representara a cada uno de ellos. Happy eligió colores brillantes; Sad optó por tonos suaves y melancólicos; Angry eligió colores intensos como el rojo y Scared hizo dibujos que reflejaban sus temores, pero también lo que quería aprender a enfrentar.
A medida que trabajaban juntos, las tensiones comenzaron a disiparse. Se dieron cuenta de que cada emoción, aunque diferente, era crucial para que su mural contara una historia completa. En el último día, se sintieron orgullosos de lo que habían creado.
El día del concurso llegó. El jurado observó cada proyecto y se detenía a ver el mural de las emociones.
"Impresionante. Este mural no solo muestra colores, sino también un viaje emocional" - comentó el maestro del jurado.
Todos aplaudieron y sonrieron. En ese momento, Sad sonrió genuinamente, Angry dio un golpe de puño celebrando, Scared sintió montones de mariposas en su estómago, pero estaba feliz por ser parte de algo grande, y Happy saltó de alegría.
Al final, ganaron un premio especial por su creatividad y su habilidad para trabajar juntos. Aprendieron que cada emoción tenía un lugar en su grupo y que, al comunicarse y apoyarse mutuamente, podían enfrentar cualquier desafío en la vida. Al salir de la escuela, los cuatro amigos se sintieron más unidos que nunca.
"¡Equipo! ¡Hicimos un gran trabajo!" - gritó Happy.
"Nunca pensé que podría ser tan divertido trabajar con ustedes" - dijo Angry, todavía eufórico.
"Sí, a veces es bueno escuchar a los demás" - sonrió Sad.
"Y enfrentar nuestros miedos juntos!" - agregó Scared.
Así, las emociones se unieron aún más y se prometieron que siempre se ayudarían a enfrentar cualquier desafío, sabiendo que juntos eran más fuertes.
Fin.
FIN.