Las aventuras de las exploradoras del bosque



Era un día soleado en el bosque y Erika y Lila estaban emocionadas por la aventura que les esperaba. Con sus prismáticos al cuello, corrían entre los árboles mientras su tío Emilio las seguía de cerca.

- ¡Miren, allá arriba hay un nido! -exclamó Erika señalando hacia lo alto de un roble. - ¡Sí! Y parece que hay pichones dentro. Son tan lindos -respondió Lila con entusiasmo.

Tío Emilio se acercó a ellas y les dijo: "Es importante observar a las aves desde lejos para no asustarlas ni dañar su hogar. Recuerden siempre respetar a la naturaleza". Las niñas asintieron con seriedad y continuaron explorando el bosque.

Vieron cómo las aves volaban libres entre las ramas, cantando alegremente mientras construían sus nidos con dedicación. De repente, escucharon un ruido extraño proveniente de unos arbustos cercanos. Tío Emilio se adelantó con precaución y descubrió a un pajarito atrapado entre las ramas.

- ¡Pobrecito! Necesita nuestra ayuda -dijo Erika con preocupación. Con cuidado, Tío Emilio liberó al pajarito y lo sostuvo en su mano. El ave, asustada al principio, pronto se calmó y voló hacia la libertad.

- ¿Ves chicas? A veces todos necesitamos una mano amiga para alcanzar nuestra libertad -comentó Tío Emilio con una sonrisa.

Erika y Lila entendieron la lección: valorar la libertad no solo de las aves sino también de todas las criaturas del bosque era fundamental para vivir en armonía con la naturaleza. Al atardecer, cuando regresaban a casa, las niñas miraron el cielo anaranjado y sintieron una profunda conexión con todo lo que habían experimentado ese día. - Gracias por enseñarnos tanto hoy, tío Emilio.

Amamos estar en la naturaleza y cuidar de ella -dijeron al unísono Erika y Lila. Tío Emilio les dio un abrazo cálido y respondió: "Ustedes son como esas aves que vimos hoy: fuertes, valientes y llenas de vida.

Nunca olviden proteger este hermoso lugar que nos brinda tanto bienestar".

Y así, entre risas y canciones de pájaros al atardecer, Erika, Lila y Tío Emilio siguieron su camino de regreso a casa sabiendo que cada vuelo en libertad era un recordatorio del precioso regalo que es estar en contacto con la naturaleza.

FIN.

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