Las Aventuras de las Perritas de la Casa Rosada
Era un día soleado en Buenos Aires y la Casa Rosada lucía más hermosa que nunca. No solo los humanos trabajaban en este emblemático lugar, ¡sino también un grupo de perritas que habían decidido hacer de la Casa su hogar! El grupo lo formaban Lola, una perra salchicha muy curiosa; Mora, una labradora juguetona y amable; y Chispa, una pequeña mestiza con un corazón aventurero.
Lola era la más curiosa de todas, siempre metiéndose en problemas. "¡Che, chicas, vamos a investigar el jardín!"- proponía.
"No sé, Lola, ¿qué tal si nos regañan?"- decía Mora, mientras movía su cola ansiosamente.
"Vamos, será divertido, nunca nos han atrapado antes"- decía Chispa, con una chispa de travesura en su mirada.
Así que, después de un corto debate, decidieron salir a investigar. Mientras correteaban por el jardín, descubrieron un camino que nunca antes habían visto. "¿Adónde será que lleva?"- se preguntó Chispa emocionada.
"No lo sé, ¡pero vamos a averiguarlo!"- respondió Lola, alzando su patita y guiando el camino.
Las tres perritas se adentraron en el sendero, y cuando finalmente llegaron a su final, encontraron una hermosa fuente. El agua brillaba bajo el sol y parecía irresistible.
"¡Qué lindo lugar!"- exclamó Mora, saltando de alegría.
Mientras jugaban cerca de la fuente, vieron a un grupo de niños que caminaban por el parque. "¡Hola!"- gritaron, y los niños correspondieron con entusiasmo.
"¡Son tan lindas!"- dijo una niña llamada Sofi, mientras se acercaba. "¿Puedo jugar con ustedes?"-
Las perritas, felices de conocer nuevos amigos, comenzaron a correr y jugar con los niños. Sin embargo, mientras jugaban, de pronto se dieron cuenta de que el tiempo había pasado volando.
"¡Ay, chicas! Ya se está haciendo tarde, tenemos que volver a la Casa Rosada antes de que nos despidan"- dijo Lola un poco asustada.
"No se preocupen, podemos volver por el camino que trajo el sol"", aconsejó Chispa. Entonces, sin perder tiempo, las perritas y los niños se despidieron y tomaron caminos separados.
Mientras corrían de regreso, comenzaron a escuchar un ruido raro. Era un grupo de gatos que estaban merodeando cerca de la Casa. Al parecer, intentaban entrar a un lugar que no era permitido.
"¡No podemos dejar que esos gatos causen problemas!"- dijo Mora con determinación.
"Vamos a detenerlos"- agregó Lola. Así que, con valentía, se acercaron a los gatos.
"¿Qué están haciendo aquí?"- preguntó Chispa.
"Solo queremos jugar, no le hacemos daño a nadie"- respondió un gato llamado Rayas.
"Pero este no es un lugar seguro para ustedes, ¿saben?"- dijo Mora, preocupada.
Los gatos la miraron y, tras una corta discusión, decidieron que quizás era mejor irse.
"Está bien, nos iremos, pero solo si ustedes nos prometen que podemos jugar alguna vez juntos"- dijo Rayas.
Las perritas se miraron y finalmente Lola sonrió. "Claro, podemos ser amigos. Pero primero, ¡tienen que quedarse fuera de los problemas!"-
Después de eso, las perritas regresaron a la Casa Rosada justo a tiempo para el almuerzo. "Hoy fue un día increíble, ¡hicimos nuevos amigos!"- comentó Chispa emocionada.
"Y también aprendimos que podemos ser valientes, pero siempre con responsabilidad"- añadió Mora.
Desde entonces, los gatos y las perritas se encontraron en el parque para jugar y compartir aventuras. Entendieron que, a pesar de sus diferencias, podían divertirse juntos cuidando siempre de su hogar, la Casa Rosada.
Y así, las perritas y los gatos se convirtieron en los mejores amigos, cambios en sus vidas llenos de sorpresas y enseñanzas. Al final del día, la Casa Rosada, además de ser un lugar de trabajo, se convirtió en el hogar de grandes amistades y aventuras inolvidables.
FIN.