Las aventuras de las tres amigas y la gata rescate en el bosque
Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, tres amigas inseparables: Antonela, Gabriela y Beily la gata de Antonela. Juntas jugaban y exploraban el mundo que las rodeaba.
Un día, mientras caminaban por el bosque cercano a su casa, encontraron un árbol enorme con ramas tan altas que parecían tocar el cielo. Antonela dijo entusiasmada:- ¡Vamos a trepar hasta la cima del árbol! Será emocionante.
Gabriela se mostró algo insegura:- No sé si sea buena idea, ¿no creen que es muy peligroso? Pero Beily la gata no dudó ni un segundo:- Yo puedo subir sin problemas. Sigan mi ejemplo. Y así comenzaron su aventura.
Beily fue la primera en trepar por el tronco del árbol con gran habilidad y agilidad felina. Antonela y Gabriela la siguieron detrás de ella con mucho cuidado pero también con mucha emoción.
Cuando llegaron a lo más alto del árbol se sintieron triunfantes y emocionadas al ver todo lo que se podía observar desde allí arriba: los techos rojos de las casitas del pueblo, los campos verdes donde pastoreaban las vacas y algunos pájaros volando cerca de ellas.
De repente escucharon un ruido extraño proveniente de uno de los nidos cercanos en una rama vecina. Al acercarse para investigar descubrieron a unos polluelos recién nacidos abandonados por su madre. Se veían hambrientos y temblorosos sin saber qué hacer.
Antonela dijo:- Debemos ayudarlos, pero ¿cómo? Gabriela sugirió:- Podríamos bajar del árbol y buscar a alguien que pueda cuidarlos. Pero Beily la gata tuvo otra idea:- Yo puedo bajar por ellos. Soy lo suficientemente ágil como para llegar hasta el nido. Y así fue.
Beily bajó con mucho cuidado y tomó uno de los polluelos en su boca, subiendo nuevamente al árbol con sus amigas. Juntas se encargaron de alimentarlo y mantenerlo caliente mientras buscaban una solución para los otros dos polluelos abandonados.
Finalmente encontraron a un vecino del pueblo que tenía experiencia en cuidado de aves y les ofreció llevarse a los polluelos para asegurarse de que estuvieran bien atendidos hasta poder ser liberados en la naturaleza cuando estuvieran más fuertes.
Las tres amigas se sintieron muy orgullosas de haber salvado a esos pequeños seres vivientes y aprendieron una importante lección sobre la importancia del trabajo en equipo, la valentía y el compromiso con la vida silvestre.
Desde ese día, Antonela, Gabriela y Beily siguieron explorando juntas el mundo que las rodeaba sabiendo que siempre podían contar una con la otra para enfrentar cualquier desafío que se presentara en su camino.
FIN.